Even a broken heart can beat again

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O M N I S C I E N T E

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O M N I S C I E N T E

Perder al ser que más amas en esta vida puede llevarte a cometer actos de los que jamás te creías capaz, de los cuales solías aborrecer.

Ese era el caso de Pedro.

Él solía ser feliz, solía sonreír en todo momento y tener los ánimos hasta por el suelo, adoraba pasar tiempo junto a su esposa y su hijo, atesoraba como oro los recuerdos de ellos tres, recuerdos con los que se torturaba diariamente desde el repentino fallecimiento de su esposa. De un día para otro, todo lo que lo hacía sonreír le fue arrebatado: su familia fue destrozada por la irresponsabilidad de un conductor ebrio.

Sí, había sido un golpe muy duro perder a su amada esposa, pero él debía ser fuerte por su pequeño, su hijo lo necesitaba más que nadie y él simplemente le dio la espalda.

Eso era algo que Pedro se prometió no hacer desde el nacimiento de su retoño, pero... ¿cómo ayudarlo si él también estaba destrozado? ¿Cómo iba a poder ayudarlo sin desmoronarse y llorar como un bebé? ¿Cómo iba a cuidar de su hijo si ni siquiera él mismo se cuidaba? Él era consiente de que le estaba haciendo un daño a su pequeño Gabriel, lo sabía muy bien y se sentía un pésimo padre por ello, pero... ¿qué podía hacer él? Su día se había vuelto en una tortura completa, comía lo necesario para sobrevivir y luego se dedicaba a llorar en su habitación, dejando afuera su hijo.

Pedro sabía que su esposa estaría decepcionada de él al verlo en ese estado, ¿pero acaso iba a regresar para decírselo? ¿Acaso ella siquiera seguía con vida?

Para bien o para mal, el pequeño Gabriel aprendió a ser independiente, claro, en lo que podía un niño de diez años. Aprendió a hacerse sándwiches, hacer su tarea solo, cocinar arroz y huevos fritos, entre otras cosas básicas para su supervivencia y hasta iba y regresaba de la escuela solo. El niño sabía que su padre debía ayudarlo cuando lo necesitaba, pero lo veía tan que ni siquiera quería molestarlo, él extrañaba a su mamá, mucho a decir verdad y por eso mismo iba a ser un niño fuerte para ayudar a su papá.

Hasta él mismo se encargaba de las compras, cuando su padre se quedaba dormido, él iba por su billetera y tomaba unos cuentos billetes, no sin antes pedir perdón en voz baja y darle un dulce beso a su padre que yacía durmiendo, para luego salir de la casa e ir a comprar a la tienda más cercana.

Fue en una de estas travesías que conoció a __________.

— Uhm, uh, disculpe, señorita —habló el pequeño, llamando la atención de la joven que estaba a su lado. Al escucharlo, ella volteó con una sonrisa a verlo.

— ¿Si? ¿Pasa algo, pequeño?

— Bueno... soy algo pequeño, pero es normal para mi edad —dijo con rapidez, logrando que la joven riera por las ingeniosas palabras del niño—. ¿Puede pasarme ese pan de allá arriba? El que no tiene bordes, parece que ahora su nuevo lugar es en la parte más alta de este estante...

Pedro Pascal | One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora