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Pedro aún se encontraba en el trabajo, posiblemente llegaría tarde pues la producción de su nueva película recién empezaba y él quería que todo vaya bien desde un inicio, amaba eso de él. Amaba todo el empeño que le ponía a su trabajo, era su vida y entendía eso a la perfección.
Yo estaba sentada en mi escritorio, terminando mi currículum para el trabajo al que estaba postulando, había renunciado a mi último trabajo, la verdad era que no me gustaba el entorno, mucho menos las personas que trabajaban conmigo.
De pronto, el sonido del timbre resonó por todo el departamento, el cual me sacó de mis pensamientos e hizo que dé un leve salto en mi silla. Maldecí internamente, pero luego sonreí al recordar que había ordenado una pizza familiar para mí, o al menos lo que pueda comer de ella, el resto sería para Pedro.
Me pusé de pie, acercándome a la repisa donde tenía el dinero ya listo para el repartidor, lo tomé y luego me dirigí hacia la puerta del departamento. Me sorprende que haya llegado tan rápido, quizás ya tenían una lista y decidieron enviarla para que no se perdiera, quién sabe.
— Vaya eso fue muy rápido —comenté abriendo la puerta, esperando que el repartidor me explique el porqué, le extendí los billetes, para luego levantar la mirada—. Quédese con el…
Y la figura que estaba frente a mí no era para nada el repartidor de siempre. No, sin duda no era él. Era esa figura que me había hecho temer por tanto, que me había hecho temer ser yo misma. Era esa figura que había dejado un profunda herida en mí y que poco a poco fue cicatrizando al lado de Pedro.
— Hola, ________.
Él me sonrió, como si su presencia fuera esperada o que yo estuviera feliz de verlo.
— … c-cambio —como pude, terminé mi oración, la que claramente no era para él.
Al ver su rostro nuevamente, todos los recuerdos de toda mi pesadilla a su lado regresaron a mi mente, como si yo hubiera querido recordarlos. Todo ese dolor, miedo y sufrimiento volvió a poseer mi cuerpo. Volví a ser la débil ________ que se dejó manejar por su ex pareja cuando trabajaban juntos.
— T-Tú no deberías estar aquí… —mi respiración se aceleró como nunca, retrocedí unos pasos hacia mi departamento y froté mis ojos con mis manos, esperando que todo sea producto de mi imaginación.
Para mi mala suerte, él era real. Estaba ahí, mirándome como si todo lo que me hizo nunca hubiera pasado.
— Estás más hermosa que antes, ________, estás más delgada, justo como deberías de haber estado siempre —me miró de abajo a arriba, hasta mirar fijamente mis ojos, sentía que podía ver mi alma, luego de eso giró la cabeza, como si me analizara.
Quería decir algo. No. Quería gritarle, quería gritarle que se largara, quería gritarle que no era bienvenido después de todo lo que pasó. Quería golpearlo y hacer que salga corriendo, quería verlo sufrir. Pero de todas las cosas que quería hacer, no hice ninguna. Simplemente me congelé al verlo, como si al moverme, él fuera a atacarme.