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Oikawa parecía sentir la garganta ligeramente amarga, su semblante cambió a uno serio, la escena que presenciaba no era del todo grata para él.

No podía evitar sentirse frustrado por ver a Kageyama sonriendo junto a una pequeña pelirroja, su mira se desvió hasta la espalda del azabache quien, llevaba alguien en su espalda agarrándolo con fuerza como si su vida dependiera de ello. Por un momento parecía como si los rayos de Sol le dieran directamente en los ojos.

Oikawa realmente odiaba el sol.

—Tobio-Chan—contestó sin ocultar su mal humor.

—¿Chan?—la pelirroja miró extrañado al azabache—¿Puedo llamarte así?—brillaron sus ojos.

—Me gusta más "Tobio-Ni"—abrió la puerta de su departamento para después mirar al castaño—Espérame un par de minutos.

—Espero que tengas una buena justificación, Tobio-Chan—chasqueó la lengua mirando atentamente los movimientos del contrario.

El azabache cuidadosamente acomodó a Hinata en el sofá, le dió una pequeña mirada antes de soltar un ligero suspiro, llenándose una última vez de calidez y hablar con Natsu para decirle que era libre de dar un recorrido por el departamento, al pelirrojo asintió yendo a la planta superior.

Kageyama salió del departamento cerrando la puerta, tanto Tooru como Tobio permanecieron en silencio por varios segundos.

—¿No me dejarás entrar?—miró la luna quien era cubierta por las nubes grisáceas.

—No creo que sea adecuado en este momento—recordó a los dos pelirrojos.

—Es por ellos, ¿cierto?—subió su tono de voz señalando el departamento.

—Cierto—contestó con simpleza ganándose una mirada fulminante por parte de Oikawa.

—¡Llevas más de dos días sin darme respuestas!—sus ojos comenzaban a picarle—¡Eres un inútil Tobio, eres una persona detestable, me has abandonado y he sufrido por tu culpa!

—Te llevaré a casa, luego tendremos tiempo de hablar de esto.

El azabache iba a pasos lentos hacia las escaleras, Oikawa sentía su sangre recorrer por todo su cuerpo con una frustración inmensa, Kageyama se estaba comportando diferente con él, no quería volver a estar solo y el recordar la imagen de hace unos instantes le hacían rabiar.

—No puedes dejarme Tobio-Chan, no tienes por qué dejarme...

Oikawa ahogó un quejido al nuevamente recordar la sonrisa que el azabache le dedicaba a la pequeña, una sonrisa que parecía ser sutil pero brillante. Se odiaba a sí mismo por no ser como él, si tan solo tuviera algo de "eso" que tiene Tobio, pudiera lograr múltiples cosas.

Kageyama llevó a Oikawa hasta su casa, al llegar a la casa del mismo, Tooru le dijo al azabache que lo lamentaba.

El azabache quería dejar la platica despidiéndose de Oikawa con un "Nos vemos después, me esperan en casa" y, fue en ese momento donde Tooru pudo apreciar los ojos de contrario, parecían tener un brillo singular y por ende se veían más hermosos.

Al cruzar por la puerta de su departamento Kageyama se encontró con un pelirrojo esperando por su llegada, con una taza de café en mano sentado en el sofá.

—He vuelto—susurró llamando la atención del pelirrojo.

—Bienvenido—le sonrió llenando sus fosas nasales con el aroma de la bebida.

—¿Te desperté?—se acercó hasta tomar asiento a un lado del pelirrojo.

—Hmm, digamos que así fue...—siseó buscando las palabras correctas.

—Ah, ya veo—frunció su entrecejo—Lamento haber arruinado el cumpleaños de Natsu...

—No te preocupes por eso—llevó su mano hasta la pierna del azabache dándole una pequeña palmada en ella—Por cierto, Natsu se quedó dormida en tu habitación.

Cuando Kageyama se encontraba fuera de su departamento, la pelirroja despertó a su hermano mayor diciéndole que el mayor se encontraba fuera y parecía que discutía con alguien. Shōyō procuró que su hermana no se entrometiera en ello, por lo cual. Le otorgó el permiso de recorrer la casa ajena a su gusto.

—Deberías ir a descansar con ella—posó su mano sobre la de el pelirrojo, quien seguía con la posición de su mano en la pierna del mayor.

—¿Dónde dormirás?—miró con duda al azabache.

—En el sofá.

—Denegado—movió su cabeza de derecha a izquierda—El sofá no es muy cómodo—recordó lo incómodo que se sentía al estar recostado en este.

Hinata sin esperar alguna respuesta por parte del azabache tomó en un sutil movimiento su mano, se levantaron del acolchonado sofá dirigiéndose a la habitación de Kageyama, al entrar encontraron a la pequeña pelirroja ocupando la mayor parte de la cama.

Tanto el pelirrojo como el azabache cruzaron miradas y sonrieron enternecidos. Kageyama decidió en que la mejor manera de dormir en la pequeña pero acogedora habitación seria, que el pelirrojo descansara junto a su hermana y él tendería un futon.

—Ya es tarde—miró el pequeño reloj que se situaba en la mesita de noche.

—Lo es—murmuró acomodándose entre las frazadas.

—Kageyama, dime algo—giró su cuerpo en la cama, en dirección del mencionado—Cuando preparas cereal, que viertes primero ¿El cereal o la leche?

—Que pregunta más tonta—sonrió negando con la cabeza agitando sus hebras azabachadas—La leche.

—Tu respuesta es tonta—rió por lo bajo—El cereal es primero que la leche.

—Claro que no. Es como si te preguntara qué es mejor, ¿la leche o el café?—frunció su ceño.

—Estamos de acuerdo que es el café.

—La leche idiota.

—Café.

—Leche.

El pelirrojo y el azabache cesaron su discusión al escuchar como Natsu se movía acomodándose mejor en el colchón volviéndose a quedar en un placentero y profundo sueño.

—Es mejor que ya nos duérmannos—habló el azabache ganándose un asentimiento por parte del pelirrojo.

Buscaron una postura en la cual pudieran descansar y al encontrarla la habitación se llenó de la melodiosa respiración que salía de sus delicadas narices.

                   ———

Hinata se despertó por su teléfono el cual, daba la notificación de que Nishinoya le estaba llamando. El pelirrojo tomó el aparato electrónico y tratando de hacer el menor ruido posible salió de la habitación dirigiéndose a la planta baja.

—¿Bueno?—contestó soñoliento mirando la ventana en la cual podía distinguirse las estrellas.

—¡Shōyō!—se emocionó—¿Cómo va todo?.

—Noya, espero que tengas una buena excusa para llamarme en plena madrugada—despegó el teléfono mirando la hora.

—¿No puedo saber cómo está mi primo favorito?—habló pícaramente.

—Noya.

—Esta bien, esta bien. ¿Dónde estas?.

—En el departamento de Kageyama—cerró los ojos pesadamente.

—Te has vuelto bastante cercano a él, más de lo que esperaba.

—Sí, algo así.

—Hinata—el nombrado guardó silencio esperando a que el castaño terminara—¿Qué tan importante es para ti, Kageyama?

La brisa entró por la ventana moviendo las telas que la resguardaban, los cabellos de Hinata se movieron conforme esta soplaba y un escalofrío recorrió su ser, acelerando ligeramente sus latidos...

NUESTRA HISTORIA -KAGEHINA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora