Niños de Petunia

Capítulo 12

Narcissa se sentó con la espalda rígidamente recta mientras el bote se deslizaba por la extensión de agua. Los barcos que transportaban a los prisioneros estaban tripulados, a menos que tuvieran la esperanza de que el prisionero se arrojara por la borda. Narcissa había escuchado que eso sucedió en alguna ocasión. Visitantes, a menos que fueran VIP del Ministerio, tendían a tener que hacerlo solos.

Los visitantes no eran comunes; hacía falta un pariente o amigo dedicado y robusto para pensar siquiera en ir a ver a alguien en Azkaban. Narcissa sonrió, por supuesto que un enemigo decidido también era una posibilidad.

Odiaba a Bella, más de lo que odiaba incluso al Señor Oscuro. En un momento habían estado cerca, pero después de que Bella recibió la Marca Tenebrosa, ella se había distanciado cada vez más. El Señor Oscuro se había convertido en todo para Bella. Narcissa no había entendido la obsesión... el otrora guapo mago ahora rápidamente se estaba volviendo aterrador en apariencia y en sus acciones.

Lucius se las había arreglado para evitar siempre dejar que Narcissa fuera marcada, y eso ahora había sido fácil de lograr.

Cuando el Señor Oscuro fue derrotado por el chico Potter, Lucius había insistido en que había estado bajo la maldición Imperius y, junto con un número asombrosamente grande de galeones, había sido liberado casi de inmediato, pero no lo suficiente. Bella había escuchado sobre la negación de Voldemort por parte de Lucius y había pasado directamente de torturar a los Longbottom a la locura en la Mansión Malfoy.

Lucius aún no había regresado y Narcissa tuvo que enfrentarse a la ira de su hermana. Había intentado razonar con Bella, recordarle que la familia era lo más importante, que proteger a la familia era primordial. Bella no había escuchado, había gritado y despotricado, y luego había maldecido a Narcissa. Sabía que Narcissa y Lucius habían querido más hijos, que habían estado esperando "tiempos más pacíficos" para comenzar con una prole del tamaño de Weasley.

Ella había golpeado a Narcissa con una maldición oscura que hacía imposible la concepción.

– ¡Me aseguraré de que nunca lleves a ese traidor con otro cachorro! – Bella había gritado y enviado la oscura maldición a su hermana.

Narcissa estaba devastada... y la peor parte fue contárselo a Lucius. Nunca la había culpado, pero se había asegurado de que los Aurores hubieran encontrado el escondite de Bella inmediatamente después de eso. Aun así, a Narcissa le dolía profundamente cada vez que veía una mirada melancólica en los ojos de Lucius cuando miraba a Draco. Ciertamente, la mitad del odio de Lucius hacia Arthur fue alimentado por los celos.

Ahora tendría que volver a ver a la odiosa bruja. Solo el conocimiento de que era para mantener al amado Señor Oscuro de Bella derrotado y desaparecido lo que la convenció de hacer esto. Lucius y Severus sabían lo que le costaba enfrentarse a Bella, y si se hubiera rehuido, sabía que no la habrían presionado.

El barco atracó y Narcissa logró desembarcar con la ayuda de un hechizo de equilibrio. Un guardia de aspecto infeliz se reunió con ella al final del muelle de madera bastante desgastado. ¿No conocían ningún hechizo de mantenimiento, o les gustó el aspecto siniestro que dio?

El guardia la condujo en silencio a la oficina del alcaide, quien la miró perplejo. Nunca había visitado a nadie aquí, antes, y mucho menos a su hermana loca.

A Narcissa le había resultado difícil encontrar una buena razón para estar aquí ahora, y recurrió a la 'necesidad de finalizar algún negocio familiar'.

– Necesito que Bella firme algunos papeles... quiero sacarla por completo de todas las bóvedas de mi vieja familia Black... no quiero que su magia se mezcle más conmigo – Ella explicó.