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Hinata al pasar por cada rincón de Tokyo quedaba maravillado con cada uno de los paisajes que le otorgaba. Siempre había llegado a Miyagi directamente y no había tenido la oportunidad de ver lo grande y bonito que era Tokyo.

—¡Kuroo!—gritó el  pelirrojo viendo a su amigo salir del departamento donde trabajaba.

—¡Hey!. Enano, ¿qué te trae por acá?—caminó hasta donde Hinata y Nishinoya se encontraban.

—Se podría decir que estoy de visita, al menos por unas horas.

—Ya veo—concluyó el mayor—Oh, ha venido en otro enano—miró en dirección hacia el castaño quien lo miraba como si lo fuese a matar.

Se mantuvieron hablando un par de horas, en transcurso del tiempo Nishinoya se unió a la charla haciendo que el momento fuera más divertido y abrasador.

El tiempo pasaba rápidamente lo que hizo que el pelirrojo y su acompañante se despidieran del joven gatuno.

Caminaban a pasos apresurados ya que el tren abordaría en unos pocos minutos, mientras llegaban a la estación Nishinoya no hablaba de alguna otra cosa mas que de cuanto había cambiado Miyagi.

—Han puesto edificios, ¿puedes creer eso?. Yo aún no lo he podido procesar del todo—animadamente hablaba el castaño.

—Lo creo, y llevas hablando sobre eso los últimos diez minutos—soltó pequeñas carcajadas mirando a su primo.

—Lo sé, pero me es inevitable no pensar en eso, además que hay un restaurante dentro de los edificios—brillaron sus ojos demostrando su entusiasmo—Y en el restaurante trabaja Asahi, lo cual es bueno porque puedo verlo todos los días portando ese traje negro que resalta...

—Noya, muchos datos—lo miró extrañado—No quiero sonar aguafiestas pero ya hemos llegado—señaló el lugar que se encontraba frente a ellos.

Los jóvenes abordaron el tren que con mucha impaciencia habían esperado por horas. Hinata en el momento que comenzaron a estar en movimiento se quedó profundamente dormido. Por otro lado estaba Nishinoya, quien se sentía un pervertido por pensar demasiado en su pareja.

                       ~

—¿Cómo has podido dormir todo el camino?.

—Digamos que.... Hmm, tal vez no quería escuchar el como pensabas cosas perversas sobre tu novio—lo miró con disgusto al imaginarse las palabras que hubieran salido de los labios del castaño.

Noya era dulce y en algún punto muy divertido. Sin embargo algunas veces Hinata no podía creer que su primo jugara con palabras que en algún punto se tornaban un tanto incómodas.

El pelirrojo miraba lo mucho que había cambiado Miyagi, a pesar del cambio radical que este comenzaba a tener, seguía teniendo ese sentimiento de calidez  y un clima encantador para cualquiera que lo visitara.

—¿Listo para conocer a mi futuro esposo y padre de mis hijos?—preguntó Nishinoya antes de golpear suavemente la puerta.

—¿¡Qué!?, espera un minuto—parpadeó un par de veces y volvió a hablar—¿Acaso este no es tu departamento?—se escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

—¡Asahi!—se abalanzó hacia el castaño mayor saltando y abrazándolo por un pequeño lapso de tiempo.

Hinata no obtuvo respuesta de Noya, no obstante le pareció algo curiosa la estantería que se encontraba a la vista del pelirrojo, dejando ver un balón de voleibol y unos cuantos reconocimientos.

—¿Gustan algo de beber?—preguntaba Asahi mientras los hacía pasar.

—¡Yo quiero té!—el del mechón rubio lo miraba dulcemente mientras levantaba una de sus manos.

—Yo preferiría café—el pelirrojo tomó asiento a un lado de su primo quien palmeaba el lado derecho del sofá.

Mientras esperaban que el agua comenzara a hervir, los tres jóvenes empezaron a hablar sobre cómo Hinata y Nishinoya podrían ser primos. A simple vista no lo parecía pero viéndolos detalladamente tenían un gran parecido.

Podría decirse que una de ellas era su estatura.

Hinata al mirar por el ventanal había podido ver una área común, a decir verdad lo que le había hecho quedarse con un sentimiento cálido fue el ver una chancha de voleibol.

Y sin pensárselo demasiado, el pelirrojo decidió ir. Recordando su pasatiempo favorito en Inglaterra.

—Nishinoya, saldré a dar un recorrido por el edificio—habló Hinata quien bebió su café lo más rápido posible.

—No hay problema, pero asegúrate de no perderte. Si hay algún inconveniente llámame.

Claramente Hinata no sabía si el castaño hablaba sarcásticamente o en realidad se le había olvidado que el teléfono del pelirrojo no tenía batería. Cuál fuera la razón de este, Hinata no objetó en ningún momento.

                       ~

El azabache caminaba hacia el departamento donde vivía, había sido un día largo y lo más que pedía en ese instante era poder dormir. Bueno, primero tomar una taza de leche y después dormir.

No obstante sus pensamientos fueron interrumpidos por unos cabellos pelirrojos que pedían a gritos que los mirase, entonces sus pasos se hicieron más lentos y cautelosos.

Miró la pequeña espalda que era remplazada por la parte frontal de él. Por inercia el azabache levantó su mirada encontrándose con los ojos de aquel pelirrojo quien también lo miraba extrañado.

Se miraron por un pequeño lapso de tiempo que parecía ir lentamente. Kageyama siguió caminando con normalidad, mientras que Hinata se limitó a hacer cualquier movimiento.

Y entonces. Sólo bastó un momento, un segundo, un instante para que el azul de la noche se encontrara con la luz resplandeciente del sol, haciendo una vista deslumbrante y un clima realmente cálido...

NUESTRA HISTORIA -KAGEHINA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora