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Los Ángeles, LGBT Center, 11:30 AM
P E D R O
Lux caminaba a mi lado con una enorme sonrisa en el rostro, sus largos y sedosos rulos se movían de atrás hacia delante, se veía feliz, como nunca antes la había visto.
— Creo que es por aquí —habló mirando el papel en el que tenía anotada la dirección del lugar—. Rayos, aún no me úbico muy bien por aquí.
— Tenemos todo el día, Lux —reí.
— ¿En serio? ¡Lo hubieras dicho antes! Estaba tan preocupada por quitarte tus horas de trabajo o algo por el estilo —ella volvió a reír—. Gracias por venir conmigo, en serio, sé que estás ocupado con todo eso de tus actuaciones y no quiero ser un estorbo.
— Lux, Lux, ¿cuántas veces he decírtelo? Adoro pasar tiempo con mi familia —yo revolví sus cabellos y ella rio—. Además, estoy de vacaciones y te prometí ayudarte en todo tu proceso de transición, eres mi orgullo, hermanita.
Lux me miró con una sonrisa y se lanzó a abrazarme, yo atrapé su delgado cuerpo entre mis brazos y le correspondí. Sin duda la amaba, había sido mi hermanito por mucho tiempo y cuando me comentó que quería hacer su transición, no pude sentirme más feliz y orgulloso. Me aseguré que ella se sienta apoyada y amada, así que siempre que podía estaba a su lado.
Justo como ahora, su doctora le había comentado que sería bueno asistir a una terapia psicológica para su proceso de transición, porque el cambio no solamente iba a ser con su cuerpo sino también con su mente. Ella le recomendó a un psicólogo en un centro LGBT aquí, en Los Ángeles, así que ahora mismo estábamos buscándolo.
— Gracias por ser mi hermano —ella me abrazó con más fuerza—. ¡Mira, mira! ¡Ese es el lugar!
Al decir eso, ella se separó de mí y salió corriendo a mis espaldas, yo me volteé y sí, efectivamente, frente a nosotros estaba el LGBT Center de Los Ángeles, las banderas de seis colores hondeaban por el viento y todo al rededor del edificio era colorido.
Me gustaba saber que cada vez la comunidad LGBT se iba ganando su lugar en la sociedad, siempre iban a contar con mi apoyo.
Lux se detuvo en la puerta del lugar y me hizo una seña para que yo la alcanzara. Aumenté la velocidad de mis pasos y llegué a su lado, ella me sonrió una vez más y abrió las grandes puertas de vidrio frente a nosotros.
El lugar estaba adornado con la bandera arcoiris, los espacios estaban muy bien distribuidos y todos los cuadros y repisas estaban muy limpios.