DIECINUEVE: La ausencia del caos

159 30 30
                                    


Valeria

24 agosto 2020.

Podría pasármela todo el día llorando en mi habitación, escuchando las repetitivas canciones que mi hermana mayor se ensimismaba en reproducir cada segundo del día; pero llorar no solucionará los problemas con mi novio.

No lo quiero perder y... y parece que a él no le interesa, lo veo en las veinte llamadas que se pierden. Aprieto el celular con la siguiente entrada a buzón. De seguro está con alguna otra chica. Siempre lo hace cuando peleamos. Incluso cuando no lo hacemos.

Sé que merezco más de lo Armando me da, pero... me entiende y no juzga ninguna de mis acciones.

La puerta de mi habitación se abrió cuando pretendía llamarlo nuevamente. Miré a mi hermana.

—¿Qué?

—Iré a ver qué tal se encuentra...

—De acuerdo, Lu —la interrumpí. Mi celular vibró. Abrí el mensaje creyendo que sería él, pero no era así. O, al menos, no pertenecía de su número, pero sí que lo vi en una fotografía al lado de una chica. La abrazaba. En la siguiente la besaba.

Mi estómago se encogió. Las lágrimas se estancaron en mis ojos, y reconocí el lugar donde se encontraban. Es el lugar de Tiplo. Odio que vaya solo a ese club, pero el idiota de Baruc asiste con frecuencia, y Armando aún no está listo para anunciar nuestro romance a sus amigos.

Aunque Baruc ya no es amigo de nadie salvo de Samantha y... ¡La zorra que MI novio está besando es Gilda!

«Desgraciados». De seguro que Baruc la llevó solo para verme sufrir. De alguna forma él intuye lo nuestro, estoy segura. Nunca fui su persona favorita. ¡Le tengo noticias! Tampoco es la mía. Pero siempre fue parte del grupo de amigos que yo quería.

Más que nada porque desde siempre Palafox, Baruc y Emilio eran un grupo de chicos descarrilados. Samantha y Gilda —por ser hermana de Emilio la dejaban estar con ellos— siempre los acompañaban; y yo quería estar donde Armando se encontraba. Abrazarlo siempre que pudiera y besarlo frente a todas las chicas que se le quedaban viendo.

Pero siempre me excluyeron. Menos él. Armando Palafox sí me quería cerca. No sé qué le pase ahora que solo quiere alejarme para estar con cualquier zorra que le ponga en frente.

—Vale, ¿estás bien? Si quieres puedo...

—Saluda a Amanda de mi parte. Me dormiré ya.

—Hermana, sabes que...

—Apaga la luz al salir —le pedí, interrumpiendo su charla motivacional. Bloqueé el celular, le di la espalda a Lucrecia y me tapé la cabeza con la cobija. Escuché su suspiro y después la puerta cerrándose.

No me moví. Esperé a que mi hermana saliera de casa para destaparme y ponerme de pie. No voy a dejar esto así. ¡Merezco respeto! Haría y daría todo por él, ¿acaso no puede hacer lo mismo por mí? ¿No valgo eso para él?

Limpié mis mejillas con rabia, tomé mi celular, una chamarra y salí de mi casa.

⭒·⭒·⭑·⭒·⭒

Perfectamente caóticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora