Capítulo 9

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Le agradezco mucho que no haya vuelto a preguntar, porque ésta vez no habría sabido qué responder. Trató de hacerme hablar un poco preguntandome cosas como "¿Qué quieres hacer ahora?" O "¿Vamos a tu casa o a algún lugar en especial?" A lo que yo respondía a todo "No sé, como tú quieras". Le pedí que me dejara en mi edificio porque estaba muy cansada, él rendido, accedió.
Después de 4 hrs tirada en mi sofá comiendo helado y viendo películas de amor, se hacen las 6 pm. ¿Por qué no se acaba el puto día?
No puedo seguir aquí de pendeja deprimiendome porque un chico no me quiere. Bien, puede que haya exagerado un poco sobre lo de "linda". Solo un poco.
Carter solo se estaba portando amable con... esa. Al final tuvo que pagar la bendita bebida. Ofrecí a pagarlo, de cualquier forma, creo que fue mi culpa. Pero Carter se negó rotundamente y sacó su tarjeta de crédito. ¿Enserio? ¿Pagar con tarjeta en Starbucks? ¿Por sólo una bebida? Bien, o me la estaba presumiendo a mí, o a la zorra de la cajera.
Obligándome a salir de los vacíos de la depresión decido salir a caminar un rato al parque que esta cerca para aclarar mis pensamientos. Me quito la pijama de unicornios que me había puesto, que solamente la uso cuando estoy triste, y busco algo para ponerme.
Abro mi armario y:
-¡Mierda! -me digo a mí misma.
No había nada más que ropa para cuando hace calor, que es muy poca por cierto.
Hago una elaborada búsqueda en ropa interior por todo el apartamento para buscar algo para ponerme.
Solo encontré toallas y cobijas. Putas toallas y cobijas.
Considero la opción de salir en ropa interior, solo para ver cómo se siente. Pero desecho rápidamente eso de mi mente.
Quizás, solo quizás, si tuviera mejor cuerpo y mi lencería fuera mucho mejor que lo que traigo, quizás saldría a presumir mis superdotes de supermodelo.
Pero no es así.
Mi ropa interior es básica. Mi cajón esta lleno de brasieres blancos y negros, y panties del mismo color. Sin encajes o cosas sexys o cosas rojo pasión.
Pero como nadie se interesa en ver la ropa interior de una chica de 16 (no hay que pensar en los viejos pervertidos y en los pubertos urgidos por favor, ellos no cuentan ni contarán) entonces no me preocupo por lucir mejor en ese aspecto.
-Estúpida -también me digo eso a mi misma al recordar que todos mis suéteres y jeans y todo lo mandé a la lavandería. Se me acumuló todo y no quedó ropa abrigada. Mierrrrrda.
Después me felicito mentalmente al darme cuenta de que la lavandería esta justo al lado de este edificio.
Luego vuelvo a insultarme cuando me percato de que no puedo salir vestida así.
No se preocupen, esto pasa a menudo, incluso antes de conocer a Carter. Oh, Carter...
¡Mi pijama! Me pondré mi maldita pijama, la maldita pijama que acabo de quitarme para ir a la lavandería.
Pasados 5 minutos me desespero por no poder encontrarla y grito:
-¡DÓNDE COÑO TE DEJÉ PERRA DEL DEMONIO! ¡DÓNDE CARAJOS ESTAS! Ok, ya Kina, respira, respira -eso Kina, inhala, exhala.. Cierro los ojos, como buena lunática que soy y junto mis palmas -Oh, gran y sabia pijama, ¡manifiéstate!
Tocan a mi puerta, debe de ser alguno de mis amargados vecinos.
-¡Oye, loca! ¡Deja de gritar puta madre! -oh, es la Sra. Smith, no puedo creer que siga viva-. ¡Mi esposo y yo tratamos de dormir!
-¡Para eso esta la noche, vieja amarguetis! ¡Son las 6:30! -le contesto.
-¡Ah, estos adolescentes incompetentes! -escuché como sus pasos se alejaban y volví a lo mío.
Bien, esta claro que no puedo hacer un ritual satánico para que aparezca mi pijama.
Plan b: me pondré mi toalla y me armaré de valor para salir lo más rápido que pueda sin que nadie me vea.
Me coloco mi toalla y mis pantunflas de Garfield y me aventuro a salir de mi apartamento.
Para mi suerte, no esta ninguno de mis vecinos, pero me apresuro en llegar al elevador.
En el lobby estan dos trabajadores, pero no me preocupo por ellos, son como mis hermanos mayores.
-Kina, ¿qué haces así? No piensas salir a la calle de ese modo, ¿verdad?
-No Paul, no te preocupes, solo voy por mi ropa a la lavandería.
-Bien, yo te recomiendo que te apresures. Puede que llegue alguien y te vea así -Landon, con sus ojos señala mi toalla.
-Pues eso estaba haciendo, idiota. Gracias por atrasarme -sigo por mi camino y escucho sus risas encantadoras a mis espaldas. Cuando estoy algo aburrida, voy con ellos a gastar mi tiempo, de verdad me tratan como su hermanita menor.
A un pie de estar fuera del edificio, puedo sentir que una brisa me abraza todo el cuerpo, y es porque el estúpido mocoso de mi vecina de enfrente, Jimmy, tiene mi toalla en sus manos. Me la quitó el pequeño pervertido.
-Oye niño, devuélveme mi toalla -él niega con su cabeza llena de rizos pelirrojos, es un metro de pura maldad, desde que se apareció en este mundo, desperdicia su tiempo atormentando a los demás.
Puedo escuchar las burlas de Paul y Landon desde donde estan.
-Jimmy, necesito mi toalla, tengo que salir y.. -Jimmy se escapó de mí y corrió hacia el ascensor-. ¡JIMMY, CARAJO VUELVE! ¡JIMMY!
Lo perseguí, pero cuando entró al ascensor, las puertas se cerraron.
-¡MIERDA! ¡TE MALDIGO MALDITO PELIRROJO! -parezco retrasada gritándole a las puertas del ascensor.
-¿Sabías que hay escaleras de servicio? -me dice Paul en forma de burla. ¿Por qué todos se burlan de mí?
-Si lo sabía tarado, pero son 20 pisos, ¿me crees tonta?
-Pues si quieres recuperar tu toalla, tonta, yo te sujeriría que empiezes a subir escaleras. Ya.
-Te odio.
Corro hacia las escaleras y empiezo a subir lo más rápido que puedo. Cuando llego al piso 7 me doy cuenta de que no sé en qué piso esta Jimmy, tal vez no esté en el 20. Entonces vuelvo a bajar las escaleras casi matándome para llegar al lobby y ver en qué piso se quedó el ascensor, dice 20. Bravo. Esta en la azotea.
De nuevo corro a subir las escaleras pero Landon me grita:
-¡Kina!
-¿QUÉ? -estoy sudando por lugares que no sabía que se podía sudar.
-¿Te das cuenta de que eres estúpida, por a) bajar de nuevo al lobby para ver el número del piso en el que estaba pudiendo haberte fijado en el mismo piso en el que ibas, y b) por bajar al lobby a ver el ascensor y volver a subir por las escaleras en vez de subir por el ascensor? -mi cerebro aún procesa eso, pero algo me dice que sí, soy estúpida. Vuelvo a bajar los 4 escalones que llevaba y presiono el botón del ascensor.
-Te odio, ¿lo sabías?
-También te quiero Kinita -responde Landon.
Dentro del ascensor me recupero de todo lo que subí y bajé.
La musiquita de los elevadores me caga, suena tan... a elevador. Pero no puedo evitar tararearla.
Cuando las puertas se abren en el piso 20, hay un pasillo largo y a la derecha, en la pared frente a mí hay una puerta que dice Exit. La abro y, efectivamente, Jimmy esta ahí sentado en el borde de la azotea con mi toalla mirando hacia la calle.
Considero las inmensas ideas que tengo en este momento de cómo empujarlo para que caiga, pero después recuerdo que si cae él, cae mi toalla.
-Jimmy, dame mi puta toalla -le extiendo mi mano, vaya, aquí arriba hace frío.
-Te tardaste mucho en llegar, ya estaba celebrando tu muerte.
-Empieza a celebrar la tuya, mocoso.
-Por cierto, bonitas bragas -me sonríe perversamente.
-Solo dame mi toalla.
-No.
-Sí.
-No -me acerco lentamente hacia él, pero desde el piso 20 puedo escuchar que por la calle solitaria de mi vecindario, pasa un grupo de chicos y preocupada por que me vean, me aviento al piso raspándome el abdomen y las rodillas.
-Te lo suplico.
-Nopi -no puedo creerlo. La tiró, ¡la tiró!
-¡MIERDA! -trato de levantarme y me raspo el codo-. Agh, más mierda.
Jimmy se asoma a la calle para admirar su obra maestra.
-¡Hey, niño! ¡Se te cayó tu toa... -grita uno de los chicos pero no termina la oración pues también me asomo por el borde.
-¡Es mía baboso! ¡Devuélvemela! -todos me ven en ropa interior, auxilio.
-¡Preciosura! ¿Qué haces tan solita? -grita el mismo chico y por lo visto, los piropos no son lo suyo.
-¡Acompañame al motel, mi amor! -ese lo gritó otro, más bien parece de camionero.
-¿QUÉ TE PASA, INEPTO? ¡NADIE ME DICE ESAS PENDEJADAS!
-¡UHHHH! -se escucha a coro, ¡sí, aliéntenme chicos!
-¿Disculpa? ¡No te escuché! ¡Tu sexy brasier negro me distrae mucho! ¡Al igual que tus diminutas bragas! -todo esto era a gritos, pues yo estaba en la azotea, sola (que no se a dónde carajos se largo Jimmy) y ellos en el medio de la calle. Espero que pase un autobús y los arrolle.
Puede que la psicología inversa funcione. Funciono con Carter.
-¡Si tanto te gusta, ven y quítamelo! -le guiño un ojo y se sonroja. Sus amigos lo animan para que entre y suba conmigo. Espero que Paul y Landon lo muelan a golpes.
En el preciso momento en el que el chico, cuyo nombre aún no lo sé, esta a punto de entrar al edificio, llega alguien corriendo al grupo de amigos y todos lo miran, a él. Diablos, yo pensaba golpearlo aquí arriba y que me rogara por su vida.
-¡Hey, chicos! Llegué, no tienen idea de lo larga que es la fila para... -su jodida voz-. ¿Qué? ¿Llegué en mal momento? -bromea y sus amigos me miran a mí. Santísima mierda-. ¿Ki-kina? -dice asombrado y diría que un poco asustado.
-Carter -trago saliva, no sé por qué me sentí tan nerviosa de repente.
¿Por qué estas cosas ocurren en el preciso jodido momento?

No lo toquen, perras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora