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—Shōyō, ten cuidado. El vuelo puede llegar a ser tedioso, te voy a extrañar—abrazó a su hermano mayor quien la veía con ternura.

—Estaré bien Natsu, a pesar de no llevarte podrás irme a visitar  los fines de semana—le sonrió dándole pequeñas caricias en el cabello.

—Estaremos muy lejos, no creo que eso sea posible pero iré a visitarte. Lo prometo— le mostró el dedo meñique el cual Hinata lo estrecho junto al suyo.

—Te estaré esperando. Cuida de mamá—miró a la mujer mientras esta caminaba hasta ellos y los abrazaba.

—Dile a Nishinoya que iremos a verlo cuando podamos—habló la mamá de ellos otorgándole un beso en la frente a el mayor.

—Descuida, estaremos bien—le dedicó una sonrisa ladina.

—De tu primo lo creo, pero tú....Bueno, tú eres mi hijo y te conozco.

La pequeña familia Hinata se despedía, reían, bromeaban y sonreían haciendo que la despedida no fuera tan triste. La voz de una de las trabajadoras de aquel aeropuerto pronunció un: "Pasajeros con destino a Japón diríjanse a la puerta seis".

Hizo que el pelirrojo tomara su maleta y caminara hacia donde habían comunicado, Shōyō sabía que sería un largo viaje y no iba ser fácil el vuelo ya que el viajar desde Londres hasta Japón era un camino muy extenso.

Comenzaría a vivir solo. Bueno, no diría que "solo" ya que estaría conviviendo con Nishinoya, sin embargo. Tendría que trabajar para poder pagar aquel taller de Artes en la cual decidió estudiar.

Entre tanta multitud en un espacio limitado, a el pelirrojo le costaba encontrar el asiento que le correspondía pero de algún modo llegó hasta su asiento.

—Genial—murmuró sarcásticamente al darse cuenta que le había tocado a un lado de la ventanilla.

Hinata era de las personas que se mareaba constantemente mientras se encontrara en movimiento, por eso mismo había llevado consigo las pastillas las cuales usaba para dormir al estar de viaje. Claro que no era como si las pastillas fueran de su agrado, pero no encontraba mejor manera de controlar sus mareos.

—Parece como si quisieras matar la ventanilla—habló una persona la cual se sentaba en el asiento a un lado del pelirrojo.

—Eso quisiera—respondió frunciendo levemente el ceño—Oh, hablas japonés—procesó lo que había dicho aquel chico.

Hinata tenía un gran conocimiento del japonés, ya que su padre era Japonés mientras que su madre había nacido y crecido en Inglaterra.

La niñez del pelirrojo junto con su pequeña hermana se basaba en hablar el idioma japonés dentro de casa, mientras al salir de esta, eran libres de hablar el inglés.

—De igual manera, tú también hablas japonés—respondió el morocho acomodándose en su lugar—¿Estas de visita?.

—No, no. Yo vivo aquí, iré a Japón para tomar un curso del Arte—lo miró mientras le explicaba.

—Ahora veo porque tienes rasgos asiáticos y al mismo tiempo...

—Lo sé, lo sé—lo interrumpió acomodándose las gafas—Tú eres de Japón, ¿cierto?.

—Lo soy, sin embargo al igual que tú he venido a Inglaterra a tomar un curso.

—Oh, ¿en serio?. ¿Qué tipo de curso fue?.

—Cirugía—contestó sin más.

—¿Eres un doctor?—preguntó entusiasmado—A comparación de mi trabajo que es solamente trazar y dibujar el tuyo parece más serio y complicado.

—Lo es, sin embargo escogí trabajar en esto para poder ayudar a una persona, la cual no la he visto en mucho tiempo. Cada vez que quiero dejar todo y me frustro pienso en esa persona y, me da la fuerza que necesito para volver a empezar. En algún momento encontrarás la motivación que tanto buscas en tu trabajo.

—Eso es verdaderamente profundo...

Hinata en ningún momento tomó de aquellas pastillas ya que había olvidado por completo sus mareos, le parecía interesante hablar con la persona que le había tocado sentarse junto a él.

                        ~

—Nos vemos luego—se despidió de su acompañante de asiento cuando divisó a su primo esperando por él—Por cierto, mi nombre es Hinata Shōyō.

—Iwai...

—¡Shōyō!—gritó Nishinoya abalanzándose hasta el pelirrojo quien lo recibió con un abrazo—Me hiciste esperar demasiado, ¿tienes idea de cuantas horas he estado sentado?. Mi trasero me pedía a gritos que me levantara de ahí.—señaló los asientos de espera.

—Lo siento, lo siento. El vuelo se retrasó por unos minutos y mi teléfono se quedó sin batería—jugaba con sus pequeños dedos—¡Ah!, los lentes Noya, ¡los lentes!—le advirtió sintiendo como las gafas eran oprimidas por el abrazo del castaño.

Cuando el par de chicos estaba por irse, Hinata había recordado que no se despidió del chico quien le hizo compañía durante el trayecto hacia Japón, y ahora no podía visualizarlo entre las personas que pasaban.

—Otro día me podré despedir—murmuró para sí mismo.

—¿Qué tanto hablas?, el tren saldrá en un par de horas. ¿Hay algo que quieras hacer?—preguntó mientras se dirigían a la salida.

—¿Podemos ir a visitar a un amigo?, trabaja cerca de aquí. Creo...

—Pues vamos, ¿Qué esperas?

NUESTRA HISTORIA -KAGEHINA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora