Custodia (2)

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Nunca pensó que tendría la oportunidad de darle una buena vida a Harry. Cuando fue encerrado en Azkaban todo para él había muerto y no encontraba razón para vivir, confío en que Harry estaría en un buen lugar, con una vida tranquila y llena de cariño. Nunca se imaginó que sería todo lo contrario. Descubrir cada mentira de parte del director habia sido doloroso y la confianza que en algún momento le depositó se habia esfumado. No podía dejar de pensar en los posibles planes que tuviera el hombre con su ahijado. ¿Por qué se aferraba tanto a un niño que no tenía nada de experiencia magica? ¿Por qué solicitaba la custodia cuando no tenía ninguna relación sanguínea con el niño? ¿Qué afan de categorizar la magia?

En su momento tuvo todas las respuestas a esas preguntas pero ahora ya no estaba seguro de nada. Nada se estaba desrrolllando como él recordaba. Todo era sumamente diferente. No sabía si debía seguir su plan original o comenzar a ver las cosas desde otra perspectiva. ¿En quién podía confiar?

-Tanto pensar terminara por quemar esas bellas neuronas que todavía le quedan, Lord Black-.  Y con quién no tenía idea de cómo actuar o siquiera una opinión formada era aquel hombre que ahora lo miraba fijamente, sin perderse ninguno de sus movimientos. Era completamente un serpiente asechando a su presa. Tom Riddle era otro misterio para él. No había rastro del vil hombre que conoció en su futuro, ni una muestra de desagrado por su sobrino, el niño que estaba destinado a matarlo... Pareciera que era otra persona.

Decidiendo que lo mejor sería ignorar a aquel hombre, regresó su mirada a la carta que hace unos momentos el abogado le había mandado. En un principio había dudado sobre la eficacia del hombre pero ahora podía constatar que no tenía mucho por lo que preocuparse.

-Tal vez no sea mala idea ir a comer con él-. Murmuró mientras guardaba la carta y decidia cuáles serían sus proximas acciones.

-¿Disculpa?-. Un fuerte golpe en el escritorio llamó totalmente su atención. Dirigió sus ojos al hombre frente a él y no pudo evitar sentir un escalofrío al ver la furia y frialdad que despedían los verdes ojos del señor oscuro. ¿Por qué estaba tan enojado?-. Tú no vas a ir a ningún lugar y mucho menos con ese intento de abogado-. El comportamiento era increíble, la manera en que sus ojos le transmitían el coraje que estaba sintiendo lo abrumaba un poco pero de igual manera le divertida. Bueno... La vida era un riesgo ¿no?

-¿Y quién se supone que eres tú para impedirme salir uno de los abogados más sexis del mundo mágico?-. Dijo mientras se levantaba y se acercaba a los labios de Tom, apoyando sus manos en el pecho contrario para segundos antes de que sus labios se rozaran empujarlo y salir corriendo de su despacho. Momentos después escucho como su nombre era gritado junto con el sonido de la puerta siendo azotada.

-¡BLACK!-. Todavía no entendía nada del señor oscuro y una parte de él le decía que tenía que alejarse, que fuera consciente de lo que podía hacer y que cualquier paso en falso podría poner a toda la comunidad mágica en peligro pero... La otra parte le decía que eso no importaba, que esta era una nueva vida y que no tenía que temer nada, era una nueva oportunidad para seguir adelante.

-No creeiste que escaparias tan fácil, ¿verdad?-. Unos fuertes brazos lo rodearon y ya no pudo continuar con su escape, la profunda voz le dio la pista de quien era, sin duda estaba perdido y a segundos de dejarse llevar por el agradable calor que emanaba del formido cuerpo.

Tom Riddle era su perdición.

Una semana había pasado y ahora se encontraban frente a la entrada de la sala donde se llevaría a cabo la reunión. Hace dos horas que se había separado de Harry, podría verlo despues del juicio. Junto a él se encontraba el abogado magico Jeim Class, quién se encargaría de que no le quitaran al niño y a quien Riddle odiaba por alguna extraña razón.

SerleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora