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 La posada en la que residen esa noche no es la que por ornamentos es adulada. La conversa se había encendido tras renegar de seguir el paso al caballero más joven entre el otro y su ahora nombrado acompañante. La molestia recorría la espalda de Jungkook cada vez que Mitheor detenía sus cascos a gusto del propio caballero que instintivamente esperaba al dúo con su lento caminar. A su alrededor quedaban los últimos resquicios del bosque de Extente y quizá ello entorpecía más el ánimo del joven muchacho. La sorpresa inicial había dado paso muy rápidamente a esa molestia que secaba su garganta y lo mantenía mirando al frente. Había echado un vistazo al muchacho que había conseguido perderlo entre árboles, maleza y río pero el contrario retomaba con más ánimo la conversa que procedía con el caballero Kim en un intento por rehuir el enfrentamiento.

Por ello, Jungkook maniobra entre sus emociones en un intento por controlarlas de la manera en que un caballero debe hacerlo. Miraba hacia el frente tratando una y otra vez de crear cuan real pudiera su sonrisa ser o, al menos, su serenidad. Unas horas más tarde, cuando el propio Jimin hubo de callar por el cansancio, Jungkook pareció lograrlo.

El modesto caballero de yegua palomina hace de puente entre ambos muchachos, uniéndolos en el silencio que su presencia genera, guiándolos a través de caminos escarpados y laderas de piedra. Nocíteros mece sus personas a través del amplio y llano camino durante horas hasta que la memoria vuelve a Kim. Frente a un horizonte que resuelve una nueva villa desconocida, una pareja de carteles dan las nuevas del nombre:

                        "CLAUDELLE SUR" "SURIANES" "CLAUDELLE NORTE"

La distancia entre Claudelle y Surianes, estimó el barón Taehyun, era de dos jornadas a caballo. De esta manera concluyeron que se encontraban en la zona más sureña de Nocíteros y que, pese a la olvidada infancia del joven, los recuerdos de Surianes como villa hogareña no le abandonaban. Llegaron presto, casi como si hubieran guardado todas sus energías para correr al encuentro de aquellas casas igual que los niños recibían su primer potro. Con un barón hambriento en silencio por cabeza, incluso el plebeyo tuvo que demandar, si es que le era posible, un aminoramiento del ritmo. Esa fue la primera vez desde el cese de sus palabras que el caballero Jungkook miró sobriamente al plebeyo que, en un intento por encauzar la incomodidad hacia otros derroteros, sonrió encogiéndose de hombros. Jungkook no se sintió arder por dentro esta vez, aunque la picazón en su nuca se mantuviera. Sin duda aminoró el paso y el otro caballero, aún en uso de su silencio amistoso, sonrió complacido con tan pobre acción.

La posada fue recomendada y buscada por los pueblerinos que salieron a las puertas a saludar pese a ser noche entrada cuando los cascos empezaron a resonar en las puertas de entrada de la villa en razón de conseguir el título de "Posada en la que residieron con gusto y honor los barones y caballeros Jeon Jungkook y Kim Taehyun". Era de conocimiento de todos que ambos nobles habían prestado sueños a literas más amplias y cómodas que tales estancias guardaban y sin embargo, frente a la mirada de ambos, la historia cambió de tal manera que ello siempre sería recordado como las regaladas por el Señor.

- Presto hablar contigo, Jungkook. -La voz del otro caballero suena a través del pórtico que separa pasillo y estancia después de suave repiqueteo de la puerta.

Jungkook, sin embargo, no responde a sus reclamos esa noche. Jimin, que hasta el momento se mantiene despierto, en negación total de volverse a las ninfas antes que las dos personas que en dos ocasiones han hallado vida en su muerte, deshace el embrujo del que el barón Taehyun es preso queriendo despertar al contrario. Queda él toda la noche en su puerta, guardando sus sueños y la cena que el dormido, sin siquiera darse cuenta, había olvidado.






Cuando Jungkook abre sus ojos, concibe su hambre antes que la litera en la que yace. Con sus extremidades bien estiradas, queda quieto durante unos minutos hasta recuperar toda su existencia, prestando atención a los sonidos que provienen del exterior: las doncellas de la villa yendo ya hacia el mercado, algo más allá de la iglesia central, mozos con mulas yendo y viniendo apresuradamente para cumplir con sus quehaceres y, en el interior del edificio, en aquél claustro del que Jungkook aún no había podido gozar, risas dominaban el ambiente matutino. Sale de la estancia en busca de ese olor que tanto ha llamado su atención, baja las escalas y, en la entrada del comedor, al que se accede por el lado contrario a la puerta de entrada, desde el claustro, encuentra a una pareja de pastores que discuten. Jimin es con ellos, más el caballero no encuentra uso en dedicarle ningunas palabras; su compañero de armas es de quien es siervo, no suyo, así que con un simple saludo cortés, se hace con una mesa en el comedor.

Los manjares de la posada son dispuestos ante él sin que tenga que alzar la voz para pedir nada en un intento por dejar buen sabor de boca en el joven caballero. Jungkook no lo piensa dos veces y, tras agradecer el desayuno a ellos, a Dios y a su damisela Heejin, ingiere relajadamente los platos.

- Ilustre caballero que de las tierras de Nyem viene, prestamos una presencia con vos en nombre de la cristiandad.

Suspira ante las palabras el caballero, apareciendo en su vista mismos pastores que en la entrada se hallaban en discordia. De igual manera, Jimin se sienta junto a él, no delante, a la espera de su turno de palabra viendo al caballero atentamente.

- Sea pues la audiencia concedida, más es de vuestro conocer que tratar con un caballero en ayunas no es lo que Dios mandó y El Nazareno predicó. De haber comido obraba siempre Él y en ello yo me he de basar. -Hace un ademán con su mano animándolos a dar espacio.

El otro caballero entra glorioso en la estancia y ambos pastores, olvidándose por completo del barón Jeon, ruegan a los pies del que consideran único salvador.

- Agraciado caballero, ¡ruegue usted por nuestras almas y ayúdenos a enmendar lo que en nuestras manos no es regalo! -Imploran.

- Que en nuestras manos quede cuidar de todos nuestros pastores y tierras y tras ello, seáis bendecido por el padre de esta villa sin condición alguna. -Vuelve la mirada hacia su compañero de armas- ¿Cuál es la empresa que les acontece?

- No la conozco aún, entrabas cuando hablábamos.

- Sea pues. Sentaos y contadnos, que de todo lo posible sacaremos más fuerzas para lucir vuestras vidas en el nombre del duque Seokjin y Dios.

El canto del caballero [bts]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora