- Junkook, pensaba que habrías marchado en otra dirección -comenta Kim tras salir de la posada y encontrar de cara a su hermano de armas-. Me fue dicho que partías temprano, ¿qué ha cambiado?
Jungkook duda un instante sobre la respuesta. Guardar rencor, cebarse en el mal, no es algo que vaya mucho con el caballero Kim Taehyun y, aunque está acostumbrado a ver producirse la situación hacia otros, ser protagonista seca su garganta, y carraspea.
- ¿Recién despiertas? En este pueblo se ha troncado la fe, está dividido -hace una mínima pausa-. Iré en busca del cura y zanjaré el asunto, no quisiera entretenerme más con esto.
- ¿Zanjar el asunto? ¿Qué es lo que ha ocurrido? -Agarrando las riendas de Prímula, el avispado caballero no osa mirar directamente a Jungkook que, por el contrario, parece preso de un hechizo, incapaz de apartarla.
- Trae sorpresa pensar que ningún huésped haya corrido a vuestro encuentro cuando todo el mundo parece preso del pánico.
- ¿Por qué habrían de correr a mi cuando eres vos quien estaba allí dispuesto?
Ambos caballeros se mantienen la mirada durante un momento, el suficiente como para reforzar el muro que la discusión había creado. Ambos hacen un esfuerzo.
- Jimin fue quién me dio la alerta y partió pronto en la mañana. No sería extraño pensar que siguió tus pasos si no fuera porque le fue encomendada una misión. -Taehyun rompe el silencio volviendo a jugar con las riendas de su yegua.
- ¿Una misión? ¿Por eso no paró mis pasos antes? -El caballero asiente creando un nuevo silencio entre ambos.-.
Jeon vuelve todas sus intenciones en crear una farsa en su cabeza. Si cierra los ojos, casi puede sentir el veneno que Taehyun había lanzado el día anterior corroer su pecho de nuevo. No puede llevarle la contraria puesto que es cierto que no había estado actuando como antaño más, ¿qué hacer? ¿cómo no volverse loco de amor por la dama? ¿cómo no querer recorrer todas las tierras, conquistarlas, conseguir a Excalibur para demostrar su amor? ¿cómo decirle a su compañero que ello era más importante que cualquier otra cuestión? Y aún así, es solo después de acercarse a él que se da cuenta de lo que ha hecho. Kim Taehyun lo observa, devolviendo una mirada en la que casi puede leer un sentimiento de hogar. Quizá ambos habían blasfemado, más Kim no parece sentirse cohibido por ello, casi esperando que, sin mediar palabra alguna, Jungkook comprendiera. Y durante un segundo, pactan en silencio haberlo hecho.
- Me disculpo por lo de ayer -inicia Jungkook-. Pasar días en un bosque, perdido, hizo que mi cabeza no pensara con claridad. Y ese paje tuyo que te esfuerzas en mantener no entiende de maneras -continúa-. ¿Hay posibilidad de ser partícipe en tus planes hoy?
El caballero Kim Taehyun sonríe.
- Me intriga lo que te sucede, Jungkook, y aunque no llego a comprenderte, lo entiendo. Te perdoné desde el momento en que decidiste parar tu empresa y acompañarme en la mía el día de ayer. Mayor gusto no sería mío si no quisiera que me acompañaras; adelante, vayamos a ver al cura.
- ¿Al cura? ¿Concluiste el misterio tan rápido que solo pensabas ir?
Taehyun ríe subiendo a Prímula, siendo seguido muy de cerca por su compañero.
- Jeon Jungkook, ¿acaso no has ido a la guerra? -Bromea el primero-. Tantas señales ante ti y hoy solo ves la arena que tus pies pisan.
El caballero aguarda una respuesta más jamás le es dada. El camino, aunque corto, alarga su tierra hasta destensar la incomodidad perecedera. Fuera cual fuese la razón que los llamara a la batalla, dos hermanos de armas se deben el uno al otro. Si Kim entendiera, piensa Jeon, quizá podría discernir el infortunio de su insomnio, el objeto de sus deseos, pero no lo hace. Mirando incluso el mismo sol, reciben distinto del calor que desprende.
- ¡Ah! ¡Llegan al fin! -vocifera un enervado cura que al encuentro sale de ellos en verlos llegar al edificio santo-. Me imagino que se han enterado de las nuevas; de que, en la noche, el monstruo ha atacado de nuevo.
Ambos asienten calmados.
- Imagino, pues -inicia Taehyun-, que está socorriendo a tantas personas como la Iglesia le es encomendado, ¿verdad?
- ¡No quede alma fuera del abrazo del Señor!
- ¿Cree usted, realmente, en esas palabras? -pregunta Jeon.
- Por la gracia y la honra de todos los Santos, lléveme Judas con él si no es así.
Ambos procuran medir sus palabras.
- Pese a todo, solo una familia sigue siendo afectada todas las veces. ¿Cree que se alimenta de ellos?
- No debe caber duda; por ello inician el camino de la penitencia, para llenar sus almas de la gracia del Señor y expiar cualquier mal que pueda estar corroyendo sus entrañas.
- Está usted hoy muy cercano a Dios para no hallar gente desolada por el ataque a las puertas de su Iglesia -comenta el joven caballero.
-¿Qué quiere decir? -con un suave cambio de tono, las vestiduras del habla del cura caen bruscamente. Su cuerpo parece volverse rígido en mantener la compostura y esconder que quizá, se halla algo indignado.
- No quiera Judas que le lleve, señor, más piense en llevar ropa para su peregrinaje si en buscar hoy, encontramos dos perros y un ganado extraviados antes de que caiga el alba -prosigue Taehyun.
- ¿Me acusa de tal fechoría? ¡Sea ello un ultraje! ¡Vivo por y para servir en el nombre del Señor! ¡No para provocar el mal en la Tierra y ser siervo del Diablo! ¡No permitiré que se me blasfeme así! -perdiendo la cordura, el contrario mueve arriba y abajo los brazos, e incluso de un lado a otro, acuchillando con la mirada a las dos únicas personas que no podía medrar.
Los pueblerinos que por la plaza osan pasar, miran con impresión la escena que se produce ante sus ojos; algunos parando, otros no gozando del tiempo para tener interés en conocer, y las últimas, las más peligrosas, guardando cada detalle en su memoria para luego poder replicarlo en palabras.
Ambos equinos se remueven en el sitio y, sin mediar palabra, los caballeros ven alejarse al cura para esconderse en el interior de su iglesia. La sutil mirada que ellos comparten les hace comprender que, en efecto, han hallado culpables en las vestiduras de una lengua no muy hecha para la verdad.
- Si realmente es él causante de tales espantos para el pueblo, Jimin debería haber ya encontrado a esos dos canes. -Concluye en un murmuro Kim Taehyun.
- Si Jimin encuentra esos canes, no habremos resuelto nada -contesta Jeon Jungkook-. Ya es tarde para esos campesinos.
- No para los siguientes, hermano mío, no para ellos.
Y con ello, los dos compañeros reprenden el camino sin rumbo que los pierde en las calles de la ciudad durante largo rato, tratando de encontrar más familias que clamen por su ayuda en la medida que el monstruo sigue allá fuera. Más nada encuentran. En ese tiempo, Jungkook resuelve la deuda en la taberna de la pareja campesina que dentro espera para partir hacia su penitencia. Perdido todo lo que pudieron haber poseído, se agarran a la esperanza del caballero de concretar qué pudo haber pasado más ninguna respuesta les es concedida aún.
En acercarse el anochecer, los dos nobles se inquietan por la desaparición de Jimin pues, en encontrar o no encontrar, ambos coincidían que debían ser informados. Pero no hay rastro del muchacho y, cuando los primeros rayos de azul claro tocan las casas, deciden tomar partido y buscarlo sobre sus caballos. Uno parte hacia el sur de la ciudad y el otro, aunque algo frustrado, hacia el norte.
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El canto del caballero [bts]
Historical FictionCurioso lector, de los tiempos que corren soy yo conocedor y partícipe, creador y producto. Es fruto de este prólogo volverte las preguntas en respuestas, la curiosidad en intensidad. Creando esta historia reconozco, quizá muy a mi pesar, que he am...