Bear Naked (Billie Eilish y Tu) G!P

Capítulo 23

Lo bueno sobre la forma de oso era que tendía a silenciar la dispersión del pensamiento humano. No estaba segura si otros cambiadores tenían ese filtro mental que tenían los osos, pero sabía que cambiar
a una forma cambiadora tan grande como la nuestra requería mucha concentración, y tendía a ahogar la ansiedad, o infelicidad. En forma de oso, solo existías. Solo eras tú. Era tranquilo, pacífico. Podía ver por qué _______ lo había elegido por tanto tiempo.

Nadie vino por mí, así que me abrí paso entre los bosques familiares, explorando. Había un pequeño sendero que me gustaba pensar como mío, con mi propia pequeña guarida privada en los bordes más lejanos de la tierra. Me dirigí allí.

No estaba segura de cuánto tiempo pasó, pero recordaba vagamente el amanecer, y el atardecer, luego el amanecer de nuevo. No me importó. Pesqué la cena desde el río, y comí bayas, y me acurruqué en mi guarida.
Estaba a salvo como un oso. A salvo del daño.

A salvo de la tristeza.

Sin embargo, en algún punto en mis borrosos pensamientos, capté un nuevo aroma familiar en el bosque. El reconocimiento vino de prisa, y surgí de mi guarida a tiempo para ver a otro oso rompiendo a través del bosque, dirigiéndose a mí.

_______.

De repente quería hablarle. Ser un oso, y ser insensible a todo, ya no funcionaba. Quería decirle por qué me había escapado. Porque si alguien entendía, esa sería _______. Así que me transformé en mi forma humana, justo cuando se acercó. Me olfateó, su gran y hermoso rostro lleno de preocupación a pesar de su lado animal, así que estallé en lágrimas. Caí sobre mis rodillas y comencé a sollozar, acurrucándome en una bola. Lo malo sobre la forma de oso era que no lidiaba con ninguno de mis problemas mientras cambiaba; seguían allí, solo esperando a que cambie de nuevo.

Cerca de allí, _______ cambió a su forma humana más rápido que yo, y un momento después, envolvió sus brazos alrededor de mí, abrazándome fuertemente y calmándome mientras lloraba. Nos sentamos en la frondosa maleza en el borde de mi cueva rocosa, dos humanos desnudos que no se preocupaban por el barro o las manchas de hierba en la piel.

Cuando _______ tiró de mí, me arrastré a su regazo y la dejé sostenerme mientras lloraba.
Sus manos calmaron mi piel, acarició mi cabello. No me presionó, no preguntó por qué corrí. Ella solamente estuvo ahí para mí, presionando pequeños besos cariñosos en mi rostro para dejarme saber que estaba siendo cuidada.

Y la amé por eso.

—¿Por qué es tan horrible? —pregunté entre lágrimas.

—¿Qué es tan horrible? —Su voz fue tan suave, tan relajante. Sus manos continuaron en movimiento, acariciándome y reconfortándome.

—¡Todo el mundo! —sollocé—. Pensé que cuando volviéramos, eso podría resolver todos nuestros problemas. Que yo tendría una compañera y tú estarías en casa, pero todo el mundo ha sido tan desagradable al respecto. —Pensé en Gerda y las malas palabras de tía Erika—. Es como si no quisieran que seamos felices.

—No lo quieren —dijo con una sonrisa—. Quieren que seamos miserables como ellos.

—¿Pero no te molesta?

—Me molesta que te estén haciendo tan miserable —dijo gentilmente—. Pero en cuanto al resto, dejé de preocuparme sobre lo que pensaban hace dieciséis años atrás.
Por alguna razón, eso me hizo sentir peor.

—Entonces, estabas bien hasta que te arrastré hasta aquí. Eso me hace sentir aún peor. No puedo complacer a nadie.

La mano de _______ acarició mi mejilla, y luego inclinó mi rostro de modo que lo mirara a los ojos. —¿Qué te hace pensar que no soy feliz ahora?