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— No sé de lo que me estás hablando Gloria.— Pierre empezó con cuidado.— Siento no entenderte.

— Oh, vaya. Así que actuaremos como si nada ha pasado. Por mi bien.— Gloria asintió antes de amenazar con levantarse, para darse cuenta no mucho después que las manos de Pierre la forzaban a mantenerse sentada en la silla de plástico.— Pierre cariño, me estás haciendo daño. — Comentó con normalidad, como si el acérrimo apriete de Pierre no la causara el más mínimo malestar.

— No te vayas aún.— dijo aún sin soltarla.— Tenemos que hablar.— Acrecentó ya sin un deje de amabilidad en la voz. — Empezando por decirme quién eres.— El flequillo obscureciéndole la vista le hacía verse más letal y hermoso de lo que ya era. Algo incongruente y atractivo a los ojos de Gloria. Toda una belleza que seguro estaría podrida por dentro. De las favoritas de la anciana.

— Que preguntas más raras dices, Pierre cariño. Yo soy Gloria. ¿Esperabas que fuese otra?— Habló con una sonrisa forzada. El agarre de Pierre empezaba a afectarla.

— Me han hablado sobre ti. Que eras peligrosa, y veo que no se equivocaban.— Apretó más las manos sobre el pulso de Gloria hasta ver como ella hacía una débil mueca de dolor.— Y me temo que si no me respondes correctamente tendré que matarte, pero no sin antes sonsacarte las cosas que quiero saber.— Sonrió.— Tengo experiencia con la tortura, Gloria. Vi a mi padre hacerlo durante toda mi vida.— Explicó.— También sé cortar a un cadáver de forma que terminaría irreconocible, de nuevo, gracias a mi Padre.

— Vaya, menuda familia tienes Pierre querido.— Gloria estuvo de acuerdo.— No me extraña que hayas terminado así. Pobre criatura.— Pareció conciliadora, cosa que molestó más a Pierre de lo que aparentaba. Por eso con lentitud se alejó de ella y sin querer tiró la taza de café en el suelo con el codo mientras lo hacía.— Oh, Gracias por soltarme jovencito, mis pobres miembros estaban a punto de estallar. — Observó a su propia piel con el rostro torcido.— Vaya, si al final quedarán marcas. ¡Debes tener más cuidado Pierre! Yo ya soy una señora. ¿Imagina que me rompes algo? Con lo cuidadosa que he sido todos estos años con mi preciado cuerpo.— Lo miró reprochadora.— He comido bien, cerré la puerta de mi piso con llave para que nadie me asaltara por la noche, he sido una buena samaritana. Trabajé como todos los demás. ¡Hice todo correcto! Para que luego me rompas algo solo porque estas asustado. — Apuntó el dedo hacía el joven con voz grave.— Muy mal, Pierre. Muy mal.

— Sigues hablando como si nada hubiese pasado.— Él la observó con detenimiento por primera vez desde que la conoció. Gloria seguía siendo la misma, aún después de él haberla lastimado.

¿Quién demonios era aquella mujer?

— Así que realmente no sabes quién soy.— Gloria lo observó con cuidado.— ¿No te han dicho nada Rô y Má?— Indagó inocentemente.

— ¿Es algo que ellos deberían haberme dicho?

— No realmente. Que lo sepas o no tiene muy poca importancia, ya que de todas formas...— Se rascó el mentón pensativa antes de volver a mirarlo.— No podrías comprobar si es cierto u no. — volvió a sonreír consigo misma.— Eso es lo mejor de todo querido Pierre, que aunque te lo dijera no sabrías nunca si es cierto u no.— Descruzó las piernas acostando cómodamente la espalda en la silla de plástico.

— Aunque me mates solo por curiosidad, nada cambiará. Yo no sería tu primera víctima de todas formas.— Concluyó.— Y antes que me amenaces, no, no pienso delatarte. No es como si tuviera pruebas de tus desviaciones después de todo.

Escuchar aquello solo había atizado más la curiosidad de Pierre como también la desconfianza en su interior. Si él fuese alguien normal la calificaría de loca, y puede que en parte estuviera cierto. Pero claro, Pierre tampoco era normal.

¿Sería él un loco también?

— Cuéntame tu historia Gloria. Seguro será la más sabrosa que he oído jamás.— Apoyó sus codos sobre la mesa y acercó el rostro donde Gloria estaba.

— Ojos hermosos, no cabe duda.— Ella murmulló sin apartarse de él.

Solo un loco conocería perfectamente a otro, y ambos tenían una rara conexión.

— Te daría las gracias, pero no lo dices enserio.— Replicó con frialdad, ya no tenía motivos ni razones de ser amable. No era algo que estaba en él. Pierre nunca lo había sido para empezar.

— Jovencito, eres un tipo excepcional. Y mira que no buscaba a ninguno en este mundo.— Le guiñó el ojo izquierdo.— Puede que yo todavía sea capaz de realizar algo que hasta ahora no me había animado a hacerlo.

— ¿Y esto qué sería?

— Oh cariño. Eso lo sabrás con el tiempo...Y si tiene disposición de hacerlo, claro está.

El Mundo Que Pierre  AdoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora