❦Capítulo 48 •No Hay Nada

1.3K 88 43
                                    



La luz frente an mis ojos es hermosa, brilla radiante pero no me molesta. Doy pasos en un espacio infinito donde todo se basa en una iluminación divina. No hay cielo, no hay tierra, todo es blanco y de alguna manera perfecto.

     Un estruendo me hace saltar, veo a Lucas caer desde lo alto. De pronto los latidos de su corazón comienzan a tronar con tanta intensidad que todo retumba, causando que con cada bombeo se desestabilice nuestro equilibrio.

     Él parece desorientado. Se agacha lentamente, equilibrándose con las manos, mirando el espacio bajo sus pies.

     —¿Lucas?

     Cuando escucha mi voz, se voltea, pero rápidamente cubre su rostro con sus manos.

     Su reacción me confunde.

     —¿Linda?— el timbre oscuro de su voz hace eco.

     —¡Sí, estoy aquí!— me acerco a él.

     Lucas se deja caer hacia atrás y camina de espaldas sobre sus manos y pies, con los ojos cerrados, en un intento por alejarse de mí.

     Me detengo en seco, él hace lo mismo casi de inmediato.

     —¿Qué pasa? ¿Por qué te alejas de mi?

     —La luz... Quédate ahí, yo te busco.

     Hago lo que me pide, me quedo inmóvil.

     Lucas se pone en pie, y cubriendo su cara comienza a acercarse lentamente.

     Los latidos de su corazón le dificultan el camino, todo se mueve al compás de ellos. Siento que Lucas es lo opuesto a donde estamos, como si con su llegada todo se derrumbara. Su cuerpo es grande y fuerte, su actitud la de un león asustado, y sus tatuajes emanan un poder oscuro, peligroso y propio. Verlo aquí es tan raro y a la vez tan hermoso. Es como ver un rosal floreciente en el desierto, el mar arder en llamas, o el día y la noche en un mismo tiempo.

     «No quiero esperar,» se mueve muy torpe y no avanza, él se cubre lo mismo que si se estuviera enfrentando a un eclipse con los ojos desnudos. Con cada paso su cuerpo se ilumina un poco más.

     Miro a mi espalda, a mis lados, «¿De qué se resguarda? ¿De mÍ?» Doy un paso hacia él, pero un jadeo sale de su garganta y me detengo.

     —¡No te muevas!

     —¿Lucas, explícame qué te pasa?— el desespero que comienza a crecer en mi pecho me acorta la respiración, y el sonido atronador de su corazón nos balancea, volviéndose cada vez más violento.

     Él se desliza más hacia mí, estira su mano derecha en mi dirección, y con la izquierda se cubre el rostro. Yo trato de alcanzarle la mía, sin despegar mis pies de su lugar.

     Observo cómo poco a poco baja su mano izquierda, y con las cejas juntas, nuestras miradas se encuentran. El resplandor en el verde de sus ojos es tan intenso que cala en lo mas profundo, sacando un color que nunca hubiera podido descubrir sin esta luz, incluso en mis sueños.

     —Tus ojos...— digo, precavida a causa de lo profundo que su mirada me toca, cada segundo adaptándose más a la luminosidad.

     —Linda... La luz eres tú, este lugar eres tú. ¡Sal de aquí!— escucho su voz, mas sus labios no se mueven, —Me haces falta chiquita.

Exclusivamente Tuya ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora