• VIII ~ Señorita Embajadora •

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"Lo que aprendas aquí te servirá para toda la vida. O para muchas vidas, si tienes talento."

Archimago Savos Aren

Evanna Orsirian
Hibernalia

No es hasta que nos hemos alejado lo suficiente del Fuerte Kastav como para que las montañas que protegen lo tapen de nuestra vista que no empiezo a sentirme más tranquila y, cuando finalmente veo el mar a lo lejos, por fin puedo respirar aliviada. En todo ese trayecto no intercambio palabras con Mert, pero lo sigo notando tenso y furibundo; es inusual verlo tan callado, y no puedo evitar pensar que lo que sea que vio en los calabozos del Fuerte Kastav lo ha afectado hasta tal punto. Sin embargo, agradezco que respete mi deseo de no saber lo que fue. Si lo hiciera, me asaltarían las dudas. Más todavía.

Sé que los Thalmor no son perfectos, nadie en Nirn lo es. Sé que los términos del Concordato Blanco y Dorado no fueron del agrado de los nórdicos, ni su actual presencia en Skyrim les hace particularmente felices, pero quiero pensar que son necesarios para mantener el orden dentro de una región que ha sido tan azotada por la guerra y la destrucción, a pesar de que sus cuidadanos, los cuales siempre han estado enfrentados entre ellos, no opinen igual. Quiero pensarlo, porque formo parte de esa Orden. Necesito pensarlo.

El sol se encuentra en su punto más alto, ocultado pese a todo por las nubes, cuando por fin vislumbramos el Colegio en el horizonte. Se alza imponente como una fortaleza gris sobre un gigantesco peñasco cuyos acantilados cubiertos de hielo son azotados por las olas del Mar de los Fantasmas que lo rodea. De su entrada principal parte un puente de piedra cuyos pilares fueron destruidos en el Gran Hundimiento, pero que flota sobre las aguas por varios metros hasta llegar a la pequeña aldea de Hibernalia, uniendo así el Colegio a tierra. No importa cuántas veces la vea, la estampa del Colegio sobre el mar es simplemente sobrecogedora.

Seguimos avanzando por el camino al pie de la sierra, dejando atrás el sendero que lleva a la Capilla de Azura y una manada de lobos de hielo que nos salen al paso, pero de la cual me deshago rápidamente gracias al hechizo "Calma"

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Seguimos avanzando por el camino al pie de la sierra, dejando atrás el sendero que lleva a la Capilla de Azura y una manada de lobos de hielo que nos salen al paso, pero de la cual me deshago rápidamente gracias al hechizo "Calma". Me mantengo alerta por si aparece algún oso polar, pero no suelen abundar por los caminos. El susurro del viento ártico levantando la nieve del suelo y el rumor de las olas del mar a lo lejos son nuestra única compañía por un par de kilómetros más hasta que finalmente me decido a romper el silencio que nos sigue desde la frontera con la Marca Oriental.

—¿Habías estado en Hibernalia antes?

Es una pregunta banal, sin intenciones ocultas. Me gustaría retirar de la cabeza de Mert lo sucedido en el Fuerte Kastav, y hacerlo asimismo de la mía. Necesito tener la mente clara para cuando lleguemos al Colegio... y necesito que la suya también lo esté.

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