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 Entre las dos grandes montañas de Pristo y Tottersen, y junto a un gran bosque lleno de helechos, es el castillo del duque Kim Seokjin, cuyas hazañas son conocidas a lo vasto y ancho de sus tierras y las vecinas. Es un castillo repleto de grandes balcones y cristaleras, hecho a la medida del gusto del duque propietario, con grandes salas de reuniones en las que él y su esposa, junto a sus tres hijas, reciben a una gran cantidad de invitados y donde también celebran sus más ostentosas fiestas. Un hogar lleno de comidas deliciosas, tan diversas como las tierras que Seokjin ha conocido, con todas sus esquinas protegidas por la mejor guardia que cualquiera podría desear, guardando todos los tesoros imaginables día y noche, sin perder momento. Y no solo residen en este gran castillo la familia propietaria, sino que viven entre sus paredes un gran número de personas: las cocineras que trabajan sin parar, damas y damiselas, el séquito del noble y todos quiénes les son útiles, soldados y cazadores también.

Alejados de esta fortaleza, pero no lo suficiente para considerarlos de otro lugar, se esparcen aquí y allá todos los soldados bajo las órdenes del capitán Min Yoongi, conocido también en todas las tierras y disputada su lealtad entre todos los nobles por su gran agudeza en los batallas y sus estrategias tan estudiadas. No hay enemigo que resista el blandir de su espada, ni ejército que vuelva a casa ganando las luchas si es contra él que pelean.

Pero aunque todo pueda parecer perfecto e idílico, has de saber, lector, que elduque no está contento con lo que tiene, porque no tiene lo que a su poder se ha hecho a medida. Igual que los caballeros necesitan de sus corceles para ser de buen nombre, en el arte de la guerra Seokjin siente que su espada no es digna de él. Es por eso que, año tras año, envía a miles de caballeros en busca del más famoso y buscado objeto: Excalibur. Son muchos los caballeros que, en nombre de su noble señor, han emprendido la búsqueda de una espada cuyo paradero permanece completamente desconocido, volviendo con sus manos vacías o muriendo en el intento. Si tan solo el rey Arturo hubiera dejado la espada junto a su lecho, Seokjin podría aceptar que aquella nunca podría pertenecerle, porque no había nada más sagrado que el sepulcro de un rey, bendecido por la luz del Señor y amparado entre sus brazos durante toda la eternidad, pero Arturo hizo que su más fiel caballero (cuya fidelidad es ahora dudosa) devolviera la espada al lugar del que provino y, teniendo en cuenta como resultó la vida de los caballeros de la mesa redonda, de Lancelot, Ginebra y el rey, el duque es incapaz de pensar que esa espada pueda estar escondida en algún lugar sagrado. Su paradero debería ser cercano a donde el rey pasó sus últimos días de vida, pues tal objeto no pudo ser devuelto por alguien que rehusó a su rey, que tantas cosas buenas le dio en vida. Es por esto que mientras Seokjin tenga caballeros a los que enviar, seguirá buscándola.

Ahora, aún así, no es su prioridad el comenzar una nueva búsqueda de la espada, pues su hija mediana acaba de ser prometida con un joven marqués de una familia cercana. Es momento de celebración y de jolgorio, así que junto a su familia invita a todo el mundo cortesano a festejar un casamiento arreglado, en el que ambos nobles unirán fuerzas por un futuro prometedor y donde las tierras se vuelven más y más anchas con el pasar de los años. Hoseok, de la familia de los Jung, y Heejin, de los Kim.

Las hijas de Seokjin son las más bellas que se han podido ver en este mundo, todos quisieran un minuto a solas con ellas. Haseul fue la primera en casarse y marchar del castillo de su padre cogida de la mano del caballero Jaebum. Años hace que sucedió tal hecho y ahora que la hija mediana lleva el mismo camino, el gran duque siente su corazón sombrío por su partida. Porque la pequeña ya tiene algunos pretendientes cerca suya y no puede creer que dentro de poco su castillo quedará desierto.

Las fiestas de la boda empiezan pronto en palacio. Con gente corriendo arriba y abajo, con cartas e invitados llegando a todos los rincones posibles y llenando todas las tierras de esa vida exclusiva a la que tan pocos pueden aspirar, los caballeros de Min Yoongi no son menos, sin embargo solo los más selectos tienen la oportunidad de pasar el día en palacio.

- Quedan invitados de tu caballería tantos soldados como Arturo contaba en su mesa redonda. -Dice Seokjin entregando las invitaciones al capitán.- Solo los más virtuosos deben ser los que reciban estas invitaciones, te insto a escoger de buena manera quienes serán los más apropiados para no solo proteger, sino también festejar, la boda de mi hija.

- Como usted quiera, señor. -El capitán habla claro y conciso, dando una pequeña reverencia antes de partir.-

Min Yoongi es un hombre escueto en sus palabras que, sin embargo, llegan a ser tan certeras que hasta los monstruos más temibles han temblado en su presencia. No pierde nunca la templanza, tal y como un buen caballero debe hacer, rigiéndose por las normas de caballería que durante tanto tiempo han sido impuestas y acatadas de buena forma. Pese a ello, corren los rumores de que es un amante apasionado y que muere por su esposa Yujin, de quien consiguió el amor tras sus primeras batallas. No escatima en demostrar con grandes regalos el amor que le empuja a mejorar día a día en sus guerras, por pequeñas que sea. Kim Seokjin es quien lo puso donde está, Min Yujin quien lo empuja a avanzar.

Es por eso que guarda dos de esas invitaciones para dos caballeros a los que trata como si hijos de su misma sangre fueran de tanta admiración que les tiene a tan corta edad y que tan bien han servido con él: Kim Taehyun y Jeon Jungkook.

El primero consiguió sus habilidades con gran esfuerzo y esmero, viniendo de una familia no tan acomodada como el segundo. Con una yegua experimentada que no le fallaba nunca y que le permitió cometer tantos errores como fueron necesarios durante sus días de entrenamiento. Ahora, una vez se había convertido en caballero de pleno derecho y que había jurado lealtad ante su señor, es conocido por su simpatía y amabilidad tan contrastante con el terror que procura al blandir su espada contra los enemigos. Se ha ganado el respeto de todos, incluido el capitán, en el poco tiempo que lleva con este título de forma oficial. El segundo, Jeon Jungkook, es el as de Min Yoongi. Más joven incluso que el caballero Taehyun, camina con honor y grandeza allí por donde pasa. Con unas habilidades mayormente innatas, el capitán no pudo no casi adoptarlo la primera vez que lo vio entre sus filas. No parpadea, no flaquea, no falla. Es el caballero por el que una gran cantidad de damiselas suspiran y por el que muchos capitanes y nobles batallan por conseguir. Su espada es tan fugaz que es imposible verla moverse la gran mayoría de las veces y, aún así, Jeon Jungkook es el caballero más manso y devoto a sus honores que tanto Seokjin como Yoongi han podido conocer.

Así pues, ellos dos son los que el capitán tiene a su más cercana vera, preparando el camino para que dentro de unos años o unas cuantas batallas, se vuelvan iguales entre ellos y puedan ser admirados de igual manera los tres, conquistando más territorios, manteniendo la paz y con sus esposas y familias bien formadas. 

El canto del caballero [bts]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora