Capítulo 1

1.4K 16 10
                                    

Era el despertar de un nuevo día, gris, nublado, opaco, batido por el viento.

Espesos nubarrones cubrían el firmamento, el silencio reinaba, tan sólo se escuchaban los truenos y los rayos lanzando destellos en la fría mañana, donde el sol no brilla.

Lucía bordeaba las azules aguas de la bahía, sus ojos atentos se fijaban sobre la superficie de la arena mojada, caminaba despacio jugando con el agua, la brisa fuerte y fría azotaba su mirada, lanzando las arenas sobre su piel dorada.

Le gustaba ver el sol en la distancia, cuando parece que flota durmiendo sobre el agua, mientras su mente deambulaba en el suspenso de un pasado incierto que aunque fugaz aún giraba sobre el viento, sin que el tiempo aún lo hubiese resuelto.

Contempla el mar en su plenitud admirando su belleza, sus ojos se posan sobre un inmenso barco qué va surcando las gigantescas olas.

Ella piensa en aquel amor que voló cual gaviota mar adentro, perdiéndose entre las brumas del recuerdo.

El mar es su refugio, la noche un desconcierto. En el mar turbulento ahoga sus recuerdos y la brisa apaga el fuego de un corazón ardiendo.

Mira de nuevo el barco en movimiento ¿Cuál será su destino? ¿Qué nombre tendrá el puerto dónde lance sus anclas bajo otro nuevo cielo?.

El día va corriendo, la tarde va muriendo, la noche se aproxima y lejos va sintiendo la fatiga y el sueño que la van envolviendo, se envuelve en el misterio y en pos va de sus sueños.

La persiguen fantasmas de sus días inquietos y vuela sobre nubes viajando sobre el tiempo.

No quiere despertarse, quiere seguir durmiendo sobre la inmensa alfombra que cubre el universo.

Lucía salio bruscamente de sus pensamientos, mirando a lo lejos las luces del puerto.

El día se marchó con su mágico adiós, y la noche llegó en vuelta en su esplendor de brillo arrobador con cintas de ilusión.

Siendo las 8 de la noche llegó al portón de su abuela Alejandra, Denisse se apresuró a recibirla.

Para lucía aparte de ser el ama de llaves era algo así como una hermana, los mejores días de su vida los había pasado a su lado, su abuela la había recogido a la edad de 9 años cuando sus padres perdieron la vida en un accidente.

Lucía pasaba largas temporadas con su abuela, las dos eran muy unidas, acostumbraban a dar largos paseos matutinos por los extensos jardines de la mansión, donde se podían apreciar variedad de flores multicolores guía las abejitas deleitarse con sus sabores, al compás abrumador de un gran concierto de canarios hermosos ruiseñores.

A sus 27 años Denisse poseía una belleza que no pasaba desapercibida, esbelta de una negra cabellera que caía en su cintura, de tez bronceada donde resaltaban sus ojos color esmeralda, era dueña de una sencillez asombrosa, se llevaba muy bien con Lucía a pesar de ser un poco mayor.

Lucía subía lentamente los hermosos escalones de mármol, a su lado Denisse le reclamaba la demora, ya que su abuela se hallaba bastante indispuesta por el atraso de la cena.

La noche se veía amenazante, una fuerte tormenta se aproximaba; Lucía miraba a través de los ventanales salpicados de copiosas gotas de lluvia, el ir y venir de los transeúntes con sus gruesos abrigos a excepción de algunos que parecían desafiar el frío, la humedad de las calles, el ceño fruncido de la gente, todo parecía estar dispuesto para una fatal y misteriosa noche.

Pasado InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora