Capítulo trece.

572 73 35
                                    


La libélula en la espalda de Adora parecía haber sido hecha por la pésima artista que Catra había sido años atrás, antes del inicio de sus clases de arte con Hordak.

Era la desgracia pura.

Era el tatuaje del que más que avergonzaba.

Aun así, la pintora le dijo que le encantaba.

Fueron al departamento de Adora en completo silencio, la tatuadora fijando su mirada en la muñeca izquierda de la joven.

Se preguntó cómo había soportado el dolor, y si se habría detenido a pensar en lo que hacía. Se preguntó si el sentimiento de la navaja atravesando su piel la había liberado, o si la había sumido en un mundo oscuro donde el dolor se hizo cada vez peor.

Y mucho más importante, se preguntó por qué lo había hecho.

-Adora... -Necesitaba saberlo.

- Se lo que quieres preguntar, Catra. Yo haría lo mismo si estuviese en tu lugar -Sus ojos miraban fijamente el camino, o eso era lo que parecía.

Catea se preguntó si Adora realmente estaba viendo el camino o si pensaba en mundos sin sentido como Howe había hecho en el pasado. Se preguntó si estaba conduciendo con cuidado, o si solo las estaba manteniendo vivas por inercia.

- Jamás me había sentido tan estúpidamente sucia, Catra -Relato, y aunque su cuerpo estaba allí, las lágrimas que comenzaban a resbalar por sus mejillas revelaban que sus recuerdos la habían llevado a esa noche-... Tantos hombres habían usado mi cuerpo de la misma forma que Parker que pensé que una última vez no importaría. Pero lo hizo... Esa noche no solo grite por el dolor que me producían los cristales atravesando mi piel... Grite porque recordé a esos chicos, lo que ellos hicieron, la forma en la que nunca me negué... Me sentí una idiota. Me sentí un objeto de uso común... Y cuándo me mire al espejo del baño esa noche, luego de que Parker se fuera, vi mis ojos, mi nariz, mis labios y el resto de los componentes de mi cuerpo...

La pintora hizo silencio por unos segundos.

Catra se preguntó si Adora se estaba dando cuenta de que había dejado el relato a la mitad o si dentro de su cabeza, en ese pequeño rincón donde se estaba torturando, los segundos eran eternos.

- ¿Recuerdas cuándo te conté de mi beso con Double Trouble? -Prosiguió con un suspiro. La joven no espero su respuesta-. Te dije que en ese momento descubrí que me tenía a mi misma... Y luego de que confesó estar enamorada de ti te conté que temía perderme a mi misma...

- Adora... -La llamo tristemente mientras acariciaba uno de sus muslos sobre la tela del oscuro pantalón de la pintora en un gesto que planeaba ser reconfortante-. ¿Te sigues teniendo?

La pintora no dudo en responder.

-Me tengo, Camz -Contestó tristemente-. No me he perdido... Pero esa noche, cuando mire mis ojos, me di cuenta de quién era. Me di cuenta de lo sucia que estaba y de lo mucho que había perdido... Mi primer beso, mi primera vez... Me tengo, Camz, pero soy un asco.

-Adora, no eres un asco -Intentó convencerla.

Y realmente lo creía.

Adora no era un asco.

Adora era una humana cometiendo errores.

- Me quiero, Camz -Dijo con un suspiro-. Me quiero aunque se que soy un asco... Reconocer los errores no es sinónimo de odio. Una chica puede amarse aun sabiendo que sus ojos están muy separados, o que su cintura no es pequeña, o que no pesa lo que la sociedad considera correcto... Yo me amo aun sabiendo que me he comportado como una puta desde que tengo quince...Y como me amo estoy intentando mejorar porque no quiero verme sufrir.

La Tatuadora De LibélulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora