Capítulo veintiuno.

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Al sexto mes la hija de Sea Hawk y Mermista nació.

Adora había vuelto el día anterior de su viaje a las montañas, pero Catra no había tenido la oportunidad de verla.

Ese día, sin embargo, habían acordado que Catra acompañaría a Adora y a su madre a una revisión médica de rutina. Era domingo, lo cual significaba que era su día libre.

Se vistió con sus típicos pantalones ajustados, un suéter de cuello de tortuga rojo y se colocó un lazo. No solía usar lazos desde que se había convertido en tatuadora, pero ese día sintió que era momento de volver a ser ella misma por unos minutos.

-¿Dónde vas? –Castapella se encontraba limpiando el salón cuándo Catra paso a su lado.

-Saldré con Adora. Su madre tiene una cita con el médico y las acompañaré.

-Eso quiere decir que su madre te conoce pero yo no a Adora...

-Castapella, prometo que la conocerás pronto... -Le estaba prometiendo esto a la mujer desde hacía ya mucho tiempo.

Silencio.

-...¿Es verdad lo que dijo, Mermista? Ya sabes, lo de las heridas...

-Lo es -No podía mentirle a Castapella-, pero sus heridas no la hacen una mala persona. Ella es la persona más increíble de este mundo... Solo está algo rota.

La mujer suspiró.

-¿Cuánto es "algo"?

-Castapella, no tengo tiempo para esto... -Dijo en cuánto la conversación comenzó a revolverle el estómago.

Se encaminó a la puerta y solo se giró ligeramente al escuchar la voz de su madre detrás.

-Intenta no romperte tú también ¿Vale?

-Vale.

***

Adora la estaba esperando a las afueras de su casa con un cigarrillo en la boca mientras se recostaba en su auto. Llevaba un vestido azul y zapatos a juego. Dos vendas decoraban sus muñecas, y el maquillaje que llevaba era sutil y no oscuro e intimidante como el de siempre.

-¿Alguna vez dije que tengo la novia más hermosa del mundo? -Fue lo primero que la pintora dejo salir de sus labios al verla por primera vez en semanas.

-Es posible -Contestó con una tímida sonrisa mientras se acercaba a su novia y dejaba a sus labios reencontrarse durante unos minutos.

No sabían a los labios que recordaba. Esos labios estaban llenos de humo y un sentimiento que no pudo detectar.

-Eres preciosa, Camz -Murmuró mientras le apartaba el pelo de la cara y dejaba un tierno beso en su nariz. El olor del cigarrillo consumiéndose entre los dedos de la pintora comenzó a incomodarla, pero no dijo nada. Terminaría adaptándose-... Te extrañé tanto -Y el suspiró que la chica dejo salir de sus labios le hizo preguntarse si no se habían visto en semanas o años.

-También te extrañé -Aceptó mientras se abrazaba a su cintura y escondía su rostro en su cuello, buscando el aroma familiar de la pintora.

En tiempos pasados habría encontrado el olor de la pintura mezclándose con su perfume de vainilla. Ese día también estaba allí, pero ahora con un para nada agradable olor a cigarrillo juntándose.

-Te amo -Dijo de repente, y sujeto su barbilla para encontrarse con sus ojos.

Y aunque su olor se había modificado y su ropa era diferente, al encontrarse el marrón con el verde, el murciélago seguía viendo al girasol que tanto amaba.

La Tatuadora De LibélulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora