Jimin observa, siervo siendo, a los dos caballeros que ahora acompaña y mira alrededor, queriendo guardar la imagen que le rodea. No dice nada, ¿a quién podría? pero se siente íntimamente atraído a los dos. Lo achaca a que son caballeros y todos se sienten atraídos a ellos pero, por alguna razón, las palabras de su madre rebotan una y otra vez en su cabeza. Palabras dichas en discusiones y pensamientos atraídos en la inocencia de querer huir a algún lugar, más allá, más lejos, más y más lejos.
Después de la discusión matutina, Taehyun creía haber dejado ir el calvario de su amigo hacia el infierno y, sin embargo, Jungkook había sido complaciente con sus ruegos. Gozando del tranquilo día del manso Surianes, hacen camino hacia la pequeña iglesia que reina ahí y, en llegar, Jungkook es el más apresurado. Creería Taehyun que razón era la molestia por demandarles ayuda más era suficiente conocedor de los gestos de su compañero para comprender que era genuino en esos instantes y que, de todo lo turbador que poseía el día anterior Jungkook y aquella misma mañana, quedaba un murmuro. Y ello, aunque buena nueva, era mala.
La resolución del dolor sería desconocida tanto cuanto Jungkook hiciera silencio y demasiado sabedores de ello eran los otros dos. Más, ¿qué hacer? Taehyun es esclavo de los gozos y leyes del Señor, no surgía posibilidad en su cabeza de rastrear secretos no queridos contar; Jimin, sin embargo, encendía espelmas poco a poco hasta hacer surgir su agudeza.
Jungkook, por su lado, maldice su enfado por no haber dado provechosa atención a las palabras de los pastores que en socorro habían acudido a ellos. Es sabedor de la existencia de un monstruo cuyo maleficio complica los quehaceres de tanta Iglesia como pastores hay pero aunque ponga intención en recabar toda la información en su cabeza, rastros no hay de tales palabras. No más que un monstruo, no menos que ello. Y si bien el caballero Jeon no teme tales cosas, se cuestiona si pudiera ser que monstruo fuera por no ser y, al ellos hacer ser, deje de ser monstruo.
La iglesia, de grandes cristaleras y altas torres, abre las puertas a los tres sujetos que presto se despojan de sus armas en la entrada. En el silencio sepulcral que el sagrado edificio ofrece, contemplan con admiración la belleza del ala principal presentada por la gran figura de Jesucristo en su mismo centro. Sin duda podría pensarse, en un vistazo exterior, que la belleza del edificio era más bien rudimentaria y que todo debía a iglesias o catedrales más imponentes de ciudades magnánimas. No contenta con ello, ésta misma goza de tantísimo esplendor como el catolicismo merece en su interior y casi, si los mismos caballeros quisieran, uno podría hacer obvia su realidad en pos de mecerse en los brazos de piedra del Señor.
El guardián del templo sagrado, el capellán, se muestra repentinamente ante el grupo susurrando saludos y buenaventura para todos ellos. Taehyun da un paso atrás sobresaltado pero saluda de igual forma cuando su cabeza deja de ser profanada por las sombras que la oscuridad del pasadizo del cual había salido exponen. Jungkook, en un mismo gesto, saluda amistosamente al hombre de la casa.
- Buena sea su presencia, capellán, pues bien quisiéramos hablar con usted -comenta el caballero.
- Buena sea la vuestra, mis señores. Hacía tiempo que el pueblo no gozaba de figuras tan resplandecientes entre sus calles -Contesta tan amablemente como los caballeros-. Me hallo a vuestra disposición para cuánto sea necesario, no temáis en preguntar.
Ambos caballeros cruzan miradas decidiendo cuál de ellos llevará la voz cantante en la conversación.
- Se nos ha hecho conocedores de cierto peligro en uno de los campos al oeste del pueblo ¿sabe algo sobre ello? -Taehyun toma el relevo en la conversación.
- ¿Cierto peligro? No sé a qué puede referirse exactamente, mi señor -responde el capellán.
Jimin se aparta del grupo echando un vistazo a la iglesia ensimismado en sus cristaleras. Si bien constaba de un solo par, una a cada lado, y de tamaño relativamente pequeño, el muchacho disfruta de ellas tranquilamente. La conversación presto pierde su interés y el edificio, aunque no pudiera decirlo en alto, también lo ha hecho; ahora bien, pasear en su interior resuena mucho más complaciente en su cabeza que no escuchar en silencio la misma conversación que unas horas atrás. O quizás, de la misma manera que otra persona de la sala, parece parecerle que el capellán no parece querer prestarles ayuda real.
- Si en mi mano estuviera, señor, créame que ya hubiera solucionado el problema. Han sido añadidas a las plegarias de esta última semana algunos rezos en favor a esa familia pero quiera Dios ayudarles, pues los caminos del Señor son inescrutables -concluye el capellán.
Jungkook suspira y busca a Jimin con la mirada. Una vez ambas se encuentran, consiguen hablarse en silencio y el camino hacia la salida se inicia.
- Está bien, mantenga aún en sus plegarias sus almas que es menester nuestro tratar de reparar lo que el Señor ha puesto en nuestro camino. Tenga buen día -finaliza el caballero Kim uniéndose a la despedida de sus dos compañeros.
- Si pagaran el dote los mantendría -contesta el capellán en un murmuro que solo el campesino acompañante de los caballeros llega a escuchar.
Salen del templo tras dejar sus respectivos respetos al Señor que los ampara encendiendo un par de velas cada uno y aún en silencio recogen el mismo armamento del que se habían despojado un rato antes. Ya alejados y en camino a recoger tanto a Mitheor como a Prímula, Jungkook decide vocalizar el pensamiento que lleva rato rondando su mente.
- Ese capellán no me da buena espina.
Taehyun no contesta en voz alta más con su mirada hace entender a su compañero de armas que en efecto el capellán no ha caído en gracia con ellos. Jungkook le da vueltas antes de continuar hablando aunque, en realidad, no tiene palabras que añadir a la afirmación puesto que no tiene pruebas, solo intuición.
- Si se me permite hablar... -habla entonces Jimin.
- No se te permite -contesta Jeon sin llegar a mirarlo.
Jimin suspira molesto con intención de retomar el mando de la conversación y replicar que su información era pertinente al tema. Podía aceptar que cuantos comentarios hace, no todos más no pocos, fueran desuso y poca aportación más ese, en particular, no lo es.
- Disculpa, Jimin, pero esta vez no puedo permitirte yo tampoco que objetes -contesta el otro caballero-. Nos acompañas en nuestra campaña pero de tales cosas escuches otras tantas debes olvidar.
Taehyun no mira al campesino cuando habla y Jimin, en un último intento, vuelve la mirada hacia el otro caballero. Jeon Jungkook le devuelve la mirada dejando escapar una pequeña sonrisa.
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El canto del caballero [bts]
Historical FictionCurioso lector, de los tiempos que corren soy yo conocedor y partícipe, creador y producto. Es fruto de este prólogo volverte las preguntas en respuestas, la curiosidad en intensidad. Creando esta historia reconozco, quizá muy a mi pesar, que he am...