Capítulo nueve.

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Habían pasado once días desde que Adora había dicho que estaba enamorada de ella, y esta seguía sin responder sus mensajes.

- Te estas comportando como una idiota, Adora -Cada día, debido a su frustración, los mensajes se hacían más bruscos-... Y como una cobarde también.

Era domingo.

Lo bueno de los domingos para Catra Hansen era que no debía trabajar, lo cual significaba un corto alejamiento de los calurosos suéteres y un descanso para su mano. Lo negativo era que, al tener más tiempo libre, tenía más horas para pensar en Adora.

- Deberías dejar de actuar como una loca desesperada e ir a su departamento de una buena vez, Catra -Sugirió Scorpia desde la cama de arriba. Por los ruidos que escuchaba supo de inmediato que su hermana adoptiva estaba viendo alguna presentación en vivo de Beyonce.

Y la sola mención del departamento de Adora le hizo recordar qué había pasado un mes desde la llamada, y que ese día, si sus cálculos no fallaban, era el día en el que había acordado para que la joven de ojos azules pudiese comenzar a pintarla.

***

No tenía esperanzas de que Adora le abriera. 

Lo más seguro es que la pintora viera su rostro a través de la mirilla y decidiera ignorarle, como siempre.

Pero aun así sentía que debía estar allí porque ella y Adora tenían un trato, y Catra no quería romperlo.

Luego de que ascensor subiera hasta el piso trece, que era en dónde Adora vivía, Catra busco la letra D. Fue así como se encontró frente a la puerta del departamento de la chica.

Era blanca como las demás puertas y estaba tallada de la misma forma. Río ante esto. Los fabricantes querían dar la impresión de que todos los hogares eran iguales, pero Catra estaba segura de que ningún departamento se parecía al de Adora, o al 12-B, o al 4-F, o al 15-C.

Estaba a punto de golpear aquella puerta idéntica a las demás cuando escuchó los gritos provenientes del interior, lo que la hizo detener la acción.

- ¡PAGAME AHORA! -Decía una voz masculina desconocida.

-¡YA LO HICE! -Se escuchaba increíblemente furiosa.

¡NO ME REFIERO A ESO!

- ¡NO VOY A ACOSTARME CONTIGO Roy!

Excelente. Ahora el desconocido tenía nombre, pero seguía siendo un desconocido.

-¡PERO LO HACES CON TODOS!

Catra se sobresaltó al escuchar el ruido de cristales rompiéndose, pasos apresurados que se hacían cada vez más audibles y luego el chirrido de la puerta al ser abierta.

Lo primero que vio fue el cuerpo de quien debía ser Roy. Tenía el cabello ondulado y un hilo de sangre le bajaba por la frente. Parecía mareado

Lo siguiente que pudo notar fue a Adora Bright sujetándolo por el cuello de la camisa y empujándolo hacia el corredor.

Catra Hansen jamás había visto enojada a Adora Bright... hasta ese día.

Observándola en ese estado pudo jurar que si esa mirada cargada de odio fuese dirigida a ella posiblemente no viviría para contarlo.

Adora hizo más presión en la camisa de Roy y lo obligó a mirarla fijamente. El hombre tembló de miedo.

Catra  supo que ni siquiera el mejor de los escritores podría crear un villano más aterrador que en el que Adora se había convertido en ese momento.

La Tatuadora De LibélulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora