No podía sacar a aquel hombre de mi mente. Todo él, su cuerpo, su voz, su deseo de dominar...joder, era un mal augurio para mi vida. ¿Cómo olvidar a aquel hombre que me hacía gozar de mi propia tortura? « El pequeño ángel ama ser poseído por el mismísimo Satanás. ¿Quién dijo que no podríamos disfrutar tan placenteramente lo prohibido? »