Postrado en la cama de su estancia, bajo la fina luz de una única lumbre, Jeon Jungkook arremete contra el despliegue de pensamientos que su cabeza grita por hacer aparecer una y otra vez; dejando escapar un suspiro casi gutural ahuyentando algunos, más manteniendo muchos otros. Querer a su amada es servicio de un caballero, por razón misma la carta había escrito. Por misma ésta y, también, por el duende que trastea con todo lo que hace. Caballero para muchos, muchacho para sí mismo, el alma pesa sobre su cuerpo desganado, no desfalleciendo aún pese a quererlo.
El duende que su paz rompe y sus pelos enerva es impune a la culpa que Jungkook insta en hacer llegar, pues horas ha que el sol ha bajado. Cierto es que no ha sido molestado por su presencia física, ni su voz proclamada en el aire de los pasillos. Hay silencio: Jimin duerme. Jungkook preferiría que no fuera así pues entonces tendría razones de más para hurtar el plan de huida con más eficacia que la que su cansancio impone. El caballero preferiría tener una excusa para marchar en medio de la noche abandonando a su compañero de armas. ¿Qué hacía Kim Taehyun en la estancia contigua? ¿Porqué lo cargaba a quehaceres caballerescos cuando había misión más importante por llevar a cabo? ¿Acaso su compañero, su hermano, había encontrado Excalibur antes que él? ¿Tan pronto? ¿Porqué no estaba sintiendo la misma codicia que les había sido alimentada por su gran capitán Min en la guerra años atrás?
Y cuanto menos importante, más, mucho más: ¿Qué es lo que necesita Kim Taehyun?
Gira sobre si mismo, buscando una mejor posición en la que dormir. Buscando en algún otro rincón de la estancia una razón por la cual Kim Taehyun había recorrido los mismos pasos que él en su búsqueda, abandonando el grupo, sentenciándose así a la perpetua y solitaria búsqueda del objeto mágico más codiciado por el duque Seokjin.
Quiere Jungkook también pensar en todo lo que ha pasado durante el día; en todo el camino que han hecho de vuelta e ida, ida y vuelta, acompañando a la pareja de pastores, al rebaño y un perro que no parecían nada fuera de sí. Tratando de encontrar razonamiento alguno a la situación, a las palabras del clérigo mencionadas por Jimin. Desaparición de ganado, animales extrañamente amistosos, clérigos que rezan y rezan sin solución alguna. El caballero jamás había mostrado su corazón a historias de secretos y búsquedas, pero sí su compañero. Quizá por ello buscaba sin encontrar dónde no había que mirar. Lo suyo es ser gran caballero, andante algunas veces, glorioso otras. ¿Qué hace entonces aquí? Lejos de su hogar, de sus ropajes limpios, sus monturas y lujos.
El sueño vence, no al caballero, sino al muchacho, en la lucha que había tomado partido durante todo ese rato. El caballero sueña con la dama inalcanzable; sueña que le regala dulces palabras, una mirada, una sonrisa. Sueña que llega al castillo con Excalibur en su mano y, rebanando el cuello del marido, hace suya la que ahora ya, desde siempre, ha amado, y amará hasta su muerte. El muchacho sueña también, más con lo último pensado. Como rebana el cuello de su amigo, su hermano, en tener a Excalibur junto a él despertando en la mañana con tal sudor frío que, sin quererlo ni pensarlo, se ve andando por los pasillos de su residencia temporal.
- Te he visto, caballero del eterno sueño, vagando por los pasillos en alzarse el sol. -Habla Jimin apareciendo al lado de Jeon Jungkook cuando éste, viéndolo ya oportuno, prepara para un nuevo día a Mitheor.- ¿Has guardado tus espadas toda la noche o es que algo te traía inquieto?
- Los quehaceres de un caballero nunca son preguntados, muchacho.
- Bueno, teniendo en cuenta la disputa que presencié, creo que algo de la historia me pertenece, ¿no te parece?
- No he dicho en ningún momento que me pesara la conversación que Kim Taehyun y yo pudiéramos tener ante ti. Ahora, déjame paso, salgo ya.
- ¿Otra vez queriendo quedarte solo?
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El canto del caballero [bts]
Historical FictionCurioso lector, de los tiempos que corren soy yo conocedor y partícipe, creador y producto. Es fruto de este prólogo volverte las preguntas en respuestas, la curiosidad en intensidad. Creando esta historia reconozco, quizá muy a mi pesar, que he am...