(One shot con Maxwell Lord, personaje de Pedro en Wonder Woman 1984, hay spoilers de la película)
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— La vida es buena... ¡Pero puede ser mejor!
Suspiré por quinta vez en el día al ver el comercial de Maxwell Lord en, para mi suerte, televisión a colores.
Desde hace ya un tiempo que sigo el trabajo del nuevo inversionista Maxwell Lord y por trabajo me refería a todos los programas de televisión a los que iba, porque no había mucho que yo pudiera hacer para investigar más a fondo sobre su vida.
Apagué el televisor de una vez por todas, debía apurarme si quería llegar a tiempo con mi amiga Bárbara al museo en el que ambas trabajábamos. Mi trabajo en el museo era fácil: verificación de reliquias. Cuando alguien encontraba o tenía en su posesión alguna antigüedad, yo debía ir a verla y asegurarme que era una verdadera y no una imitación, si es caso era una verdadera, yo misma debía tomarla y entregarla en el museo. Justo eso había hecho ayer, así que ahora debía entregar aquella reliquia.
Suspiré al quitar la sábana de mis piernas y contemplé mis prótesis en las piernas, gracias a ellas casi pierdo la oportunidad de trabajo en el museo, pero gracias a que aclaré que las prótesis no me hacían más "lenta" y el apoyo de Bárbara y Diana, la encargada del museo me dio el trabajo, no podía estar más agradecida con ellas.
Despejé mi mente de aquellos recuerdos y me sujeté con fuerza del cabezal de la cama para poder mover mis prótesis fuera de ella y así lo hice. Luego de eso, me puse de pie y empecé a vestirme, ¿sería bueno ir con falda al trabajo? Por primera vez me sentía lo suficientemente linda para vestir una falda sin importar que todo el mundo mirara mis prótesis.
Así que, ¿por qué no usarla? No es como si el presidente o Maxwell Lord llegaran al museo el día de hoy, solo reí por mi absurdo pensamiento y empecé a vestirme.
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¿POR QUÉ RAYOS CONFIÉ EN MÍ MISMA Y NO LE TEMÍ A MI MALA SUERTE?
De todas las personas que esperaba el día de hoy en el trabajo ninguna era el mismísimo Maxwell Lord, pero ahí estaba él, dentro de la gran "caja de vidrio" que tenía el museo, en la cual estaban todos los microscopios y las reliquias más pequeñas. Ahí estaba, sonriendo como siempre, su cabello rubio oscuro estaba peinado y su traje azul cielo lo hacía ver aún mejor en la vida real que en la televisión.
