C12. Niña grande.

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—¿Danna?—la voz de Santiago Silvetti llena el aire. Danna inspira con fuerza y deja salir el aire de sus pulmones de manera lenta tratando de controlar las inmensas ganas que siente de gritarle a la cara.

De decirle que nada de lo que le diga le interesa ya.

De decirle que es la peor persona que ha conocido en su vida.

De decirle que sabe toda la verdad y que todo lo que desea es no verlo nunca más.

—¿Sí?

—¿Qué es lo que pasa contigo? Estuve tratando de localizarte todo el día pero tu celular me enviaba directamente al buzón de voz…—comenta.—¿Se puede saber dónde demonios estuviste todo el día?

—Estuve deambulando por ahí…—responde sin más.

Los ojos del hombre siguen cada uno de sus movimientos pero a ella parece no importarle en absoluto.—Richard llamó varias veces…—anuncia.

—Olvidé llamarlo.

—¿Qué es lo que pasa?—quiere saber.—Cuando llamé a la oficina para preguntar si estabas ahí me dijeron que no te apareciste por el lugar en todo el día… ¿se puede saber qué diablos es lo que está pasando?

Danna lo mira.—Ya te lo dije. Estuve por ahí. No me sentía con ánimos para volver a la oficina después de la reunión que tuve para tratar de arreglar el despido injustificado del señor Leonardo Braun…—Santiago la mira.

—Ese hombre es un idiota.—decide.

Ella niega.—A mí no me lo parece.

—¿Y puedo saber al menos que es lo que está pasando con mi empresa?—los ojos de la castaña lo mira de nueva cuenta y niega una vez más.

—De verdad, mañana puedo contarte todo lo que se te antoje pero no por el momento. Mi cabeza está a punto de estallar…

—¿Pasa algo malo entre Richard  y tú?—ella detiene sus pasos.—Me dijo que ha estado llamándote desde que dejaste Múnich pero tú simplemente no respondes a sus llamadas.—hace una pausa.—Sabes que sí él no está en Los Ángeles en este momento es porque en serio tiene cosas que hacer ¿Verdad?—Danna alza una ceja.—La cadena de hoteles que le heredó su padre es totalmente  demandante…

—Para serte sincera no tengo ganas de hablar de Richard o de la cadena de hoteles que le heredaron sus padres. Mi cabeza está estallando y todo lo que quiero hacer es dormir…

—De acuerdo…—repone.

—Papá…—Danna lo llama frenando sus pasos.

La atención del hombre de posa en su hija y el corazón de la joven late con demasiada prisa amenazando con abandonar su pecho.—¿Qué pasa?

—¿Averiguaste lo que te pedí sobre la tumba de mi hija?—cuestiona.

Santiago Silvetti deja salir el aire de sus pulmones de manera lenta. Se acomoda las gafas de montura negra que lleva sobre el puente de su nariz y asiente lentamente.

—Hoy contraté a un investigador privado…—Danna asiente.—Se supone que para el fin de semana me tiene que estar entregando un informe completo sobre lo que pasó con el cuerpo de tu hija…pero Danna…—ella alza una ceja.—Sea lo que sea que encuentre tienes que prometerme una cosa…

—¿Qué cosa?

—Que vas a aceptar la verdad.—hace una pausa.—Que no vas a dejar que te afecte más de lo que se considera necesario y que vas a seguir con tu vida de la manera en la que lo has hecho hasta ahora…

CHANCE|Joel Pimentel. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora