Nelson: Abby, por favor, contesta.
Lleva llamándome desde ayer, no le he respondido a ninguna llamada ni ningún mensaje.
Suena el timbre y, precavida, miro por la mirilla antes de abrir la puerta.
Resulta ser un pelirrojo, con cara de pocos amigos.
- Odio los problemas amorosos - dice, justo cuando abro la puerta.- pero odio más oír a Nelson quejarse.
- Buenos días.- murmuro, cerrando la puerta de un empujón.
Se queda mirándome, con las manos en jarra y una sonrisa.
- ¿Por qué no le coges el teléfono?- pregunta, luego de un suspiro.
- Estoy... molesta.- o eso creo.
- No han vuelto. De haberlo hecho, Arden ya hubiera descuartizado a Nelson con unas pinzas. Y puede que yo hubiera colaborado.- añade.
A ver, es cierto que dudo mucho que Verónica, en el caso de que Nelson le haya pedido volver, aceptara. Es decir, ella sabe que él no está enamorado.
Suspiro y le escribo un mensaje.
Yo: Eres un pesado.
Nelson: Gracias por contestar, pensé que te había engullido la tierra.
Yo: Más quisieras.
Nelson: ¿Podemos hablar?
Ni siquiera me deja contestarle, ya me está llamando de nuevo.
- Hola, soy el contestador de Abby Brockmann, ahora mismo está ocupada tratando de ignorarte, llame más tarde.
Él bufa un poco al otro lado. Parece que no le ha hecho gracia.
- ¿Sigues queriendo oírme? ¿O quieres mandarme a la mierda?
- La segunda opción es muy sugerente... pero la primera es menos cansada, así que te escucho.
- Lo que te dije era verdad, el estreno es esta tarde. Acompañame.- me pide.
Sé que voy a ir. No me quiero perder un vídeo mío bailando, es algo demasiado bueno para mi ego. Pero tampoco es como que vaya a darle el placer de saber la respuesta tan pronto, tengo que hacerme de rogar.
- ¿Entonces?
- Iré.- digo, después de unos segundos más.
- Te recojo a las seis.- y cuelga.
¿Y el vesti...?
- Ten.- dice Van.
Estoy cieguísima, no me había dado cuenta de que llevaba el vestido al entrar.
A ver, el vestido es precioso. Y me queda bien, supongo. Pero, no sé, es extraño ir a un sitio tan elegante. La única vez en la que llevo cosas hechas a medida es cuando bailo ballet.
Me maquillo y, con un esfuerzo sobre humano, trato de arreglarme el pelo. Pero es un poco difícil cuando tienes el pelo por encima de los hombros y poca gracia.
Termino haciéndome unas pocas ondas por las puntas, espero estar aceptable.
- Cenicienta, ya tienes aquí tu carrusel.- bromea Van, que está apoyado en la puerta del baño.
- Solo me falta el hada madrina, ¿te ofreces?
- Pues me quedaría genial lo que sea que llevan puesto.- me da un abrazo.- Suerte.- susurra.
Nelson está en el portal, lleva el mismo traje que le vi en su habitación, le queda genial... joder, si le queda genial. Creo que nunca me había gustado tanto ver a un hombre en traje hasta ahora.
ESTÁS LEYENDO
La película de mi vida
RomanceMe mudé a Nueva York para seguir el único sueño que tenía. El baile. Jamás pensé que al llegar allí mis sueños cambiarían por unos ojos negros como la noche, por una sonrisa de curva perfecta y por un interior sorprendente.