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Gloria tardó un precioso tiempo en escoger los vestidos que se llevaría a su nuevo hogar, mientras Pierre se mantuvo en el comedor, esperando.
— ¡¿Pierre?! — Ella lo llamó en algún momento, u más bien chilló, mientras elegía que poner en la maleta.
— ¿Sí? — Él inquirió.
— ¡Si te apetece algo puedes coger lo que quieras de la nevera! — Habló más alto para que él la oyera.
—Vale. — Pierre estuvo de acuerdo. Sin embargo no se digirió a la nevera por hambre, sino por curiosidad.
¿Qué comerá Gloria?
Es lo que rondaba la cabeza de Pierre. Pero a igual que el resto del piso de la anciana, su cocina era minimalista como todo lo demás.
Pierre curioseó entonces los armarios antes de abrir la nevera. Había latas de conserva y una que otra bolsa de galletas. En los cajones había toda la cubertería y unos cuantos abrelatas. Vasos, ollas de presión y freidoras, perfectamente apiladas. Parecían casi nuevas, como si hiciera años que Gloria no las utilizase.  
Así que no mentía sobre lo de estar sola.
Concluyó él para sus adentros antes de terminar delante de la puerta de la nevera. Era un aparato de modelo descatalogado, mas para sorpresa de Pierre seguía funcionando perfectamente, aunque se oía un ruido de vez en cuando, o el chirriar al abrir la puerta del electrodoméstico.
Dentro no había nada de otro mundo. Tapes de comida recalentada, yogur y botellas con agua frío. También había refrescos y chocolatinas.
—¿Algo interesante? — Gloria indagó con curiosidad asustando a Pierre por un momento, sin embargo él actuó con normalidad.
— ¿Te alimentas bien Gloria?
— ¿Acaso eso te preocupa? — Ella sonrió cruzando los brazos. Pierre negó con la cabeza antes de observar que Gloria ya tenía la maleta preparada. Apoyada en la pared.
— ¿Ya estás? — Cambió de tema con facilidad. — Porque si es así vámonos.
— Oh vaaaaya. Has cambiado de tema, okay. —Dio de hombros antes de asentir afirmativamente. — Sí jovencito, ya estoy lista. Llévame a donde quieras. — Alzó el brazo  izquierdo  en la dirección del joven, y lo mantuvo levantado hasta que Pierre lo envolvió con el suyo derecho. — Gracias. — habló con delicadeza. — Eres muy amable.
— Te llevaré la maleta. — Pierre la guío hasta la puerta, mientras que con la mano izquierda alcanzó la maleta.  Él se vio obligado a desenredarse de Gloria tras pasar por el marco de puerta de la entrada, pero una vez fuera la volvió a alcanzar y Gloria se lo agradeció una vez más.
Algo nuevo estaba a punto de empezar, y si Gloria se comportase, Pierre podía incluso cogerla algo de cariño, de la misma forma que hizo con Genevive hace años.
No obstante, si Gloria intentase huir, tendría el mismo final que Genevive.
Él esperaba que está vez fuese distinto. Pero Pierre nunca tuvo en cuenta el factor más importante de todos:
Que la muerte es inevitable.

El Mundo Que Pierre  AdoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora