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Una semana en la cual Kageyama y los dos pelirrojos habían pasado entre caminatas, risas, preguntas por parte de la menor y salidas hacia lugares desconocidos.

En dos días Natsu y Shōyō se despedirían para volverse a ver dentro de algunos meses ya que, la pelirroja debía volver a sus clases. Nishinoya y Asahi habían vuelto de sus vacaciones, el castaño menor cuidaba de Natsu cuando Shōyō tenía que asistir a la prefectura.

En esos días lo único que podía pensar Hinata en ese momento en el que, su primo le preguntaba qué tan importante era el azabache para él, no podía describirlo, era cómo si le preguntaran qué color representan los sentimientos. Dejándose llevar por lo que sentía siguió pasando el pincel con colorante en el cuadro que estaba por terminar y ser presentado en la prefectura.

Sus nervios lo estaban comiendo vivo y se preguntaba si era buena idea presentar el cuadro que estaba haciendo o llevar alguno que ya tuviera hecho. Era cierto que desde que el pelirrojo llegó a Migayi sus pinturas variaban, podías encontrar cuadros llenos de vida y otros con colores opacos y oscurecidos.

-Rayos-miró por el ventanal del aula dándose cuenta que comenzaban a caer pequeñas gotas.

El pelirrojo recorrido los pasillos de aquel edificio, miro por todos los lugares buscando rastro de algún paraguas olvidado, pero no encontraba ninguno así que decidió retirarse de la prefectura.

Salió por la ancha puerta dándole paso a la brisa húmeda del cielo, no había rastro de nubes grisáceas o el sol escondiéndose entre ellas, por lo tanto la humedad se hacía ligeramente cálida y pegajosa.

-Idiota, no trajiste paraguas-se acercó hasta el pelirrojo resguardándolo de las gotas.

-El televisor no predijo nada de esto-miró al azabache con obviedad.

-De igual manera deberías traer uno para estos casos-miró a su alrededor-Vamos.

Hinata asintió siguiendo a Kageyama, la sombrilla no era de gran tamaño lo que provocaba que la distancia entre los jóvenes se hiciera mínima.

Hinata miró de reojo al azabache y nuevamente las palabras de Nishoya volvían a él como matiz que no se podría borrar. Kageyama al sentir la pesada mirada que le transmitía el menor, entrelazó su mirada con la de él y entonces suspiró.

El azabache necesitaba ser escuchado y la garganta le quemaba por tratar de hablar lo que pensaba pero, sus palabras no podían ser pronunciadas, tomó valor, dejó que sus labios hicieran un sutil resoplido y frunció el ceño.

-Trate de buscar una buena imagen que pudiera recordar toda mi vida, la encontré pensando que sería un buen paisaje. Pero, al emocionarme por la primera imagen deje de mirar otros paisajes. Sin embargo, cuando me di cuenta la primera imagen que guarde se estaba deteriorando, entonces miré por primera vez una puesta de sol tan detalladamente, quedé impresionado y maravillado por los colores que me transmitió en ese momento, me quedé prendado a su color, a sus rayos que destilan luz, una luz acogedora.

Las nubes comenzaban a tomarse un tanto rojizas, las gotas de la lluvia parecían no cesar, el sol parecía radiar más destellos provocando que un arcoíris se formara en el cielo, charcos se formaban en el pavimento reflejando lo que estuviera a su paso, y las pequeñas gotas de agua reflejaban los colores del arcoíris.

Hinata miró confundido a Kageyama, pero a pesar de eso de alguna manera entendía lo que trataba de decir, trató de hablar pero sus palabras parecían no querer salir de sus labios, el azabache miró una vez más al pelirrojo y se acercó a él sosteniendo el mango de la sombrilla con fuerza para después juntar sus labios en un ligero roce con los de Shōyō.

Un ligero roce que inundó a Hinata por maravillosos colores, sus ojos se encontraban abiertos por la sorpresa y, en el momento que sintió que Kageyama se alejaría tomó su playera reteniéndolo en su movimiento y profundizar aquel beso.

Sus movimientos eran sutiles, con delicadeza, parecía que necesitaban disfrutar de aquel tacto tan cálido lleno de mezclas coloridas, llena de pequeñas perfecciones y ligeros movimientos.

Los dos jóvenes habían encontrado sus respuestas que tanto los habían confundido y tan desgastantes habían sido de tanto haberlo pensado, habían encontrado la gran respuesta, pero. Pero, se habían saltado lo más importante para haber obtenido el resultado.

¿Cuál era?

Tanto el azabache como el pelirrojo habían olvidado que; en todo problema se encontraban intervenciones, lo cual. Ellos no habían resuelto y, simplemente se habían dirigido hasta el resultado.

No obstante, los dos jóvenes comprenderían que retrocederían pasos para que aquel resultado no sea erróneo. Querían hacerlo bien, podrían tardar pero los dos querían comprender y aprender antes del resultado final.

-¿Qué significa esto?-susurró regresando a su postura inicial.

-Lo dejaré a tu imaginación-se reincorporó siguiendo su camino-Vamos, nos queda un largo camino.

Hinata frunció el ceño dirigiéndose hacia el azabache protegiéndose de la lluvia e hizo un mohín dejando a la vista el intenso color carmín que se asomaba en por sus mejillas.

-Eres malo Kageyama...

-Lo soy.

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-¡Estoy en casa!

-¡Hermano!-corrió la menor hasta abrazar al pelirrojo.

-¿Tanto me extrañaste?-dejó su chamarra en el perchero. Sonrió.

-No te emociones mucho, simplemente lo hago porque mañana me iré-hizo un puchero aferrándose a su hermano.

Los pelirrojos disfrutaron de su último día juntos, se divirtieron mientras veían novelas, Shōyō creyó que el hacer palomitas en microondas era bastante fácil. Pero, al abrir el empaque se dió cuenta que algunas de estas se habían quemando.

De igual forma esto no detuvo a los pelirrojos, y cuando Nishinoya se encontraba en el departamento cenaron juntos, disfrutaron de una charla familiar que resultó ser sumamente cálida. Cuando el pelirrojo miró nuevamente su teléfono y entró a la aplicación de mensajería encontrándose con la conversación de Kageyama, su memoria le jugó una mala jugada recordando aquel beso que hizo que su interior estallara colores de diversas tonalidades haciendo que sus mejillas tomaran un rubor ligeramente intenso.

Con manos temblorosas y los sonidos de sus palpitaciones recorriendo su ser, decidió mandarle un mensaje a Tobio usando como excusa su exposición de aquel cuadro que estaba por terminar.

Hinata: ¡Bakayama!, en algunas semanas será la exposición de la prefectura, así que espero verte merodeando por ahí ;).

NUESTRA HISTORIA -KAGEHINA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora