Capítulo diez.

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Al llegar a casa Catra se acurrucó contra el pequeño cuerpo de Mermista y lloró sobre su hombro. Scorpia y Entrapta ya se habían ido a trabajar, pues no contaban con días de descanso, así que el único consuelo que encontró fue el de su hermana adoptiva mayor.

Y aunque sus abrazos podrían haber hecho feliz incluso a Myrtle la Llorona, ese día no surtieron efecto en la tatuadora y esta solo continuo empapando el hombro de Mermista con sus lágrimas.

-¿Ella de nuevo?

Catra asintió, pues no iba a mentirle.

Las lágrimas le quemaban las mejillas, pero estas eran bastante liberadoras, así que casi podría decirse que deseaba seguir llorando.

-¿Puedes contarme que sucedió?

Pero Catra se negó porque no quería recordar a Parker ni la tristeza y humillación en los hermosos ojos de Adora Bright. Tampoco quería pensar en ese estúpido y normal hombre adueñándose de su hermoso cuerpo ni en Adora no haciendo nada para detenerlo.

No quería pensar que ella vivía de esta forma, y tampoco quería creer que ella no era tan perfecta como lo pensaba.

- ¿Se marchó como la vez pasada?

Catra volvió a negar y dejó escapar un leve sollozo de sus labios, pues no sabía si era peor que Adora hubiese huido días atrás o que se hubiese acostado con Parker solo para protegerla.

Silencio.

- Catra... -Un suspiro escapó por sus labios-. ¿Has considerado alejarte de ella?

La tatuadora no lo pensó durante más de un segundo.

- No puedo alejarme de ella, Mermista. -Sollozo, y no mentía.

Tenía que seguir modelando, y Adora tenía que seguir pagándole para que su familia tuviera una buena vida gracias a su indecoroso trabajo. Y regresar al departamento era enamorarse más, y el gran deseo de que su familia fuera feliz representaba un gran obstáculo ante todos sus intentos de no volver a verla.

-¿te amenazó?

Catra sorbió su nariz antes de responder.

-Ella no es de esas, Mermista....Es solo, que estoy jodida. 

Mermista se abrazó a ella aún más y dejó escapar por sus labios una enorme exhalación. Y en ese momento Catra supo que su hermana la entendía.

- No tanto como yo -Admitió.

Por supuesto, Catra había estado demasiado metida en su mundo como para darse cuenta de que Mermista también estaba llorando y de que había un extraño tono melancólico en su voz.

No había notado sus palabras quebradas, ni su respiración irregular, ni el ligero temblor en su cuerpo. Y no lo había notado porque, en esos momentos, la tatuadora creía que no podían estar sucediendo en el mundo peores cosas que el hecho de que Adora se hubiese acostado con aquel estúpido.

-¿Qué sucede, Mermista? -Preguntó moviendo su cabeza ligeramente para mirarla a los ojos, los pupilentes ya no se encontraban en sus ojos y de esta forma sus peculiares colores se encontraban llenos de tristeza, cualquiera que la hubiera visto, podría imaginar que aquel ojo azul tenía el mismo dolor que los de Adora, y que aquel amarillo había perdido su brillo. Y por un momento sus miradas fueron igual de indefensas, y cualquiera habría creído que eran hermanas biológicas.

- Estoy embarazada, Catra.

***

Catra y Mermista durmieron abrazadas esa noche, consolándose la una a la otra, y cuándo Scorpia y Entrapta llegaron a las cuatro de la madrugada a la habitación ambas se levantaron sobresaltadas, pues, mientras las hermanas entraban bailando una canción de Beyonce, chocaron fuertemente contra las camas haciendo que el chirrido de estas se uniera a los exagerados gritos doloridos de Scorpia y Entrapta.

La Tatuadora De LibélulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora