La poesía es un alma en pena que me posee al cubrir mis ojos con sus manos blancas haciendo de las mías su marioneta personal. Sintiendo por mis dedos la contextura del plumero. Olerlo. Entenderlo. Hablarle. Rezarle. Seducirle. Todo para que él cobre vida y escriba lo que ella se guarda, haciéndome escuchar entre el viento su voz y que exponga lo que me dice a las tres de la mañana.
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