Jhetro Cavanagh podría haberse convertido en el nuevo Grinch hace nueve años atrás, cuando perdió a su vida, su luz... a ella. Odiaba ver las luces, odiaba los pinos, odiaba los villancicos y odiaba ver a la gente irradiar de felicidad en esas épocas. Incluso no podía estar frente una bola de nieve porque podría jurar que el aire se escapaba de sus pulmones. Le tenía fobia a las bolas de nieve, porque ella las amaba. Le tenía fobia a las luces y los pinos, porque ella los amaba. Simplemente le tenía fobia a la navidad, porque ella la amaba. Y todo lo que le recordaba a ella le dolía mucho, más aún cuando la perdió en nochebuena. Jhetro no pudo escapar esta vez como lo hacía cada año desde que ella se fue. Pero esa noche no pudo quedarse en casa, se sentía ahogado, tenía que salir de ahí. Nunca pensó que un pequeño paseo en nochebuena lo iba hacer cruzarse con un elfo. Cruzarse no, estrellarse con un elfo. Un pequeño elfo de ojos grises que juraba que tenía que llegar al polo norte antes de medianoche. Un pequeño elfo que sin quererlo podría haberse convertido en su milagro de navidad. ✓Obra registrada con todos los derechos reservados. ✓Prohibida su reproducción física y digital en otras páginas, redes, impresión entre otros medios. ✓ Prohibida adaptación o manipulación del contenido de la historia.