Capitulo 21: ¡NO MIRES!

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Okey Jessica, cálmate. No hay por qué alarmarse. Respira hondo, idea un plan y todo se soluciona asi de simple.

¡Estúpido subconsciente estoy desnuda! ¿¡Cómo se supone que es tan simple!?

-¡EL O LA GRACIOSA QUE ME A SACADO LA ROPA MIENTRAS ME DUCHABA EXIJO QUE ME LA DEVUELVA INMEDIATAMENTE! – grite desde la puerta del baño para afuera. Claro que tan solo se veía mi cabeza asomada, todo mi desnudo cuerpo lo escondía detrás de la puerta – ES UNA ORDEN – volví a gritar pero no hubo respuesta.

Hijos de sus reverendas madres. Maldije mentalmente hasta que se me acabaron las blasfemias (malas palabras) que conocía. Tenía que idear algún plan como me aconsejo mi subconsciente. Intente controlar mi respiración agitada, si no paraba mis nervios estoy segura que me desmayo aquí mismo.

Asome mi cabeza una vez más para asegurarme que no haya moros en la costa. Para mi suerte lo único que se escuchaba eran los grillos cantar tranquilos de la vida.

Bien, podía ingeniármelas para llegar a mi cabaña. Tan solo tendría que cruzar a la velocidad de la luz hasta donde se encuentran los árboles y arbustos, usarlos para tapar mi desnudez, llevarme unos cuantos rasguños y espinas de estos mismos y ya cuando llegue a mi cabaña ingeniármelas para entrar sin que nadie me vea.

Era eso o dejar que todos me vean como mi madre me trajo al mundo.

Supongo que todos están durmiendo ¿verdad? En este momento todo el campamento descansa en sus lindas cabañas ¿verdad?

Por tercera vez volví a asomar mi cabeza.

¡En su marca, listos, fuera!

Hice cinco grandes zancadas y en la última de un salto me tire cuerpo a tierra cayendo de tras de un arbusto espinoso. Y lo de espinoso lo averigue al sentir miles de alfileres, es decir las espinar, clavadas en mis piernas.

Genial, un raspón en la rodilla.

Ignore el ardor que me producía la herida cuándo la brisa soplaba contra ella. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. El frío me calaba hasta los huesos. No puedo explicar lo incómodo que es estar desnudo al aire libre.

Vieron cuando alguien te dice que tienes un resto de comida en tu diente y tú mueres de vergüenza, bueno más incomodo. O cuando alguien tiene un moco y no sabes como decírselo sutilmente, bueno más incomodo. O cuando… bueno si supe como explicarme.

Camine haciendo puntillas e intentando no topar con algún insecto o animal nocturno. Moriría si me topo con alguna araña, murciélago, serpiente, o pie grande.

Sentí los pasos de alguien acercarse a mi dirección.

¡Dios mío no!

Hice cuerpo a tierra y me tire detrás de un arbusto pero este lleno de flores en vez de espinas. Los pasos se dejaron de escuchar por unos segundos que parecieron horas.

-¿Quién anda ahí? – una voz temblorosa y algo ronca se escucho entre la soledad de los árboles – te-tengo un arma y-y no dudare en usarla.

Esa voz, me suena familiar…

-¿Fede? – asome mi cabeza por un costado de la planta que me cubría y lo vi parado sosteniendo un palo en las manos – ¿esa es tu arma? – reí por lo bajo.

- Jess eres tú – suspiro tranquilo – casi muero del susto. No es lindo estar caminando solo en pleno monte a estas horas y escuchar un sonido de entre los árboles. Pensé que el asesino de la máscara de hockey, esa blanca con agujeritos, me mataría – se llevo una mano al corazón.

"Estupido y Sensual Campamento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora