𝒯𝓇𝑒𝒾𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝑜𝒸𝒽𝑜

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Omnisciente

El grupo de amigos estaba en el Gran Comedor. Era la hora de la cena. Los cuatro miraban atentamente a Draco, que tenía una venda en el brazo. El rubio estaba sentado con Pansy.

—¿Te duele mucho, Draco? —le preguntó Pansy, con voz melosa.

Dakota apretó una de sus manos en un puño.

—Aveces —contestó el chico—. Pero... tuve suerte. La señora Pomfrey dijo que pude perder un brazo. Es muy posible que no pueda hacer ninguna tarea durante semanas.

Pansy hizo un pequeño puchero y le acomodo el cabello a Draco. Dakota miro hacia otro lado y después regresó la mirada a Pansy y Draco (gif)

—Te juro que un día le voy a lanzar una maldición —le dijo Dakota a Hermione entre dientes

—¿A quien? —preguntó Harry

—A nadie —se apresuraron a decir las dos amigas

—Escuchen a ese idiota —dijo Ron—. Si que exagera las cosas.

—Al menos Hagrid sigue aquí —dijo Harry.

—Si, pero el papá de Draco está furioso —dijo Dakota, sin despegar su vista del rubio. Volteó a ver a sus amigos—. No va a dejar esto así

Tras la cena subieron a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre.

—Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.
Ron miró el reloj.

—Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano...

—No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.

—Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?

Recogieron sus cosas y salieron por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estaban muy seguros de que pudieran salir.

La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamaron a la puerta y una voz les contestó:

—Adelante, entren.

Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas.

𝒯𝒽𝑒 𝒷𝑒𝑔𝒾𝓃𝓃𝒾𝓃𝑔 𝑜𝒻 𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora