"Yo lucho por los hombres que he tenido en brazos mientras morían en tierras extranjeras. Yo lucho por sus esposas e hijos, cuyos nombres me han susurrado con su último aliento. Lucho para que todas las luchas que he tenido no hayan sido para nada. Yo lucho... porque tengo que hacerlo."
Ulfric Capa de la Tormenta
Mert Al-Hassan
La Marca Oriental, Aserradero de Agua TurbiaEl galope frenético de Cabra nos aleja de las torres de Valtheim en cosa de minutos.
Durante ese tiempo, me es difícil determinar si alguien nos sigue, ya sea por el sonido de pasos, gritos o de flechas volando, en el más desafortunado de los casos; pues cualquier sonido es mitigado por el violento retumbar de los cascos de mi caballo contra el suelo recio bajo sus rápidas patas.
No obstante, un sonido sí soy capaz de oír claramente: la respiración agitada de Evanna, acentuada de gimoteos de espanto con cada rebote brusco de la montura, en especial cuando comenzamos el camino en descenso por el pedregoso camino en declive que baja hasta el río.
Es entonces que me doy cuenta de que los puedo oír tan claramente porque los tengo demasiado cerca. Es solo después de notar su voz aterrorizada que me percato de la fuerza con la que se aferra a mí, ciñendo mi cintura con sus brazos como si estuviera a punto de llevársela una tormenta.
No sé si está mirando el camino; probablemente no lo haga, pero una protesta de Cabra al momento de casi chocar con un árbol me advierte que yo sí debería estar mirándolo, y regreso la vista al frente.
Tras un largo camino; el suficiente como para estar seguro de que ya no nos siguen, y teniendo en cuenta que mi caballo ya no debería esforzarse mucho más, considerando su estado, hago por detenemos al comienzo de un puente de piedra.
Le indico a Cabra frenar lentamente tirando con suavidad de sus riendas y advirtiéndole con una vocalización, y mi caballo obedece, pasando de correr a trotar y luego a caminar hasta que cesa de dar pasos. No es la forma en que solemos detenernos, pero intuyo que, si le hubiese forzado a parar tirando con fuerza de sus riendas, provocando que se encabritase, probablemente hubiese ocasionado un susto de muerte a la ya aterrorizada chica, quien no es capaz de soltarme ni de alejarse de mí, ni aún cuando ya nos hemos detenido.
Es entonces, en el silencio, solo acompañados por el murmullo del río, que puedo percibir su respiración agitada más claramente. Sus brazos tiemblan a mi alrededor, y no sé si se debe al miedo o a la fuerza con la que se aferra a mí.
—Ya estamos parados, Señorita Embajadora. ¿Tendría la amabilidad de dejar de estrujar mis costillas?
—¿Ya... los hemos dejado atrás? —masculla con voz temblorosa, y noto que sus brazos se aflojan un poco a mi alrededor.
—A juzgar por el hecho de que no estamos siendo acribillados por espadas y flechas ahora mismo, yo diría que esa es una suposición bastante segura.
Sus brazos dejan de aferrarme finalmente, dejando alrededor de mi cintura un dejo de dolor a la vez que una huella cálida, y ella se aleja de mi espalda, aunque no me suelta todavía y puedo sentir sus dedos arrebujando los costados de mi ropa.
—Divertido paseo, ¿eh? —me burlo, al momento de deslizarme por un lado de la montura hasta que mi pie del lado correspondiente toca el suelo.
Allí, sostengo las riendas de Cabra para mantenerlo fijo en lo que Evanna desciende también.
Solo que aquello no ocurre.
—¿Qué estás esperando? El paseo se ha acabado. Bájate ya.
Desde su lugar sobre la montura, me contempla con ojos grandes de párpados temblorosos. Noto que incluso sus piernas tiemblan, ceñidas con fuerza a los lados del caballo, y empiezo a creer que podría no ser yo el único que sufrió el estrangulamiento de sus extremidades sobre las costillas durante todo ese viaje.
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• SKYRIM: El Legado •
FantasíaUn nuevo Dominio de Aldmer se ha apoderado de la región de Skyrim y el poder de los Thalmor crece sin parar. Los dragones han desaparecido hasta convertirse nuevamente en un mito, dejando como única pista un enigmático mensaje que unirá el camino de...