CAPÍTULO 15

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Kratos se encontró abriendo sus ojos, sentado sobre la pared más alta que formaba el estadio. Había subido aquí a tomar aire fresco, la brisa que aquí golpeaba su rostro era muy agradable. El espartano miró hacia abajo para ver que los juegos previos aún seguían activos, cuando escucho que habrían "Juegos Recreacionales" esperaba algo interesante, pero solo se encontró con chicos de 15 años jugando juegos infantiles como buscar objetos o correr carreras.

En un principio, pensó que esto era lo mas ridículo que había visto, pero viendo desde un punto analítico esto era para entretener. Para que los chicos que ahora reían y se divertían disfrutarán de estos pequeños momentos, el solo ver a Atreus buscando un gato por el estadio, como tarea que le toco, lo hizo sonreír de medio lado. Todos ellos aún eran jóvenes y vivían en una sociedad que rebozaba de paz, no había guerras entre grandes naciones o conflictos dentro de la misma sociedad, solo tranquilidad.

Pero esto podía llegar a ser un arma de doble filo. La paz era algo que se disfrutaba, pero como consecuencia ablandaba y modificaba demasiado la cruda realidad. "En la paz los débiles viven y envejecen... en la guerra solo los mas fuertes llegan a sobre vivir", eso fue lo que aprendió en sus tiempos al trono como Dios de la Guerra, y hasta hoy en día, no encontraba forma de contradecir esa frase.

Dando un profundo suspiro, Kratos se puso de pie y dio un paso al frente, dejando se caer de la pared. Bajando a gran velocidad, sintió la tranquilidad que se le generaba al sentir el viento chocar con su rostro, y a los pocos segundos, cayó de pie en el césped levantando un poco de tierra.

A los pocos minutos de caminata, el azabache había llegado a los vestidores de la Clase-A. Y entrando a la sala, vio que varios de sus compañeros estaban aquí esperando el comienzo del torneo, algunos denotaban estar mas tensos que otros. Caminando por el lugar, el espartano llegó hasta una gaveta y saco otra chaqueta deportiva que la U.A le dio, ya que la anterior fue dañada por el ultimo ataque de Bakugou en la batalla de caballería. Y una vez tomo lo que necesitaba, se retiró.

-Uuffff...- Dando un profundo suspiro, Momo trato de calmarse. Ella estaba sentada a lo lejos de la puerta, y se relajó cuando el azabache de marca roja se había retirado de la habitación. Con sus manos sobre la mesa, comenzó a jugar con sus pulgares mirando el reloj colgado en la pared, solo faltaban unos pocos minutos para que el torneo comience.

-Nadie pensará mal de ti si no quieres pelear...- La joven Yaoyorozu escuchó a una preocupada Uraraka que estaba sentada a su lado. Ambas ya estando con sus respectivos trajes del festival deportivo -Yo debo de pelear con Bakugou... pero se que pelear contra él es menos riesgoso que pelear contra Kratos-san- Dijo con inseguridad dando una mirada al adolescente explosivo que estaba sentado a unas mesas de distancia.

-¿Pero vas a pelear contra el de todas formas?- Preguntó Momo que se mordió el labio inferior a la vez que movía de forma inquieta sus piernas. ¿Por qué tenia tanto miedo?, vio a su futuro oponente del torneo pelear y sabia que no podría ganar, pero lo que en verdad le atemorizaba eran las secuelas que podría tener, sin mencionar el hecho de fracasar ante un estadio lleno de personas que esperaban una batalla espectacular que ella no podría dar. Volviendo a mirar a la adolescente castaña vio que ella estaba también insegura.

-Si... no puedo perder esta oportunidad... ¿Qué vas a hacer?- Preguntó de nuevo a la pelinegra, que solo bajo la mirada para luego levantarse.

-No lo se...- Con esa respuesta salió de la habitación, solo faltaba unos minutos para el enfrentamiento y no podía llegar tarde. Juntando todo el valor que pudo salió de los vestidores para llegar hasta el extenso pasillo e ir a la arena de la pelea.

EN UN PALCO PRIVADO

Kratos se encontraba parado y cruzado de brazos frente a una gran ventana, mirando hacia todo el estadio. A su costado se encontraba una seria Kaori Yaoyorozu, que vestía un traje formal oscuro con una falda que llegaba asta sus rodillas.

Un espartano en un mundo de heroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora