🐺Parte 1

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Cuatro años atrás

Con delicadeza encendió las velas a un lado de la mesa, podía escuchar el viento fuera de la casa, la tormenta no cesaba desde la mañana, y según había escuchado, eso solo empeoraba las cosas. 

Se sentó en la punta de la mesa, en total oscuridad y silencio de la mansión, y juntó sus manos frente a él observándolas fijamente. Podía sentir cada respiración como si no fuera suya, era como estar pero no estar. Como si su cuerpo no le perteneciera.

Cuarenta y ocho horas habían pasado desde que leyó aquella carta. Cuarenta y ocho horas desde que su vida había cambiado para siempre. Cuarenta y ocho horas sin saber el paradero de sus hijos. 

Cada minuto que pasó durante la primera hora, enloqueció más a Derek. Y Talía ordenó sedarlo y encerrarlo para evitar una imprudencia. 

Los truenos retumbaban entre tanto silencio y Stiles no pudo evitar exaltarse cuando la puerta principal se abrió de golpe a causa de los vientos. Las velas que había encendido se apagaron al instante y el castaño solo pudo quedarse viendo la tormenta a través de la puerta. 

La brisa helada llegó a su cuerpo de inmediato, y un escalofrío recorrió su espina dorsal obligándole a levantarse, y caminar hasta la entrada. Sin embargo, al acercarse notó algo a unos metros de él, no algo, alguien. Su ropa empapada se pegaba a su cuerpo al igual que su cabello a su frente. La lluvia caía con tanta fuerza que no podía ver bien su rostro, pero esos ojos..., no había forma en el mundo en que él pudiera confundir esos ojos. Los de su alfa.

Sus pelos se pusieron de punta y no supo si fue a causa del viento y las pequeñas gotas de lluvia que llegaron a él, o a causa de Derek Hale.

Cuando este comenzó a acercarse a él, Stiles pudo notar la expresión dura en su rostro, lo odiaba, y no era para menos. La mirada en esos orbes verdes era sin duda una de odio. 

—¿Poner a los hombres que yo mismo entrené para custodiarme? ¿En serio Stiles? —fue un susurro. Una voz profunda y enfadada. —Te creí más inteligente.

Stiles ni siquiera fue cuidadoso con sus palabras. 

—No buscaba mantenerte cautivo por siempre —dijo y el moreno cruzó a su lado bufando, completamente enfadado con el omega. 

La casa estaba oscura y silenciosa, lo contrario a lo que esperaba encontrar. Durante años había sido así, cuando él era adolescente, sin vida, vacía. Soltó un suspiro entrecortado con la intención de aliviar el dolor y la presión en su pecho pero no sirvió de nada, el dolor y el sabor a pérdida estaban ahí.

Stiles, cabizbajo, cerró las puertas y al mismo tiempo los ojos, buscando un poco de calma con el aroma del Alfa cerca. 

—Sé que estás enojado...

—Furioso —interrumpió

Stiles volteó a encararle, pero sin apartar la mirada de sus manos. 

—Quería...queríamos que estuvieras bien hasta que tuviéramos un plan, hasta que supiéramos algo... —la mirada de Stiles se rompió y sus ojos se llenaron de lágrimas —Eso es todo —murmuró

Derek observó alrededor, flashes de sus hijos corriendo por las escaleras, discutiendo durante la cena, llegaron a él y no pudo evitar sentir un agujero en el pecho. 

—¿Y creíste que encerrarme en aquella habitación era la mejor solución?— le preguntó más enfadado de lo que estaba. Era Stiles por Dios santo. —Mis hijos fueron secuestrados— le recordó 

El castaño intentó mantener la compostura. A pesar de todo lo que estaba sintiendo. 

—Derek...

LETAL「OMEGAVERSE」 © (Lazos II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora