Capítulo dieciséis.

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Al primer mes Adora la llevó a un prostíbulo.

Sé que puede sonar mal, pero créanme, fue mucho peor...

Para ese mes la pintura de Catra estaba lista, así que Adora necesitaba un nuevo modelo para la exposición que daría en menos de un año, justo a finales de agosto.

Catra subió al auto sin saber exactamente donde iban.

Llevaba sus típicos pantalones ajustados, su suéter de cuello de tortuga para ocultar la falta de tatuajes, botas sin demasiada plataforma para no tropezarse con sus propios pies y la gorra que Scorpia había terminado cediéndole luego de haber aceptado encubrirla en la noche pasional que tuvo con su ex después de la fiesta de Double Trouble.

Adora, como siempre, vestía completamente de negro, aunque ahora usaba un vestido bastante ajustado en lugar de los pantalones y la camiseta, pero la chaqueta de cuero seguía allí.
Por amor a sus pies, iba descalza.

-¿Dónde vamos, Adora? –Pregunto Catra con confusión una vez que noto que la pintora conducía en una dirección desconocida-. Recuerda que debo llegar a las nueve para cenar -Dijo con nerviosismo.

Miro el reloj en su celular.

Faltaban pocos minutos para las seis de la tarde, lo cual quiere decir que pronto comenzaría a oscurecer. Esto se resume en que no tenían mucho tiempo.

-Iremos al prostíbulo -Respondió con simpleza.

Catra se echó a reír de inmediato, pensando que se trataba solo de otra de las bromas de su extraña novia.

Veinte minutos más tarde descubriría que Adora no le había mentido.

***

Catra observó a su novia encender un cigarrillo antes de entrar al lugar. También la sintió sujetarse con fuerza a su cintura.

La tatuadora tosió ante el olor.

Últimamente Adora fumaba cada vez menos, así que el olor se había vuelto algo que olvidaba rápidamente.

- No le hables a nadie -Le advirtió con cierto toque de firmeza al oído-. No mires a nadie. No hables con nadie. Mantente a mi lado... No mires sus pechos. Te lo prohíbo. Si quieres mirar pechos recuerda que tienes una novia que estará profundamente encantada de que lo hagas... No aceptes bebidas o bocadillos. No hagas nada que no consideres seguro, e incluso evita aquello que te de confianza -Aunque sus palabras eran frías y duras, Catra sabía que su novia estaba preocupada por ella-. ¿Vale?

Catra asintió lentamente, no dudando en hacer caso a la joven, y fue entonces cuando atravesaron la sucia puerta del lugar.

Lo primero que sintió fueron las intensas luces rojas golpeando fuertemente contra sus ojos. Luego vio los montones de chicos y chicas a medio vestir que recorrían el lugar y se besaban con total naturalidad en cualquier parte. El olor a cigarrillo invadió sus fosas nasales. Finalmente escucho los miles de gemidos, gritos y conversaciones.

-¡Adora!

Era una voz chillona, casi infantil, pero correspondía al cuerpo de una mujer de unos treinta y cinco años con un vestido tan ajustado y un maquillaje tan exagerado que cualquiera habría logrado adivinar su profesión. Su cabello era oscuro, pero no tenía ningún brillo, y era tan alta como Scorpia pero sin ningún encanto.

-Buenas noches, Mary -Saludo con amabilidad, y la mujer casi pareció querer abrazar a la pintora al escuchar su nombre salir de esos labios.

Catra de inmediato sintió una enorme punzada de celos.

Sabía que esa tal Mary había sido la primera mujer que había tocado el cuerpo de quien ahora era su novia. La primera mujer que le había robado gemidos. La primera mujer que había hecho temblar su cuerpo.

La Tatuadora De LibélulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora