Capítulo 5

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Pasaron un par de días desde mi encuentro con mi chico del café, Carter Linda.
"Qué creativa" me dice mi subconsciente, lo callo y abro Whatsapp para revisar mensajes y eso.
Hay varios mensajes de grupos en los que me metieron y los puse en silencio durante 1 año, ya quedan 4 meses. Tengo uno de un maestro que tuve cuando cursé la preparatoria: ola quinna. ¿En serio? Mi nombre no es tan difícil de escribir. Hay otro de una chica rara que no sé de dónde la conozco: HOLA!!!!!. No sé por qué tengo el número de personas como estas. Y hay otro de Yuuna: Hey, Kina piscina!
Abro el mensaje de Yuuna pero ella aparece con su última conexión hace 30 minutos, le enviaré uno y que lo vea cuando se le dé la gana. 5 minutos después escucho el sonidito que hacen los mensajes. ¿Qué hora es donde está Yuuna? Abro el mensaje para escribir un sermón de mamá, debería estar estudiando. Al poner la primera letra me doy cuenta de que el número es desconocido.
El mensaje dice: Hola linda;) espero me recuerdes, soy tu chico del café.
Oh mi Dios, otro puto acosador, que me vigila mientras tomo café. El guiño significa que me coquetea, ¿no? ¡Pervertido!
Aparte, el único chico del café que yo conozco es...
¡Putísima madre! ¡Carter! ¿Cómo coño consiguió mi número?
Me llega otro mensaje que dice: No te molestes en contestar, pero, ¿podrías bajar y salir del edificio y abrirme? Estoy congelándome y parece como si esperara a Rapunzel.
¡ME ESTA ESPERANDO! Oh no, oh no, me desmayo.
No quiero ni saber cómo averiguó mi dirección, bueno sí.
Sin pensarlo dos veces, hago lo que me pide y al abrirle la puerta del edificio, al que solo tienen acceso los que viven aquí, y me encuentro a un perfecto Carter con jeans azules desgastados y una camisa roja en cuello V. Me encanta su cabello despeinado.
-Quiero saber cómo chingados averiguaste mis datos personales, acosador.
Su sonrisa pícara me hace pensar que no me dirá, no por ahora.
-Es una larga y complicada historia. A propósito, quiero saber de dónde rayos salió tu nombre, ¡eh, Kina! -me sonrojo.
-Bien, por lo menos el mío no tiene pinta de apellido -Carter se rasca la nuca nervioso, ¿qué dije?-. En fin, ¿cuándo me dirás a qué se deben tus dones de acosador profesional y cómo obtuviste información confidencial?
-Hasta que me digas de que alcantarilla oxidada y vieja se escapó tu nombre.
Oh, Carter, no me tientes.
-Yo que sé, búscalo en Google o algo si tanto quieres saberlo. Dime la larga y complicada historia que tengo todo el tiempo del mundo -se ríe, mira para abajo y se peina el cabello con la mano. Maldito arrogante irresistiblemente ardiente-. ¿Qué?
-Tengo una idea.
-¿Cuál?
-¿Te parece si me acompañas a Starbucks, conversamos, nos conocemos un poco más, y así ya no piensas que soy un acosador?
-No quiero.
-¿Qué tiene de malo? Hasta yo mismo me siento orgulloso de mí por ser tan inteligente.
-¡JÁ! No seas idiota. No saldré con alguien que solo he visto tres veces en mi vida. Al vagabundo Smith lo veo a diario y no por eso saldré con él. Además tengo cosas más importantes por hacer que perder mi tiempo en citas -muy bien Kina, te doy un 10 por esa respuesta.
Decidida, doy media vuelta dispuesta a dejarlo ahí parado. Pero no, Carter tenía que hablar.
-¿Cita? ¿Quién dijo que era una cita -sonríe a modo de burla, como ese día del supermercado, y el del café, y casi siempre-. Además, creí que tenías todo el tiempo del mundo.
Me humilló. ¡Me humilló! Ni siquiera esa vez en kindergarden, cuando mi jugo de naranja cayó sobre mi falda y todos esos niños malvados creyeron que me hecho pis, ni siquiera esa vez iguala a la humillación que siento, esto lo supera. Kina Lawler, admitiste que querías una cita con este chico.
En esta semana he tenido más momentos embarazosos que en 6 meses de mi vida, y en todos estuvo Carter.
-¿Ci-ci-cita? ¿Qui-quién dijo cita? Yo no, por supuesto -traté de hablar rápido impidéndole hablar a él-. ¡Madre santa! ¿Ya viste la hora? -exclamo viendo mi muñeca, en la que obviamente no llevaba un reloj y yo parecía una loca maniática-. ¡Mi novela ya empezó! Qué pena Carter. Fue un gusto volver a verte, nos vemos luego.
Y cerré la puerta en su cara, seguido de esto, corrí hacia el elevador y presioné mi piso unas 12 veces debido a los nervios.
No fue hasta que estaba a punto de abrir la puerta del apartamento cuando me di cuenta de lo ridícula que había actuado. Debo salir y demostrarle que solo fue actuación. Entro a mi apartamento y tomo lo necesario y cierro la puerta.
Bajo por el elevador y espero que no se haya ido aún.
Cuando salgo del edificio, me lo encuentro ahí, tan hermoso, sentado en los escalones viendo gente pasar. Eso hacía yo cuando me sentía triste.
Cuando se da cuenta de mi presencia me sonríe como idiota.
-Eso fue tierno.
-No lo vuelvas a mencionar nunca en tu miserable vida y vámonos antes de que me arrepienta.

No lo toquen, perras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora