DIEZ: En las fauces del lobo

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No me moví de mi lugar cuando ellos empezaron a rodearnos, por alguna razón busqué una cabellera platinada que tranquilizara mi pobre corazón, pero él pasó de largo, junto a sus primos, dejando solo al dueño de esto frente a nosotros. Levanté la mirada y me obligué a sonreír y no demostrar que su lobuna sonrisa me puso los vellos de punta.

—Baruc, siempre trayendo a chicas hermosas. —Se colocó en cuclillas y alcanzó un mechón de mi cabello, echándolo hacia atrás, entrecerró los ojos, pero terminó negando casi imperceptiblemente con la cabeza—. ¿Nueva novia?

—Una amiga, nueva en la ciudad.

Sus ojos mieles se posaron nuevamente en mí y noté como pasó la punta de su lengua por sus dientes superiores.

—Un forastero, ¿qué te trae a esta bella ciudad, más específico, a mi club?

—Sí es necesario, sé alguien más para sobrevivir —dijo Conrado mientras una de las pandillas de la ciudad se acercaban a nosotros y él se ponía ligeramente frente a mí, protegiéndome.

—¿Fingir ser alguien más?

Me miró y asintió, apretando mi mano con fuerza.

—Sé lo que ellos quieren que seas.

Me enderecé un poco en mi lugar e intenté reunir toda mi seguridad para encararlo y que no note el poco temor que me generan sus ojos mieles con destellos rojos por las luces y la neblina cubriéndonos. Solo le hacen falta unos cuernos para completar el paquete diabólico.

—Necesito adrenalina en mi vida, me aburrí de la rutina.

Su sonrisa se ensanchó más y mi mano se llevó un apretón que no supe si era porque arruiné todo o porque lo que dije era lo correcto. Cerré mis ojos cuando las luces volvieron, no tardó en escucharse nuevamente el bullicio y la música completando el ambiente. Pude ver mejor el rostro de Trulio, y no sé si da más miedo con la luz roja o al natural.

—¡Bienvenida al club de Tiplo! —vociferó estirando los brazos a los lados, poniéndose de pie. Estiró su mano hacia mí y me vi en la obligación de tomarla, en cambio, Baruc no soltó la mía, se puso de pie también—. Soy Trulio, pero puedes llamarme Tiplo, no tengo problema.

—Alisha —me presenté, él hizo una inclinación para besar mis nudillos y esa sola acción la sentí como un pacto con el diablo.

Sentí un poco de paz cuando me soltó y se alejó un paso de nosotros, pero no duró mucho, en el momento en que observó mi mano unida a la de Baruc, juro que sus ojos brillaron y su sonrisa creció más.

—Supongo que tu amigo ya te llevó a hacer la bienvenida. —Miré de soslayo a Baruc y negué—. ¿Qué estamos esperando, entonces? ¡Vamos allá!

⭒·⭒·⭑·⭒·⭒

—¡¿Por qué te pusiste en ese árbol?! —le reclamé cuando vi lo que tengo que hacer de iniciación. Una larga fila esperaba ansiosos, pero yo solo quería correr al ver la tira de fuego.

—Nunca sabes de dónde saldrá, por eso apaga las luces. Tranquila, lo pasarás.

—¡Bienvenidos a los nuevos! ¿Tienes lo necesario para estar aquí? Con esta prueba lo averiguaremos —la voz de Trulio se escuchó por los parlantes del auditorio donde nos encontrábamos. El piso marmoleado evitará que el fuego queme la construcción, pero no evitará que nos queme.

—Dime que el fuego es falso, por favor.

—Es falso —dijo Baruc a mi lado, pero una parte de mí no lo creyó así.

Perfectamente caóticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora