17

4 0 0
                                    

 - Son vuestras mercedes conocedoras de la maravilla fértil que tales tierras como estas son -inicia el pastor tomando asiento en el mismo lugar que había ocupado antes- y de ellas nosotros cuidamos tan bien como sabemos.

- Eso es bueno. -Contesta el caballero Taehyun mientras lleva un pedazo de pan a su boca y les sonríe.

La pastora se deshace en la melosa voz del barón volviendo la misma sonrisa a ambos y sin embargo, al dejar caer la mirada al segundo caballero, a Jeon Jungkook, cae con ella la mirada y su postura se vuelve piedra. Él no lo sabe, pero ha estado hasta ese momento fulminándolos con su mirada, de igual forma que el infierno puede quemar los pies descalzos de aquellos que sobrevuelan sus tierras. En realidad, no es intención suya hacer eso y perplejo vuelve la mirada a diestro y siniestro solo para ser golpeado por la mirada de Jimin, aún orgullosa de volver lo que serían consecuencias en beneficios, a su parecer.

- No tenemos idea de cómo arreglarlo, señor, por ello mismo hemos venido presto hasta aquí cuando las nuevas de su presencia se nos pusieron delante. Si algo de mal hemos hecho ante Dios responderemos sin dudar, más nuestro sacerdote no nos socorre bien.

La conversación continua sin la atención de Jungkook durante esa burda batalla con Jimin y poco se ve en intención de recuperar la palabra. Replica, aún así, tras continuar con su desayuno, a las últimas palabras suspendidas en el aire que sonaban escupidas en demasía.

- ¿No os socorre bien? -Pregunta sin más.

- No, ilustre soldado, lo intenta y no lo consigue. La primavera entera ha pasado y el diezmo apenas parecemos poder pagar más los monstruos se mantienen.

- De monstruos la Iglesia conoce tantos como existen, y de tantos como existen es también menester suyo cuidarnos -habla Taehyun, entonces-. Ocupación de ellos es poder solventar tales cuestiones, más cuando se trata de Nocíteros. A ello es deber vuestro informar a la Santa Iglesia, pues no requiere las armas que los caballeros blandimos bañados en el calor de su hierro, las armas del Señor son siempre suficientes y puras para estas empresas -ambos pastores parecen verse en un apuro ante esas palabras y hacen un pequeño ademán por querer responder-. No temáis, apurada pareja, que amparados sois por nosotros si en nuestra mano algo ha.

- ¿Veis? Os he dicho que estos amables caballeros os ayudarían. -Jimin irrumpe en la conversación como aire fresco entre tanta templanza.

- El sacerdote será visitado y en esto respuestas saldrán. Si la necesidad es mayor, pondremos a disposición vuestra las formas del estado eclesiástico que se requieran. Más tememos haber gastado demasiado tiempo en otros quehaceres y no poder quedarnos a finalizar esta enmienda.

- Que Dios guarde vuestras almas, señor, que seguro cuanto hagáis será de los huertos abono renovado.

- Dispensad -habla el caballero Jeon levantándose de la mesa-, iré a mi estancia.

Jungkook se despide del grupo con un pequeño gesto de cabeza y, sin reparar en guardar la imagen, bufa mientras atraviesa la misma puerta por la que había entrado anteriormente. Esquiva eficazmente conversaciones que surgen tras las salutaciones que recibe por parte de otros huéspedes y, una vez abre la puerta de su estancia, repara en la presencia de quien ya le parecía sombra de su sombra: Jimin.

- No pretendo mediar palabra con tu persona -comenta sin llegar a cerrar la puerta detrás suyo-. Eres paje de Taehyun, no mío, no hay necesidad de que me persigas como si fuera una gallina perdida. De hecho, aunque mi físico fuera más emplumado, no habría necesidad de considerarme perdido.

- Sorprende saber que piensas de mi como un lobo cazador de gallinas -responde Jimin sorteando la seriedad de las palabras del barón.

- En ningún momento te he considerado lobo, menos para alguien como yo, no tergiverses mis palabras. Me repetiré por si tu cabeza no es capaz de comprenderlo, como ya se me ha demostrado antes: vuelve con Taehyun.

- Verás barón, no puedo hacerlo -el muchacho se encoge de hombros-. Según recuerdo, el caballero Kim dispensó hablar contigo justo después de tu entrar aquí y aunque esperé durante toda una luna por tu salida para avisar al caballero, no lo hiciste. Ahora, una vez eres dentro de la estancia de nuevo, pareciera que el habla es un don que se te escapa de nuevo, ¿cómo puede ser?

Jungkook se vuelve hacia Jimin.

- Vuestra salvación de los maleantes en mis manos fue tomada como locura, el camino que retomo en soledad es tomado como locura y sin embargo, los locos parecéis ser ambos queriendo establecer tantas conversas con alguien que consideráis en ese estado.

- ¿Son tu falta de palabras, tus miradas coléricas y tu personalidad huraña cuestión de locura, pues? -Responde el barón Taehyun entrando por la puerta- No soy más caballero que tu, así lo pensaba hasta el momento. Verte en este estado es ver a un muerto en vida y querido amigo, no quisiera yo llevarte a la tumba.

- Kim Taehyun, si en tal estado me encuentras, busca tu propio camino y abandona mi empresa. Arrasa con la tuya presto.

De los labios de Jimin escapa un diminuto bufido, suficiente para que de la escena el nuevo caballero sea conocedor y mande su persona fuera.

- De tantos años que nos conocemos y de tantos que hemos batallado juntos, me sorprende ver que esta es la consideración que me tienes, sin duda alguna.

- Es por la estima que te tengo que necesito que marches, Taehyun -contesta Jungkook acercándose al otro con intención de concretar sus necesidades-. Fue puesto en nuestro conocimiento la peligrosidad de cuanto vamos a encontrar en el camino, no quisiera yo ver como un compañero, un amigo, cae sin salvación alguna.

- Me dueles, compañero, por pensar que de todo este tiempo poco sé y poco intento. Eres la espada que yo empuño y yo la tuya, eres el fuego que arde en las heridas del desasosiego que yo procuro. ¡Por la Santísima Trinidad, Jungkook! No puedes romper lo que la guerra ha unido.

- Pero lo hago, Kim, y lo haré ya mismo. Tus necesidades son distintas a las mías, aquí es donde nuestros caminos parten.

Ninguno de los dos caballeros osa mediar palabra durante unos instantes. Con la presencia del muchacho fuera de la estancia que observa con detalle la conversación, ninguno aparta la mirada en busca de derrotar al contrario. Buscando, cada uno por su parte, que el contrario entienda el origen de sus palabras. Taehyun se mueve por la estancia apartando la mirada y Jungkook, sintiendo sus hombros más pesados, siente haber roto algo en ellos.

- Es cierto, mi empresa no es la que a ti te mueve, Jeon, más la importancia que contiene no es igual a la que tu manejas -Taehyun continua hablando pese al asesinato que comete Jungkook a su nuca. El primero lo siente más no vacila-. Lo es, Jeon, y de esto quería yo conversar por la noche. No llego a comprender qué cambió en ti desde la boda pero algo corroe tus entrañas y el conde Seokjin se alimenta de ello.

- ¿Osas hablar del conde Seokjin de esa forma? ¿Osas blasfemarlo? -Jungkook irrumpe en el soliloquio del compañero al mismo tiempo que Jimin cierra la puerta consigo en el interior. Jeon lo mira y por poco parece hilar la información-. ¿Ha sido él? Te dije que de confianza nuestra poca podíamos prestarle -el barón más joven alza la voz enfurecido-.

- No levantes la voz, te lo ruego, que tu locura parece elevarse cuando lo haces.

- ¿Y de esta manera pretendes que mi persona acepte tu compañía en la empresa?

- No, no de esta manera. ¿Quién querría acompañar en ninguna empresa a un caballero que de caballero tiene el título?

- ¡No corrompas mi nombre! -Jungkook se acerca peligrosamente al contrario maltratando el cuello que antes había sido diana de su mirada.

- ¡No lo hago, Jungkook, lo haces tu solo! -Taehyun alza la voz agarrando las manos del que hasta el momento parecía ser su compañero de armas mientras Jungkook, sobrecogido por la situación, tiembla-. ¿Qué podría darte el conde que el marqués no pueda dar para que tan enfermo de locura estés?

 Jungkook trata de responder y, en ello, el suspiro ocupa lugar donde las palabras deberían oírse. Son varias las veces que la acción se repite con unos atentos compañeros que esperan sin prisa algo que resuelva tantas dudas.

Era consciente Taehyun de que su compañero, su amigo, se equivocaba en pensar que cual fuera menester suyo era suficiente para hacerlos huir el uno del otro y, sin embargo, no quería creer lo que su capitán le había dicho unos días atrás. Veía más, tantísimo más, en los ojos de todas esas personas que, a veces, cuando yacía en su estancia acechando el sueño, éste mismo huía en pos de darle más vida, más vista, más saber.

El canto del caballero [bts]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora