10 años después...
Dos personas, un padre y una hija, estaban en el salón de su dulce hogar viendo la tele. La niña parecía inquieta, muy inquieta. Mientras que al padre le brillaban los ojos por lo que estaban apunto de ver.
Cuando una mujer de pelo castaño salió acompañada de un hombre de pelo negro, la niña se emocionó tanto que algunas de las palomitas que tenía en el bol cayeron al suelo. Haciendo que su padre le encarnara una ceja.
- Lo siento, papi.- se disculpó, mostrando su sonrisa, a la que le faltaban un par de dientes.
La música empezó a sonar, la niña estaba emocionadísima por ver a su madre bailando por primera vez. La había visto en casa, pero nunca por la tele y con su compañero de baile - el cual le compraba alguna chuche cuando lo veía.-
- ¡Mamá baila genial!- exclamó la niña, cuando acabó.
- Mamá es genial.- sonrió su padre.
Ambos iban hacia la cocina, para limpiar lo que habían ensuciando y preparar la cena para cuando llegara su madre.
- Cleo - le llamo su padre.- tráeme la sal.
Así es, le habían puesto Cleo. Por aquella película que vieron juntos, unos románticos empedernidos.
Cleo fue encantada a por la sal, pero se le cayó en el camino. Nelson soltó un suspiro de cansancio, ahora le iba a tocar recoger eso.
- El tío Van dice que eso da mala suerte, ¿nos va a pasar algo malo?- interrogó a su padre, mirándole con esos ojos miel.
- ¿Que te dije de hacer caso al tío Van?
"Todo lo que diga, haz como que no lo oyes." La niña se acordaba de eso, sí.
Al final, acabaron haciendo unos spaguettis- era lo único que no se les quemaba.- y sirviendolos justo para cuando llegó su madre.
- ¡Mamiiiiiiiiiiiii!- la agarró de la pierna como si fuera un koala.- ¡Has bailado genial! ¡Eres increíble!
- Vas a conseguir que me sonroje, Cleo.- bromeó ella.
Cuando se soltó de su pierna, Abby fue a ver a Nelson, le dio un beso corto en los labios y se sentó a cenar.
- Oye,- murmuró Cleo, pensativa.- los padres de Kirsten viven separados... vosotros no os iréis a diferentes sitios, ¿verdad?
Ambos se miraron, sin saber muy bien que decir, tenía solo siete años. Al final, fue Abby quien habló.
- Verás... Los adultos, a veces, necesitan estar separados para entenderse.- Cleo frunció el ceño.- Pero no todos. Nosotros no, por ejemplo.
- Eso es una tontería.- dijo.- si os queréis, ¿por qué estar separados? En los libros la princesa nunca se separa del príncipe.
- No existen los prínci...- empezó a hablar Nelson, pero Abby le interrumpió.
- ¡Nelson!
Rodó los ojos. Él si quería que ella viera como era el mundo desde pequeña, para que así se llevara menos decepciones, pero Abby no. Abby quería que poco a poco se fuera enterando de las cosas, creciendo, madurando...
- Buenas noches.- se despidió la niña, subiendo las escaleras.
- ¿Y ahora nosotros que hacemos, pequeño cisne?- le preguntó en tono juguetón.
- Jugar a príncipes y princesas.- respondió, acariciando su pelo, ahora de su color natural.
12 años después...
Era el cumpleaños número nueve de Cleo. Toda la familia estaba en el jardín de la casa, junto a algunos compañeros de clase de Cleo.
Nelson estaba cerca de la piscina - que no había nadie porque era invierno.- con Van, Lewis, Bea y Arden. Abby estaba en la puerta, esperando a que viniera la última invitada.
Verónica acababa de entrar por la puerta, llevaba un vestido negro conjuntado con unos tacones verde oscuro. Más de uno de los padres que habían allí se giraron a mirarla.
- Como si fueran a tener oportunidad.- se burló Lewis.
Verónica les dio un saludo a todos, centrándose más en Cleo - que hacía nada que había ido a saludarla.- también le dijo que le había comprado un excelente regalo. Ella sonrió y se fue corriendo con sus amigos.
- ¿Cómo habéis estado? Siento no haber llamado.- se disculpó.
- Aquí todo va como siempre, nada nuevo.- contestó Bea.
- ¡Nelson!- gritó Kirsten, que venía corriendo hacia ellos.- ¿A qué besarse es sexo?
Él balbuceó algo.
- Si es con lengua...- contestó Van, poniéndose a la altura de la niña.
- Solo fue la puntita.- dijo Cleo.
- Pues eso ya vale.
Kirsten se giró hacia Cleo, con los brazos en jarra y le gritó:
- ¡Has tenido sexo con el chico que me gusta!
Abby, que estaba hablando con Arden, se calló para oír eso.
- ¿A qué eso está mal, Nelson?
¿Por qué todo se lo preguntaban a él?
- Bueno... Siempre se puede perdonar, seguro que no lo vuelve a hacer.
Ambas se fueron, una más enfadada que la otra.
- Se parece a su madre, eh.- bromeó Lewis, guiñándole un ojo.
- Sí, muy gracioso. Espero que tengas hijos.
- Dios me libre.- dio un sorbo a su cerveza, divertido.
Van se aclaró la garganta y se puso a la vista de todos.
- A pesar de que es el cumpleaños de nuestra pequeña, yo quería brindar para que la nueva película de Nelson tenga éxito.
La gente empezó a aplaudir y Nelson enrojeció un poco.
Esa era la vida de la bailarina famosa, Abby Brockmann y el director de cine famoso, Nelson Anderson. Hechos para amarse.
FIN.
Primero, gracias por leer (Lo digo de nuevo, yeeees)
Segundo, déjenme sus opiniones sobre esto y la pequeña Cleo.
Ya que hablamos de Cleo Anderson (que bien se siente decir eso por fin) Ella va a tener un libro, llamado El libro de mi vida. No sé cuándo lo subiré, espero hacerlo pronto porque amo ese libro.
Nada más que añadir, que espero que estas navidades hayan sido felices y que lo seáis. Me despido.
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La película de mi vida
RomanceMe mudé a Nueva York para seguir el único sueño que tenía. El baile. Jamás pensé que al llegar allí mis sueños cambiarían por unos ojos negros como la noche, por una sonrisa de curva perfecta y por un interior sorprendente.