Reconocería esa cabellera negra en cualquier lado.Ella se gira para hablar con él y yo me escondo aún más detrás de la puerta, inmóvil.
- ¿Donde está? Amor, tienes que ser sincero, si tienes a otra puedes...
Lo dice en un tono afligido, sin embargo, ni una lágrima se derrama por su cara.
- No, claro que no.- él se acerca a ella peligrosamente y la abraza.
Y sé que es mi momento de escapar de ahí.
Avanzo a paso apresurado, pero de puntillas para evitar que mis pasos hagan ruido en la madera. Al salir veo a Lewis apoyado en la pared del comienzo del pasillo.
Enarca una ceja en mi dirección y me hace un gesto para que lo siga.
Veo que abre la puerta de la otra habitación que hay, supongo que la suya, y esta es más pequeña que en la que he pasado la noche, pero sigue siendo más grande que la mía.
- Cuando oigas que salen, saldrás tú.- explica.- Mira, no me importa que tengas con él, pero Verónica no puede enterarse de que...
- Espera, espera... ¿Insinúas que me he acostado con Nelson?- pregunto luego de una risa irónica.- ¿Has oído algo de acción? No, pues entonces no ha habido nada. Ni lo va a haber.- añado.
- Bien, pero has dormido en su cama, con él.- cierro los ojos al escuchar esa afirmación salir de su boca.- Y no creo que sea demasiado agradable para su novia.- por alguna razón recalca esa última palabra.
Asiento con la cabeza -muy a mi pesar- y me siento en la silla del escritorio que hay al lado de la puerta.
Pasan unos minutos en los que nos dedicamos a lanzarnos miradas incomodas - más por su parte que por la mía.- hasta que oímos la puerta de al lado abrirse y la voz de Nelson se hace eco por el pasillo.
Miro al rubio en señal de aprobación y él niega y me lanza una sudadera con un logo extraño.
- Seguramente conozca la camisa.- explica.
Oh, que bien, tengo que cambiarme.
Miro a Lewis esperando a que se gire para poder cambiarme y, al cabo de unos minutos, parece entenderlo.
Desabrocho los botones de la camisa y la quito para ponerme la sudadera.
- No es la primera vez que haces esto, ¿verdad?- pregunto.
- Con Nelson si.
Busco en su tono de voz algún símbolo de mentira pero no lo encuentro.
- Oye, sobre lo de... ya sabes, esa noche, nadie tiene porque enterarse... fue un error, no me gustas para nada.- finaliza.- Es decir, ¡En el sentido de amor! ¡No me he enamorado! En el otro sentido no puedo opinar... no me acuerdo.
Y que lástima.
- Si, yo tampoco lo recuerdo. Pero a juzgar por lo que había en el suelo, tan mal no fue, ¿eh?- bromeo, pero no le hace gracia.
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La película de mi vida
RomanceMe mudé a Nueva York para seguir el único sueño que tenía. El baile. Jamás pensé que al llegar allí mis sueños cambiarían por unos ojos negros como la noche, por una sonrisa de curva perfecta y por un interior sorprendente.