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¿Qué era mejor que ser parte del staff de la exitosa serie "The Mandalorian"?
Nada.
Absolutamente NADA.
Ser parte de este maravilloso equipo de trabajo es lo mejor que me ha pasado en mi vida, incluso mejor que nacer. Mi mamá me golpearía si me escuchara hablar de este modo.
¿Pero qué podía hacer? Por alguna razón, sea quien sea el que esté vigilándonos desde el espacio se apiadó de mi vida llena de desgracias e hizo posible mi sueño de trabajar en esta franquicia, la cual he amado desde que tengo ocho años.
Y eso no era lo único que amaba.
— ¡Corte!
— Dios, estoy tan cansado, este traje me está quemando por dentro —rio él, pasando frente a mí—. Estoy desesperado porque llegue el invierno, al fin me será útil en esa época.
Mis piernas temblaron al verlo pasar frente a mi pequeña figura, él se veía tan... guapo, las gotas de sudor que bajaban por su frente lo hacía ver condenadamente sexy y la sonrisa que siempre traía en el rostro... Su hermosa piel morena, ese cabello... Dios, Pedro Pascal era el hombre más guapo de este maldito planeta.
— ¿Otra vez fantaseando con el mandaloriano, ________?
El oír esa pregunta a mi lado me hizo soltar las cosas que traía en mis manos, por suerte, solo eran un par de botellas de agua. Rayos, soy muy nervioso. Menos mal Pedro y gran parte del staff se habían alejado de mi lugar.
— ¡Anghel! ¡No me hagas esto, por favor! —le reclamé a mi mejor amiga, a la par que recogía las botellas del suelo—. Pedro podría escucharte, tú hablas demasiado fuerte.
Ella se había vuelto mi mayor apoyo en este lugar, Anghel trabajaba aquí mucho antes de que yo entrara al staff y cuando me volví el chico nuevo del lugar, ella se encargó de enseñarme todo lo que sabía y hacerme sentir cómodo al rededor de todos. Incluso me presentó con Pedro, día del cual aún no me recupero.
— Sería lo mejor si me escucha, a ver si así te animas a hablarle y no solo enviarme a mí a entregarle sus cosas —ella se cruzó de brazos.
— ¿Estás loca? No. Qué vergüenza, ¿cómo crees que reaccionaría el gran Pedro Pascal cuando vea a un chiquillo de veinticuatro años enamorado de él? Podría ser mi padre, solo se reiría en mi cara.
— ¿Estás hablando de Pedro Pascal? ¿El ser más amable que ha pisado esta tierra? —Anghel se rio, negando con la cabeza—. Lo peor que te podría pasar es que no corresponda tus sentimientos de la manera más dulce y amable que pueda, ¿pero reírse? Ese hombre es un pan de Dios, jamás sería un idiota con alguien, mucho menos sobre este tema.