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Hinata se sentía acorralado y al mismo tiempo desconcertado, "el trabajo de vida o muerte" como lo llamó el castaño, era realmente de morir o vivir en el intento.

Para Hinata el entregar platillos  a varias mesas era realmente complicado, olvidaba instantáneamente lo que cada consumidor pedía. Lo único que le quedaba era confiar en su instinto.

Que por el momento no había fallado.

Entraba y salía del la cocina provocando un rechinado por parte de la entrada de esta. Los compañeros del pelirrojo trataban de ayudarle, le daban consejos sobre cómo manejar la bandeja.

El pelirrojo pedía a gritos que lo salvaran de aquella situación, y los trabajadores podían notarlo, sin embargo temían que no podían hacer mucho mas que darle consejos.

—Hinata, entrega esto a la mesa seis—le entregó tres vasos con agua en la bandeja.

—¡Claro!—gritó sin darse cuenta que había llamado la atención.

Kageyama se encontraba lavando los cubiertos que se mantienen sucios por ya ser usados, tenía el ceño ligeramente fruncido. Pues, la manera de encontrarse con el pelirrojo fue de manera inesperada.

Momentos antes. Cuando el pelirrojo había comenzado a "trabajar" sus miradas se encontraron, Hinata comenzó a reírse por lo bajo al ver el rostro fruncido de Tobio.

—¡Ah!, ¡lo siento, lo siento!—hablaba alterado el pelirrojo al
darse cuenta que había chocado con uno de sus compañeros.

Los vasos de cristal se encontraban en el suelo, sin embargo ahora eran reducidos a pequeños fragmentos que podían ser peligros para cualquiera que pasara por ese lugar.

Hinata suspiró aliviado al saber que su compañero se encontraba bien y que él mismo había recibido el impacto ya que, el uniforme del restaurante se encontraba húmedo.

—No tienes porque preocuparte, todos los que estamos aquí hemos hecho algo como esto—habló tranquilamente mientras recogía la bandeja para entregársela al pelirrojo—Deberías secar el uniforme o tendrás un resfriado.

—Lo haré, pero recogeré todo esto primero—señaló los vidrios del suelo.

Kageyama se encontraba riendo por lo bajo, pero más que una sonrisa parecía una mueca. Parecía comprender que el pelirrojo tenía una maldición con ser golpeado por objetos o personas.

—Kageyama, ¿podrías ayudar a Hinata?—habló su compañero Takahiro.

El azabache no podía negarse a la petición por ser parte de su labor, sin embargo mentalmente maldecía cada uno de los sucesos mientras se acercaba a Hinata, quien se encontraba recogiendo los cristales.

—Eres idiota, ¿ya te lo habían dicho?—susurró por lo bajo.

—No, pero te debo felicitar por ser el primero—le sonrió sarcásticamente para después soltar un quejido—Oh, me corte.

—Realmente eres idiota—juntó los últimos pedazos para después tirarlos—Ven conmigo.

—¿Acaso me quieres secuestrar?—se levantó del suelo siguiendo al azabache—Tal vez me quieres llevar contigo para después asesinarme. Por algo eres el chico de la mirada asesina—le guiñó el ojos haciendo que Tobio chasqueara la lengua.

—Claramente te asesinaría si pudiera. Pero lamentablemente para ti, no lo haré—entraron a otra habitación que a la vista del pelirrojo parecía ser algún tipo de almacén.

—¿Qué haces?—se sorprendió al sentir que el azabache tomaba su mano.

—Revisando la cortada—limpió con un pañuelo los restos de sangre.

A pesar de ser una pequeña herida, Kageyama la desinfectaba con delicadeza agregándole una tira la cual mantenía el pequeño corte protegido.

La pequeña estatura de Hinata era muy notable al estar junto a Tobio, esto hizo que el azabache riera internamente mirando aquel cabello que resaltaba en cualquier lugar, teniendo un color tan peculiar y llamativo.

Kageyama pensaba que en realidad parecía ser que Hinata era llamativo por tener similitud con el sol.

O tal vez por ser un idiota.

—¿Qué tanto miras, chico de la mirada asesina?—cruzaron miradas provocando que sonrieran al mismo tiempo.

—Nada de tu incumbencia, chico del cabello multicolor—golpeó suavemente la frente del pelirrojo con su dedo índice.

Kageyama nuevamente miraba aquel cabello que al parecer tenía restos de pintura era la primera vez que veía un color tan peculiar. Sin embargo, de alguna manera sentía empatía por el color de sus cabellos.

Hinata pasó su mano por su cabello frunciendo el ceño ya que le molestaba el saber que, nuevamente se había agarrado el cabello con restos de pintura en sus manos.

—No diré nada al respecto—se rindió al no tener palabras para contraatacar—Pero para ti soy, Hinata Shōyō.

El nombre del pelirrojo retumbó por los pensamientos del azabache al recordarle la historia que sus progenitores le contaban. Parecía tan extrañado y al mismo tiempo parecía ser que estaba feliz.

—Kageyama Tobio—acomodó un poco las cosas que había utilizado momentos antes.

~
El pelirrojo se encontraba caminando tranquilamente hacia su departamento, sin embargo su caminata fue interrumpida por un mensaje de Nishinoya.

Noya:Shōyō, ¿cómo te fue en el trabajo?.

Shōyō:Fatal, choqué con alguien y derrame tres vasos de agua.

Noya:Siento haberte enviado pero sólo será por dos semanas.

Shōyō:No fue tan malo después de todo, así que sí podré con estas dos semanas.

Noya:¡Así se habla!, como recompensa tendrás que venir a la casa de Asahi y ver con nosotros el partido de voleibol de Argentina contra Japón.

Shōyō:Eso se escucha interesante...,voy para allá.

NUESTRA HISTORIA -KAGEHINA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora