Siempre había sido una seguidora leal, dispuesta a cumplir desde la misión más insignificante hasta la imposible. Era una mujer que sabía hacer lo encomendado de la mejor manera, no tenía pena alguna al decir que no había nadie como ella. Desde pequeña fue entrenada e instruida en las artes más oscuras para que en su momento pudiera asumir su papel en una sociedad próxima a renovarse. Grande fue su sorpresa al enterarse que esa sociedad estaba siendo discriminada e incluso en planes de ser recluida para posteriormente ser eliminada por completo de la comunidad mágica. Fue cuando decidió que su entrenamiento estaba listo. Empacó todo aquello que necesitaría y emprendió el viaje a la comunidad Nona, donde le habían informado que vivía el lider de los licantropos. Nunca espero que en aquel lugar encontraría al amor de su vida, un gran lobo guerrero, quien se sumo a sus ideales y juntos se encargaron de la seguridad y porvenir del pueblo.
Y ahora estaba aquí, dispuesta a cumplir aquello que en su momento decreto ante los lideres de la manada. El pequeño lobo de ojos verdes la miraba con un poco de desconfianza pero ese brillo de curiosidad fue el que le dio pie a acercarse y arrodillarse frente a él. Sabía que en el futuro debería tratar de que el infante no fuera tan confiado o que por lo menos supiera detectar cuando alguien no tuviera buenas intenciones.
-¿Cómo estás pequeño lobo?-. Sus palabras fueron suaves, a la espera de no espantar al pequeño y poder tener la mayor cantidad de información posible.
Harry vio a aquella mujer, algo dentro de él le decía que podía confiar y que sus problemas se volverían menores pero su padrino siempre le había dicho que no hablara con extraños porque se podría meter en problemas y que probablemente nunca más se volverían a ver. Eso no le gustaba nada. Él no quería que se lo volvieran a llevar y lo dejaron con esas feas personas que lo tenían en una pequeña habitación.
-No quiero...-. La voz de Harry salió pequeñita, tanto que por un momento la mujer pensó que lo había imaginado.
-¿Pequeño lobo?
-¡No quiedo que me lleves con las pesonas feas!-. Gritó Harry.
Por un momento se sintió perdida pero después recordó lo que había leído en su reporte y tuvo que soltar un gran suspiro para tranquilizarse y no terminar haciendo algo que pondría en riesgo todos sus planes.
-No tienes que preocuparte, me aseguraré de que te quedes con tu padrino-. Con tal seguridad Harry no dudo en confiar en ella.
-¿Y Tom?
-¿Tom?-. Preguntó ella. Esto era inesperado, no recordaba a ningún Tom en su archivo. Al menos que fuera... No, imposible, según sus estandares nunca se relacionaria con aquellos que traicionaran a la sangre.- También Tom-. Respondió para mantener tranquilo a Harry y que todo pudiera seguir con lo planeado.
Harry sonrió mostrando sus pequeños dientitos. Algo dentro de él le decía que no se preocupara, que la persona que estaba frente a él no le causaría ningún daño, pero también podía escuchar esa pequeña vocecita que se parecía a la de su abuela, diciéndole que no debe de confiar en nadie, más que en su familia.
-¿Famidia?-. Sus ojos se encontraron y con una pequeña sonrisa apareció en el rostro de la mujer. Sabía a que se refería, el lider se lo había advertido por lo que no le pareció extraña la pregunta.
-Lo somos-. Ante las palabras de ella, Harry se lanzó a sus brazos. Se sentía calientita.
-¿Vamo?-. La pequeña pregunta le rompió poquito el corazón pero sabía que después todo valdría la pena.
- Todavía no-. Le contestó con una pequeña sonrisa mientras lo volvía a abrazar al mismo tiempo que lo alzaba por los aires.
✨
Tom miraba al hombre frente a él. El juez McRew se caracterizaba por su porte rígido y semblante serio. Nunca había conocido a alguien que hubiera podido doblegar a este hombre. Su fuerte personalidad lo llevó hasta donde se encontraba en esos momentos. En su momento llegó a pensar que sería un buen hombre entre sus seguidores, alguien leal que no le fallaría. Sólo tenía un problema. El metiche de Dumbledore. Era bien sabido que el juez era cercano al director, se les veía juntos en las reuniones del Misterio y de vez en cuando paseando por el callejón Diagon. Aquel sería su primer obstáculo si quería que el enano se quedara con Black.
-Es interesante la propuesta que hace pero no veo cuál es su beneficio al hacer que el heredero Potter viva con el señor Black-. La seria voz llegó a sus oídos y necesito todo su autocontrol para no sacar su varita y lanzar una maldición imperius. Necesitaba hacer las cosas bien si quería el favor de Black, por lo que opto por lo más común, un soborno.
-No debe preocuparse por mis intereses, yo solo busco que un niño inocente no sufra-. La sonrisa en su cara mostraba a un hombre seguro más el juez ya había sido advertido sobre lo que él podía llegar a hacer. Debía estar seguro de sus siguientes palabras.
- Tomaré en cuenta sus preocupaciones, Señor Riddle, pero no debe alarmarse, el niño estará en un ambiente seguro y feliz, no habrá lugar en el mundo mágico donde sea más feliz-. La bonachona voz lo desconcertó un poco y le recordó a sus días escolares cuando el director intentaba llevarlo por el camino del bien. Eso no le gustó nada.
- No dudo de sus capacidades, juez McRew, pero temo que pueda terminar en algún lugar donde la magia no tenga un alcance o incluso que crezca en un ambiente ignorante de nuestra existencia-. La paciencia iba desapareciendo poco a poco, necesita asegurar la vida de Harry y eso sólo ocurriría si se quedaba en la familia Black, claro tendría más alcance al niño y no tendría que hacer miles de planes para conseguirlo. Era como matar a un muggle de un sólo tiro.
- Te aseguro que mi decisión es la mejor para ese niño y el mundo mágico-. Dijo McRew mientras hacía un movimiento con las manos indicando que lo dejaran sólo-. Ahora, si me permite, tengo que dictar mi decisión.
Tom estaba que echaba maleficios por los ojos, desde un inicio debió de seguir el plan original y mandar a sus hombres a persuadir al juez, pero no importaba, si el juicio no terminaba a su favor siempre estaba la opción de llevárselo y por consiguiente Black lo seguiría. Bueno, ese plan no sonaba tan mal.
Antes de que sus pensamientos siguieran ideando el plan perfecto adelante pudo observar como el abogado contratado por la matriarca Black besando a Sirius.
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Sirius escuchaba atento todo lo que el abogado le decía. Tanto los posibles problemas que se podrían presentar como el dictamen que tendría el juez. Tanta información estaba haciendo que le dolería la cabeza, solo quería que todo eso terminara.
A lo lejos podía ver a Dumbledore hablando con algunos altos mandos del Ministerio. Eso no le sentó muy bien y menos cuando el hombre se giró hacia su dirección y le sonrió. Y lo supo, aquella sonrisa era la que utilizaba cuando siempre se salía con la suya. El mundo se le vino abajo. Ya no necesitaba escuchar la decisión del juez para saber cuál sería el resultado.
¿Qué se supone que debía hacer ahora?
Antes de que siquiera pudiera idear un plan para salir de ahí junto con su ahijado el abogado habló.
- Entonces lo espero hoy a las 10 de la noche en mi casa-. Dijo para después despedirse con un beso en la mejilla.
-¿Eh?-. Sirius no tuvo tiempo a reaccionar cuando el abogado ya se había retirado-. ¿Pero que ha pasado?
-Eso me gustaría saber, Black-. La oscura voz llegó detrás de él. Cuando giró se encontró con la profunda mirada de Tom Riddle exigiéndole una explicación.
✨✨✨
Actualización para que se sepan que no he muerto ni abandonado mis historias. Solo tenga un poco más de paciencia en lo que llega mi compu nueva 🥺
Yo espero ya en junio retomar todas las actualizaciones ✨🥰
Chaito.
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Serle
FanfictionLa vida de Sirius Black ha terminado y ahora sólo puede lamentar el dejar a su querido ahijado en manos de aquel brujo lider del bando de la "luz". Más no todo ha terminado, es hora de que el destino se ponga a trabajar y todo tome el lugar que le c...