Capítulo 5

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A la mañana siguiente, el olor de un cambiador oso se sentía fuerte en mi campamento. Dormí en mi tienda de campaña después de coser de nuevo los pedazos de mi saco de dormir, y el hecho de que _______ hubiera estado explorando mientras dormía pero no me había molestado era agradable. Eso significaba que era consciente de quién era yo y estaba lo suficientemente curiosa como para seguir volviendo.

Esa era una buena señal.

Complacida, saqué algunos de mis suministros y los estudié, tratando de averiguar qué podría preparar en la fogata. Había escondido un poco de chocolate, estaba hormonal gracias al celo, por lo que había parecido una gran idea. Saqué otra parte del chocolate e hice una nueva taza de café, un poco más diluido en esta ocasión, anticipando el regreso de _______. Y entonces, agité un poco de mi precioso chocolate en el café y dejé que se derritiera, endulzándolo.

No lo bebí. Esperé a que _______ apareciera.

Y esperé.

Y esperé. Mientras esperaba, saqué mi pequeño kit de costura y reforcé las puntadas en mi saco de dormir. Lo había cosido apresuradamente anoche pero encontré que incluso las pequeñas brechas dejaban entrar el aire helado, así que estaba ocupada volviéndolo a coser y remendándolo.

Justo cuando estaba terminando de coser, el viento cambió y capté el aroma de un oso en la brisa. Dejé la costura y levanté la cabeza, justo a tiempo para ver una gran masa moviéndose en las colinas cubiertas de nieve en la distancia.

—¿_______? —grité.

Sin respuesta.

—¿_______? Hice un poco de café para ti otra vez. Sabe mejor hoy, lo prometo —llamé. ¿Podría incluso entenderme cuando estaba cambiada? Podía entender bien el español cuando estaba en mi forma de oso, pero no había pasado dieciséis años consecutivos en esa forma.

Pero para mí alivio, _______ apareció, la _______ humana, pocos minutos después. Lucía insegura, acechando alrededor del borde de mi campamento como si tuviera miedo de acercarse. Sus ojos me miraban con recelo, y una vez más eran los ojos de un depredador salvaje, casi toda la humanidad se había ido de ellos.

Acaricié el saco de dormir a mi lado como una invitación. Lo extendí como una manta de picnic y luego puse el termo de café endulzado con chocolate en el centro del mismo, y desenrosqué la tapa para que pudiera captar el olor. Había tenido que verter casi una barra completa de chocolate para endulzar la bebida correctamente, pero el olor que emanaba era rico y denso.

Vaciló solo un momento más, y luego se movió para sentarse en la manta, envolviendo sus manos alrededor del termo. Tomó un sorbo, y entonces cerró los ojos con placer.

—Billie —gimió.

Me sobresalté al oír mi nombre pronunciado de esa forma. Supuse que era su manera de dar las gracias, pero era... extraña. Agradable, pero extraña.

—De nada —dije, y a continuación me acerqué para tirar la manta sobre sus hombros, para protegerla del gélido viento. Hacía un frío glacial a pesar del sol y llevaba varias capas de ropa. Al ver a _______ desnuda de esa manera me hizo preocuparme de que se congelará, a pesar de su naturaleza de oso—. ¿Quieres algo de comer?

Estudió mi rostro por un largo momento, y luego asintió.

—Si... si tienes de sobra.

—Lo hago. —Había traído un montón de barras de proteína conmigo. No era una comida excitante, pero eran pequeñas y me permitían llevar un montón. Desenvolví una con sabor a chocolate y se la ofrecí, ya que parecía gustarle lo dulce.

Bear Naked (Billie Eilish y Tu) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora