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 - Lo dicho y explicado hoy, caballeros, debe mantenerse en el más profundo silencio de vuestra memoria, pues nadie sino unos pocos, son conocedores de esto y de como se lleva acabo. -El duque camina arriba y abajo por la sala lentamente, con las manos juntas a su espalda y vestido con unas ropas mucho menos formales esta vez.- Es sabido que mi codicia y ambición son aquello que a lo más alto me ha llevado y lo que me ha permitido ser conocido y respetado allá donde mi nombre llega sin embargo, tal ambición no es correspondida con cuanto ahora es en mis manos. -Tras esas palabras se para delante de una mesa que yace en el centro adornada con un enorme mapa de las tierras del duque y que informa de todos los reinos que rodean el suyo, además de bosques, ríos y montañas.- Todo gran hombre tiene en sus manos el arma y el equino que solo él puede tener y que lo aleja de cuanto humano pueda conocer en su vida. El Cid tiene a Babieca, Amadís a Rocinante y Arturo, en pos de su caballo, tiene el arma del Señor: Excalibur. Si el nombre de esta espada nunca ha sido en vuestro vocabulario, es importante que ahora lo sea pues ella os reúne aquí en el día de hoy.

> Todos quienes conocen a Arturo y quien fue él sabe que sus hazañas vinieron seguidas de búsquedas impensables e inacabables de los objetos más codiciados que hay en la tierra, desde el Arca de la Alianza hasta el Santo Grial, sus caballeros buscaron sin descanso tales objetos. -Hace una pausa mirando el mapa.- Ninguno de éstos fue encontrado, quizá realmente son perdidos en la grandeza del mundo o invenciones de algo que jamás sabremos si sobrevivió o no. -Vuelve a mirar a los caballeros uno a uno.- Excalibur. De ella sí que puedo ser consciente de su existencia pues Arturo es tanto leyenda como historia. No hay nada de sagrado en ella y aún así contiene la magia de todo ese universo. En mi persona entra la razón y comprendo que magia no hay otra que el poder de Dios y ello es lo que urge mi búsqueda. No busco por ello ningún objeto inalcanzable, busco un objeto perdido. Mis habilidades y mis tropas son quienes han construido este reino y no cualquier objeto. -Vuelve a callar durante un instante recuperando el aire y volviendo a su vagar por la sala.- Pero deben tenerse pocas luces para no oír sobre ese objeto y comprender su importancia: es el nombre y su historia la que puede darme nombre e historia. -Se queda quieto delante de los caballeros, que se han mantenido en silencio hasta el momento escuchando su discurso.- He enviado a incontables números de caballeros en su búsqueda. He sido consciente desde el primer momento que muchos de ellos no volverían y, en efecto, no lo han hecho. Las tierras y el cielo han sidos movidos bajo mi mando con tal de encontrar Excalibur y, tras muchos años, está en mi conocimiento el único paradero del que puede ser dueña. El camino no es llano ni rápido, muchos son lo que como yo buscan el beneficio de esa espada, más yo os pregunto ahora, caballeros, ¿cual de vosotros está dispuesto a correr los riesgos?.

> No perdáis vuestra templanza si con buenos ojos no veis esta empresa, no es mi idea el perder a cuantos sois ahora mismo aquí. Sin embargo, queda desde ahora escrito que quien traiga lo que ansío con buen gusto su deseo será recibido, sin importar el valor de éste mismo. ¿Queréis riquezas? ¿Tierras? ¿La mano de una dama o en la nobleza más cercana a la mía estar? ¿Ansiáis todo esto? Entonces ayudadme en esta búsqueda y si volvéis con ella se os será concedido.

- Señor, -uno de los caballeros habla entonces, sin osar cruzar miradas con el duque.- ¿cual es el precio a pagar si con las manos vacías somos obligados a volver?

Seokjin niega con la cabeza.

- ¿Es un caballero capaz de renunciar y retirarse? ¿Es justo eso después de conocer tan gran premio?

- ¿Quiere entonces que muramos por Excalibur?

- No, quiero que muráis por mi.

El silencio reina entonces en la sala, custodiando los pensamientos de cuantos son ahí, maquinando en sus cabezas opciones y estrategias. Imaginando las opciones que podrían llegar a abarcar si al aceptar debieran retirarse y, en ese caso, donde encontrar un hogar de nuevo. Todos tienen claro que sus opciones ante ello se disputan entre la vida y la muerte pero, en este momento, ante el duque, las opciones con las que juegan son las de honrar a su familia o volverse el desprecio de sí mismos para el resto de sus vidas.

El canto del caballero [bts]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora