𝒯𝓇𝑒𝒾𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑒

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𝔚𝔥𝔞𝔱 𝔱𝔥𝔢 𝔥𝔢𝔩𝔩?

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Omnisciente

En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría. Sólo Draco Malfoy y su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin:

—Mira cómo lleva la túnica —solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor—. Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

Tal vez hubiera controlado sus comentarios, si se hubiera enterado de que Remus Lupin era el padrino de la chica de la cual estaba enamorado. Que, a pesar de sentir lo mismo, no perdió la oportunidad de responderle sus comentarios cada vez que lo escuchaba, diciéndole que era un inútil, un clasista, etcétera, etcétera. Después de todo, no era como si Dakota tuviera planeado estar con Draco Malfoy en algún momento de su vida. Solo...iba a olvidarse de el eventualmente y después sería algo de lo que reiría...¿cierto?

Pero a nadie más le interesaba que la túnica del profesor Lupin estuviera remendada y raída. Sus siguientes clases fueron tan interesantes como la primera. Después de los boggarts estudiaron a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos, en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los gorros rojos pasa- ron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los que ignorantes que cruzaban sus estanques.

Dakota habría querido que sus otras clases fueran igual de entretenidas. La peor de todas era Pociones. Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabían por qué. La historia del boggart que había adoptado la forma de Snape y el modo en que lo había dejado Neville, con el atuendo de su abuela, se había extendido por todo el colegio. Snape no lo encontraba divertido. A la primera mención del profesor Lupin, aparecía en sus ojos una expresión amenazadora. A Neville lo acosaba más que nunca.

Dakota también aborrecía las horas que pasaba en la agobiante sala de la torre norte de la profesora Trelawney, descifrando símbolos y formas confusas, procurando olvidar que los ojos de la profesora Trelawney se llenaban de lágrimas cada vez que miraba a su mejor amigo. No le podía gustar la profesora Trelawney, por más que unos cuantos de la clase la trataran con un respeto que rayaba en la reverencia. Parvati Patil y Lavender Brown habían adoptado la costumbre de rondar la sala de la torre de la profesora Trelawney a la hora de la comida, y siempre regresaban con un aire de superioridad que resultaba enojoso, como si supieran cosas que los demás ignoraban. Habían comenzado a hablarle a Harry en susurros, como si se encontrara en su lecho de muerte. Y como si eso no fuera suficiente para Harry, también tenía que calmar a su mejor amiga, ya que Dakota no tenía mucha paciencia con respecto a Lavender y Parvati. Algo que Harry y Dakota llamaban "temperamento de pelirroja".

𝒯𝒽𝑒 𝒷𝑒𝑔𝒾𝓃𝓃𝒾𝓃𝑔 𝑜𝒻 𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora