❦Capítulo 4 •Psicología Inversa

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Linda:

Cuando nos acercamos a la habitación de mi tía, me doy cuenta que la puerta está abierta, lo que es raro porque a ella le gusta tenerla cerrada. Apresuro el paso adelantándomele a mis amigos, hasta que por fin entro, y me la encuentro completamente vacía.

La respiración se me vuelve pesada, el corazón comienza a bombearme con fuerzas en el pecho. Muevo a un lado a Liam que está justo en la entrada de la puerta, y salgo para chequear el número en la pared, «¡Sí, es esta!» confirmo.

Miro a todos lados con el estómago en un salto, hasta que veo a una enfermera salir de uno de los cuartos. Con temblores en las piernas me dirijo a ella, me percato que estoy casi corriendo, pero no me detengo.

—Hola, en esa habitación estaba mi tía, María Allen,— hablo con el oxígeno estancado en los pulmones, —¿Por qué está vacía? ¿Dónde está?— apunto con el dedo a donde están los chicos esperando.

Ella da un paso atrás y me mira confundida, hasta que parece reconocerme, —Espera ahí, por favor, el doctor Gutiérrez necesita hablar contigo,— me da una sonrisa obligada y se marcha. Yo me quedo inmóvil, con una sola pregunta que no logra salir de mi boca, «¿Mi tía está bien?»

Camino a la habitación y me siento en la camilla, mis amigos me hacen preguntas, pero la bulla de mis pensamientos no me permiten escuchar con claridad, reniego de todas las ideas dañinas, pero tampoco puedo mantenerme positiva, por lo que solo estoy, concentrándome en respirar y no perder el equilibrio.

Después de unos pocos minutos escucho al doctor abrir la puerta, e inmediatamente me pongo en pie, —¿Dónde está mi tía?

—Buenas tardes, Linda. ¿Podemos hablar en privado?— me pregunta con voz amable.

El miedo a una mala noticia me hace titubear, —No, deja que ellos se queden,— no tengo la menor idea de lo que tiene que decirme, pero de lo que sí estoy segura es de que no quiero estar sola cuando lo haga.

—Claro, como desees,— se guarda los lentes en la bata blanca y me mira directo a los ojos, —Tu tía acaba de sufrir varias convulsiones. Lamentablemente en estos momentos se encuentra en estado de coma, tuvimos que trasladarla a cuidados intensivos por la delicadeza de su situación.

Hago un intento por hablar, pero las preguntas no encuentran el orden, y las palabras se ahogan en mi garganta.

—Pero si ayer se veía bien,— escucho a Liam.

—Al crecer el tumor se produjo un aumento del volumen del cerebro, por lo que se comprimió contra las paredes del craneo obligándonos a inducirle el coma,— observo al doctor hablar, como si estuviera parada sobre un puente que se bambolea.

—¿Se va a recuperar?— vuelve a preguntar Liam, y se lo agradezco porque yo no tengo las fuerzas para hacer esas preguntas.

—Lamentablemente, si no la operamos pronto, no.

—¿Podemos verla?— esta vez interviene Sabas.

—Las visitas están prohibidas en estos momentos, pero si Linda quiere pasar le puedo dar unos minutos solo a ella.

Liam me toma de la mano, me atrae a él y me abraza, luego se separa lo justo para observarme, —¿Crees poder entrar a verla?— sus ojos azul cielo me trasmiten tranquilidad.

—Sí,— respondo por inercia.

—Vamos a estar aquí, no estás sola.— Valeria me pasa la mano por la espalda.

Exclusivamente Tuya ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora